Casi cuatro cuadras separan un hecho del otro. El 26 de febrero, Paulina Lebbos desapareció, después de haber tomado un remise en la esquina de Alem y pasaje Gutiérrez, en la zona del Abasto. El lunes 31 de julio, Angela Beatriz Argañaraz desapareció luego de haber tomado un auto de aquiler en la esquina de Lavalle y Alem. Muchos de los encargados de la investigación de este último caso no quieren hablar de ellos, pero saben bien que una relación entre ambos hechos es inevitable.
El ministro de Seguridad Ciudadana, Mario López Herrera afirmó ayer que, en base a la experiencia obtenida en el caso Lebbos, ahora la Policía cuenta con un protocolo a seguir irrestrictamente en caso de desapariciones. “Comenzó a cumplirse el 31 de mayo y, con este caso, desde el primer momento, se tomaron todas las medidas pertinentes. Ojalá se pueda esclarecer rápidamente”, dijo.
En la reunión que ayer mantuvo con la fiscal Adriana Gianonni, se establecieron las pautas de trabajo. El día que Argañaraz desapareció, Ernesto Baaclini, secretario de la fiscalía, hizo una inspección ocular en el domicilio y ordenó que se tomara declaración a todas las personas que habían visto a la docente. Desde sus vecinos hasta el chofer del ómnibus, pasando por los por pasajeros. “Hay un grupo especial de gente trabajando en el caso, pero toda la Policía está abocada a la búsqueda”, dijo el ministro.
La investigación está a cargo de los comisarios Miguel Gómez, Raúl Ferreyra y Julio López, de Investigaciones, Luis Herrera y Fernando Soria, de la Regional Oeste, y Luis Ibáñez, del Comando Radioeléctrico, supervisados directamente por el jefe de Policía, Hugo Sánchez.
Uno de los detalles en los que se pondrá especial énfasis ya que en el caso de Paulina Lebbos aún causa dolores de cabeza, es en el rastreo de las llamadas del teléfono celular de la docente. Para eso, ayer mismo se cursaron oficios judiciales, para que las compañías telefónicas informen en un plazo perentorio a qué números la llamó y desde qué número llamaron. Esa información pueden brindarla únicamente las empresas, que son las que están controlando continuamente el tráfico de llamadas.
Los investigadores esperan que Argañaraz aparezca lo más pronto posible con vida, ya que la presión de cargar con un nuevo caso Lebbos sería insoportable.
Ayer, los vecinos de la avenida Alem estaban alarmados. “No creo que haya un loco suelto secuestrando mujeres, pero evidentemente hay que tener mucho cuidado”, dijo Marcos Leguizamón. “Cuando me enteré por el diario del lugar en el que había desaparecido esta mujer, en el acto lo relacioné con lo de Paulina. Da miedo”, dijo Marcela Gutiérrez. “Desde que pasó lo de Paulina, yo acompaño a mis hijas a tomar un remise, y le pido todos los datos al chofer”, explicó Luciana Rodríguez, de San Loreno al 1.300.
ALGUNAS COINCIDENCIAS
DENUNCIAS Los allegados a la docente denunciaron su desaparición tres horas después de que fue vista por última vez por dos menores en Lavalle y Alem, cuando se dirigía a trabajar. Alberto Lebbos la hizo después de que transcurrieron 14 horas y dijo que se dirigía en un remise a la casa de su novio César Soto.
PUBLICIDAD La información sobre este caso se divulgó antes de que se cumplieran 24 horas de la desaparición de la docente. La de Paulina Lebbos, se conoció después de 36 horas.
DECLARACION El secretario Ernesto Baaclini, por disposición de la fiscal Adriana Gianonni, tomó declaración a los testigos el mismo día que desapareció, en la comisaría de El Manantial. Los del caso Lebbos lo hicieron al día siguiente, pero en sede policial. Ante el fiscal Alejandro Noguera, lo hicieron a dos días de la desaparición de la joven.
TESTIGOS Virginia Mercado fue la única testigo que estuvo en condiciones de afirmar y describir el remise que se subió Paulina antes de desaparecer. En el caso de Argañaraz, hay dos menores, cuyos nombres se mantienen en reserva, que ratificaron que se subió a un vehículo color blanco. Además, por lo menos otras dos personas ratificaron cuándo y dónde se bajó del ómnibus.
EL VEHICULO Según los testigos de ambos casos, las desaparecidas subieron a un auto de la misma marca: Fiat. Paulina lo hizo en un Duna color bordó y Argañaraz en un Uno o en un Duna blanco. Ambos, siempre de acuerdo con los datos que proporcionaron, tenían vidrios polarizados. Otro elemento: ambas tomaron el remise antes del amanecer.
MEDIDAS La fiscal ordenó, 24 horas después de la desaparición de la docente, un informe a las compañías de telefonía móvil para determinar si Argañaraz activó su aparato después de haber sido vista por última vez. Noguera, en cambio, pidió esa medida a los tres días de desaparecida la estudiante universitaria. Los resultados se conocieron varías jornadas después y determinaron que el aparato se encendió en la zona sur de esta capital, a cuadras de donde desapareció la docente que es intensamente buscada.
EDADES Y algo mas Paulina tenía 23 años, era empleada de la municipalidad de Alderetes y estudiaba Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán. Cuando desapareció, salía de bailar de un boliche de la zona del ex Abasto y tenía pensado ir a la casa de su novio y padre de su hija. Argañaraz, de 45, había dejado su hogar para concurrir al colegio San Francisco, donde se desempeña como maestra, y se preparaba para asumir como directora del establecimiento.