Tres jóvenes recuerdan a un padre curioso y tenaz

Cúneo nunca hizo negocios con su iniciativa. "El se esforzó para que los tucumanos tuvieran su propio poncho y dejaran de usar el poncho salteño", comentó su hija Silvia.

HERENCIA. Silvia Cúneo exhibe el poncho oficializado y bendecido en 1975. LA GACETA / ANALIA JARAMIMLLO HERENCIA. Silvia Cúneo exhibe el poncho oficializado y bendecido en 1975. LA GACETA / ANALIA JARAMIMLLO
13 Julio 2006
Silvia, Alba y Ricardo Cúneo eran pequeños cuando murió su padre, Leopoldo Guillermo. Sin embargo, lo recuerdan permanentemente porque su madre les hablaba -y lo sigue haciendo- continuamente de él.
“Ella nos contó cómo él se esforzó para que los tucumanos tuvieran su propio poncho y dejaran de usar el poncho salteño”, comentó Silvia. Efectivamente, en una carta enviada al entonces gobernador Amado Juri, en 1974, Cúneo señalaba: “no es posible que nuestros conjuntos folclóricos, los gauchos tucumanos en sus desfiles y los chicos durante los festivales que se organizan en las escuelas se muestren con el clásico poncho salteño, bordó con guarda negra, cuando en nuestras propias serranías y en la campaña tucumana nuestros paisanos usan un poncho de color tirando a vicuña y con guarda bordó”.
“Hubo quienes lo acusaron de hacer todo esto con un sentido comercial. Por eso, jamás en su casa de artículos regionales se comercializó el poncho tucumano. De hecho nosotros sólo tenemos aquel que se bendijo en 1975”, dijo Ricardo. Todavía no saben si van a conservar el poncho o no. “Tal vez lo donemos”, anticipó Alba.