Las víctimas del presunto asesino serial de Jujuy: “Fueron mis amigos y me duele mucho todo esto”

Eduardo “Chiqui” Cruz habló de la desaparición de sus amigos. Aseguró que no conocía al supuesto asesino serial. Preocupaciones.

UN LUGAR ESPECIAL. Varios de los desaparecidos se reunían en la plaza Moreno a conversar y consumir bebidas alcohólicas. UN LUGAR ESPECIAL. Varios de los desaparecidos se reunían en la plaza Moreno a conversar y consumir bebidas alcohólicas. LA GACETA / FOTOS DE SILVIA DE LAS CRUCES (ENVIADA ESPECIAL)

Enviada especial de LA GACETA

Son cinco los hombres que fueron reportados como desaparecidos entre junio y julio en San Salvador de Jujuy y que -se sospecha- serían víctimas de Matías Jurado, conocido ahora como “el asesino serial de Alto Comedero”. La mayoría de ellos vivían en situación de calle o tenían alguna discapacidad y existen indicios firmes de que estuvieron en la casa del principal sospechoso.

El primero en desaparecer fue Juan José Ponce (51), que fue visto por última vez el 4 de abril pasado, aunque su desaparición fue denunciada recién el 26 de junio. Ponce deambulaba por las calles del barrio Moreno y dormía en la puerta de la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús. “Le decíamos ‘Pequeño Juan’. Nunca fue agresivo, ni malo”, dice Eduardo “Chiqui” Cruz, quien convivió en la calle con él durante unos tres meses.

“Chiqui” fue observando en el último tiempo cómo el grupo con el que frecuentaba se reducía sin ninguna explicación. Más tarde llegaría la escalofriante versión del asesino serial, algo que todavía no puede -ni quiere- creer.

TEMEROSO. Eduardi “Chiqui” Cruz recordó a sus amigos desaparecidos. TEMEROSO. Eduardi “Chiqui” Cruz recordó a sus amigos desaparecidos.

A Ponce lo recuerda como una persona confianzuda. “Era muy de hablar con la gente, se acercaba a cualquiera para conversar. Era bueno. Además hacía bombas inyectoras de coches, entonces a veces le salían buenos trabajos. Tenía un hermano que vivía en Villa Los Ceibos, pero no volvía a la casa porque tenía una adicción al alcohol”, explica. Y aclara que casi todos los que viven en la calle sufren esa dependencia con la bebida.

También conoció a Sergio Alejandro Sosa (25), el más joven de los desaparecidos. Este fue registrado por las cámaras cuando subió a un taxi junto a Jurado el 4 de julio. Más tarde se supo que su teléfono se había activado por última vez a 50 metros de la casa del principal sospechoso. “Él también se quedaba en la plaza con nosotros, era tranquilo, a veces venía y compartíamos unas bebidas”, dice Cruz, compungido ante todo lo que fue sucediendo.

Tres semanas después, el 25 de julio, dejaron de ver también a Jorge Omar Anachuri (68), quien al igual que Sosa quedó filmado abordando un taxi con Jurado. Cruz recuerda que solían verse en el comedor al que asisten, aunque no conversaban. “Él iba pero no hablaba con nadie, caminaba despacito, recibía su comida y se iba”, dice.

La familia de Anachuri denunció de inmediato su desaparición y fue a partir de ahí que se comenzó a hablar del asesino serial. Es que, tras revisar las cámaras, los investigadores buscaron al conductor del taxi y este les indicó cuál había sido el destino de aquel viaje: nada menos que la casa de Jurado. Luego, cuando allanaron la vivienda, no solo encontraron sangre, restos óseos y piel humana, sino también prendas de vestir de los hombres desaparecidos.

“Como una familia”

“Los que andamos en la calle nos conocemos y yo conocía a estas personas, no era para que les hagan daño”, lamenta Cruz. Y agrega: “Cuando me enteré de todo esto, no podía creer”.

Dice que tiene miedo y menciona a otro de sus amigos de la calle, a quien también le perdieron el rastro en este tiempo. “Hay un muchacho Gustavo, le dicen ‘Pitbull’, que estaba con nosotros y un día ¡pum! no estuvo más. También tomaba, porque la mayoría tiene adicción al alcohol. Eso fue hace dos semanas. Andaba mucho solo y no lo vimos más”.

“Chiqui” se moviliza cuando intenta explicar cómo es la vida que llevan. “A nosotros, los que estamos en la calle, se nos complica a la noche por el frío, entonces tratamos de juntarnos, nos ayudamos y compartimos la frazadita. La calle es eso. Nos cuidamos, nos preguntamos. Somos como una familia”, describe, para referirse a la cercanía que mantienen. “Ahora no pueden creer los muchachos, imaginate que estamos todos los días juntos y que de un día para el otro uno no esté, es medio raro”, analiza.

Una parte de él conserva la esperanza de que no haya pasado nada, de que exista alguna explicación lógica para estas ausencias. “Nosotros vendemos diarios y hoy, cuando los fuimos a buscar, leímos que encontraron restos humanos en esa casa. Rogamos que no hayan sido ellos, vamos a la iglesia y rezamos, pedimos que se hayan ido a otro lado, que hayan conseguido un trabajo y que por eso hoy no estén acá. Ellos fueron mis amigos y me duele mucho esto”, confiesa.

De Jurado no saben nada. Según “Chiqui”, jamás lo vieron. “Acá en Moreno nos conocemos todos y si viene alguien de otro barrio, sabemos que no es de acá. Pero a él no lo vimos nunca”, asegura.

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