
Senado de la Nación. PRENSA SENADO

El Congreso de la Nación encara una semana de definiciones. Con las sesiones extraordinarias iniciadas el 10 de diciembre, ambas Cámaras se disponen a reactivar la maquinaria legislativa bajo un clima de alta tensión, con el objetivo de destrabar una agenda que marcará el rumbo económico y social de 2026. Presupuesto 2026 y reforma laboral figuran entre las prioridades del Gobierno nacional.
La primera semana de actividad dejó sabor a poco, porque hubo más ruido político que avances concretos. Las comisiones demoraron en constituirse y la discusión sobre la reforma laboral acaparó la atención mediática sin lograr dictámenes. Ahora, la Cámara de Diputados busca recuperará el terreno perdido.
La actividad fuerte comenzará hoy, a las 16, con las reuniones de las comisiones de Presupuesto y Hacienda y de Legislación Penal, claves para tratar el Presupuesto Nacional 2026 y la Ley de Inocencia Fiscal.
La carrera del oficialismo
El Gobierno nacional tiene apuro. Su temario de extraordinarias no admite demoras e incluye reformas estructurales que la Casa Rosada considera vitales antes del receso estival. Sin embargo, la urgencia del Ejecutivo chocará con los tiempos parlamentarios. En el Senado, la conformación de los bloques y las negociaciones con la oposición dialoguista serán el obstáculo a superar.
El gran nudo a desatar es el Presupuesto 2026. Aunque el oficialismo confía en la nueva correlación de fuerzas para aprobarlo, sectores de la oposición pujan por introducir modificaciones o dilatar el tratamiento hasta el próximo año legislativo. En paralelo, la reforma laboral corre una carrera contra el reloj, porque está varada en comisiones, necesita sumar adhesiones urgentes para no naufragar antes de fin de mes.
El calendario apremia entre feriados y plazos reglamentarios. La estrategia de Diputados es apostar a sesiones maratónicas a mediados de semana para concentrar las votaciones. El riesgo es alto, ya que si no se logran los consensos, el debate pasará a 2026 con el consiguiente desgaste político. A esto se suma la presión externa de sindicatos y empresarios, que siguen de cerca la letra chica de los proyectos.







