FOTO/CAROLINA GUEVARA DECORACIÓN
En tiempos de vida urbana acelerada y creciente dependencia de la tecnología, recuperar el contacto con la naturaleza -aunque sea dentro del hogar- puede marcar una diferencia profunda en nuestro bienestar emocional. Así lo confirman diversas investigaciones científicas que destacan el impacto positivo de las plantas de interior en la salud mental.
Desde pequeños cactus hasta helechos colgantes o un clásico potus, las plantas no solo decoran, sino que también funcionan como verdaderos aliados del equilibrio emocional.
Lo que dice la ciencia
Una revisión publicada en el International Journal of Environmental Research and Public Health analizó múltiples estudios sobre los efectos de las plantas en espacios cerrados. El informe concluye que la presencia de vegetación interior puede:
- Reducir el estrés y la ansiedad.
- Mejorar la concentración y el rendimiento cognitivo.
- Disminuir la presión arterial y la frecuencia cardíaca.
- Elevar la tolerancia al dolor.
- Generar sensaciones de calma y bienestar.
Estos efectos se relacionan con un concepto conocido como biofilia, que describe la conexión innata del ser humano con la naturaleza. Incorporar plantas en nuestro entorno sería, entonces, una forma de reconectar con esa necesidad ancestral de contacto verde.
Cuidar plantas: más que un pasatiempo
El vínculo emocional con las plantas no se limita a su presencia decorativa. El acto de cuidarlas, según estudios recientes, también tiene efectos positivos. Regar, podar o simplemente observar cómo crecen puede convertirse en una práctica de mindfulness -atención plena- que contribuye a reducir el estrés y a mejorar el estado de ánimo.
Muchas personas encuentran en el cuidado de sus plantas un espacio personal de introspección y calma, donde el tiempo parece detenerse y la conexión con el presente se vuelve más profunda.
Naturaleza en casa o en la oficina
Integrar plantas en los espacios que habitamos a diario es una estrategia sencilla, económica y eficaz para mejorar nuestra salud emocional. Para comenzar, se recomienda:
- Elegir especies resistentes y de fácil mantenimiento, como sansevierias, suculentas o potus.
- Colocar las plantas en lugares con buena luz natural y donde puedan ser vistas con frecuencia.
- Crear una rutina de cuidado que incluya riego regular, limpieza de hojas y observación del crecimiento.







