Los secretos del backstage

Mientras en el escenario y entre el público la fiesta se extendía, en los camarines la situación no era demasiado diferente. Los detalles detrás de escena. Por Bebe Contempomi - Asesor Periodístico.

19 Abril 2007
Terminó el Quilmes Rock. Y dejó muchas cosas en nuestras mentes y corazones. El regreso de Sumo con Luca desde el cielo, la confirmacion de Intoxicados, la eternidad de Aerosmith, el culto de Velvet Revolver y las locuras de Juanse Paranoico. Todo está muy bien contado por Facu Pereyra en estas páginas. Pero hubo otro festival, el que me tocó vivir a mí, el que pocos ven, el que sucede antes y después de cada show. El festival de los camarines, de los túneles de la cancha de River. El regreso de todos los Sumo se fue gestando definitivamente en los pasillos del Monumental. Después del show de Las Pelotas, Daffunchio y Sokol caminaban por camarines, excitados y comentando al oído que iba a haber una gran sorpresa al final. Al mismo tiempo se escuchó decir a alguien “está viniendo Pettinato con el saxo”. Antes que sucediera el encuentro sobre el escenario, se empezó a palpar en camarines. Sonrisas, chistes y recuerdos fueron la sensación previa al encuentro. Después, los ex Sumo hicieron de las suyas... una vez más. El segundo día, los camarines estuvieron tranquilos. Los Babsónicos fueron en familia y por eso todo a su alrededor estuvo mucho más tranquilo que lo habitual. De todas maneras, Dárgelos y compañía no dejaban de recibir bien e invitar un trago los que entrábamos a saludar. La banda Keane se paseaba con una gran sonrisa por el anillo debajo de las tribunas de River. Muy británicos, siempre con un agua en la mano, alejados de los excesos, saludaban a los curiosos y se sacaban fotos con quien se lo pidiera. Muy atentos
El tercer día, el backstage estuvo copado por Pity Alvarez y sus Intoxicados. Si bien Los Piojos eran la gran atracción de la noche (y lo terminaron siendo arriba del escenario), entre bambalinas, el circo lo hizo Pity. Caminando de un lado para otro, saludando gente y preguntando por los Aerosmith, paseaba su humanidad por los camarines con mucha gracia. No volvió a encerrarse hasta que se enteró de que Steven Tyler y los suyos tocaban al día siguiente. El domingo, los camarines vieron su seguridad reforzada. Es que había muchas figuras internacionales dando vueltas. Slash, de Velvet Revolver, demostró una humildad que pocos pensábamos. Saludaba a todos los que se le acercaban y siempre con una sonrisa aceptaba recibir la admiracion de músicos y fans argentinos. En un momento, después de mucho agobio, se encerró para reaparecer sobre el escenario. Amy Lee, de Evanescense, parecía una más de los que estábamos por allí trabajando o curioseando. Sonreía y aceptaba cualquier consejo y beso que le tiraran en el camino a camarines. Y los Aerosmith... un tema aparte. Mucha seguridad, muchas exigencias (se las merecen despues de 35 años en la ruta), pero mucho buen humor. En el camino al escenario Steven Tyler iba calentando la voz pegando alaridos y haciendo reir y sorprendiendo a los que éramos testigos del momento previo al show. Antes de subir al escenario a cerrar el festival, Pity Alvarez logró encontrarse con los Aerosmith en un pasillo y así saludarlos. Ahora sí, había ido el día correcto.