De Cuba a Tucumán: modelos para estudiar en base al patrimonio y a las industrias culturales
Duznel Zerquera Amador y Claudia Guzmán Calzada hablaron de su experiencia trabajando en Trinidad, localidad que cuenta con dos declaratorias de la Unesco: Patrimonio de la Humanidad y Ciudad Creativa. Claves para valorar y conservar el patrimonio.
DE LA INDUSTRIA AZUCARERA AL TURISMO. Trinidad tuvo que reinventarse y el patrimonio fue fundamental.
No son muchas las ciudades merecedoras de dos declaraciones por parte de la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura). Pues bien, a esa condición accedió Trinidad, localidad cubana históricamente asociada con la industria azucarera y reconvertida hoy en un motor turístico del país. En 1988, Trinidad fue declarada Patrimonio de la Humanidad; y en 2019 se la declaró Ciudad Creativa del Mundo en Artesanía y Artes Populares. “Vemos que Tucumán reúne todas las condiciones para lograr algo similar”, sostienen a coro Duznel Zerquera Amador y Claudia Guzmán Calzada.
Ambos saben de lo que hablan. Zerquera fue director de la Oficina de Conservación de Trinidad, lo que implicó abordar la gestión de un patrimonio excepcional. Guzmán, por su parte, fue coordinadora de Trinidad como Ciudad Creativa. Por esas vueltas de la vida se instalaron en la Argentina: Zerquera en Tucumán y Guzmán en Puerto Madryn, ambos con becas doctorales del Conicet.
El Colegio de Arquitectos los invitó a brindar una conferencia, en la que explicaron cómo Trinidad utiliza el patrimonio y las industrias culturales para el desarrollo sostenible. La mira, claro está, también apuntó a desmenuzar este modelo de gestión para identificar posibles nexos con Tucumán. Ese es un tema sobre el que los expertos cubanos se explayaron durante una entrevista con LA GACETA, porque advierten un enorme potencial que podría aprovecharse implementado las políticas adecuadas.
Puntos de vista
Zerquera lleva dos meses en la provincia, en el marco de una estadía que se prolongará durante cinco años. “He observado ciertos desafíos relacionados con la protección del patrimonio -comentó-. El primer paso en cualquier proceso de conservación es el reconocimiento y la catalogación de los bienes patrimoniales. Sin conocimiento ni difusión, es muy poco lo que puede hacerse por su preservación. La valoración es clave: implica identificar el valor identitario del bien para la comunidad local. Si no hay una percepción de identidad asociada, difícilmente se logrará una valoración efectiva por parte de la población”.
“La Unesco ha enfatizado recientemente la importancia del valor de uso de los bienes patrimoniales, es decir, su capacidad de dinamizar las economías locales y los procesos sociales -agregó-. Es fundamental no solo conservar, sino integrar el patrimonio en las dinámicas cotidianas de la comunidad portadora, para que ese valor contribuya al bienestar local”.
“Aun no he tenido el tiempo suficiente para estudiar en profundidad el patrimonio de Tucumán, pero he podido apreciar elementos de gran riqueza, tanto construida como inmaterial -destacó Zerquera-. Hemos visitado a las randeras de El Cercado, un ejemplo de cómo una comunidad puede generar dinámicas de desarrollo a partir de un bien patrimonial”.
¿Cómo es el modelo de gestión que se emplea en Trinidad -y en el resto de Cuba- y que podrían ser de utilidad en Tucumán? “Las Oficinas del Historiador y del Conservador en Cuba representan unidades de gestión integradas por equipos interdisciplinarios: arqueólogos, arquitectos, urbanistas, sociólogos y técnicos especializados -explicó-. Estas oficinas no solo ejecutan proyectos, sino que también forman parte de una red nacional de ciudades patrimoniales que promueven la formación continua, la sensibilidad cultural, y la conciencia en torno a la intervención en bienes patrimoniales”.
Otro punto clave es la formación de personal capacitado en múltiples dimensiones: académica, técnica, profesional y práctica. “En Cuba existe una amplia red de formación a través de escuelas-taller”, apuntó, y como están articuladas con las Oficinas de Conservación la salida laboral es inmediata.
Objetivos
Duznel está abocado a una investigación comparativa entre la Quebrada de Humahuaca y Trinidad, bajo la dirección de Mónica Ferrari y Guillermo Rolón, en el marco del Inteph (Instituto de Investigaciones Territoriales y Tecnológicas para la Producción del Hábitat, Conicet-UNT).
“El objetivo es realizar un análisis contrastando la gestión de ciudades declaradas Patrimonio Mundial como alternativa para el desarrollo local -sostuvo-. Nos interesa comprender cómo estas declaratorias han favorecido los procesos de desarrollo en estas regiones, cómo las comunidades portadoras se apropian de los beneficios asociados, y de qué manera se propicia no solo la conservación del patrimonio de valor universal excepcional, sino también el desarrollo socioeconómico a partir de esa valorización, con actores clave como el turismo”.
La finalidad de este trabajo es generar recomendaciones que permitan mejorar las prácticas de gestión y que las experiencias de un sitio sirvan como referente para otro. “También aspiramos a fomentar relaciones e intercambios entre ciudades Patrimonio Mundial, como Trinidad y las de la Quebrada de Humahuaca, con el fin de fortalecer el intercambio cultural y la cooperación bilateral en torno a la protección y valorización del patrimonio”, especificó.
El análisis se enfoca especialmente en los sistemas de gestión. “Para ello, partimos de las directrices operativas para la implementación de la Convención del Patrimonio Mundial. Evaluamos cómo se comportan los sistemas de gestión, quiénes son sus actores, qué instrumentos utilizan, cuál es el modelo de gobernanza, y cómo se implementan las políticas establecidas por la Unesco -detalló Zerquera-. Por lo que he podido leer, una de las principales debilidades señaladas es la limitada participación comunitaria en los procesos de gestión y la escasa apropiación del valor patrimonial por parte de las poblaciones locales. En contraste con Trinidad, donde la gestión está más consolidada en una unidad de coordinación, la Quebrada se enfrenta al desafío de articular varios municipios y comunidades con diferentes estructuras institucionales”.
¿Qué hacían los esclavos en el Tucumán virreinal?
El paso de Claudia Guzmán Calzada por Tucumán fue breve. Realizó una pasantía de dos meses y regresó a Puerto Madryn, donde fijó su residencia mientras trabaja en su tesis doctoral. Ella es licenciada en Historia y máster en Historia y Antropología, ambos títulos obtenidos en la Universidad de Cienfuegos.
“Mi tesis se centra en el estudio de los oficios de personas esclavizadas y de negros libres durante la primera mitad del siglo XIX -destaca-. Estoy comparando dos casos de estudio: inicialmente Trinidad y Carmen de Patagones, pero ahora estoy incorporando también a Tucumán. En el tiempo que llevo aquí, trabajando en el Archivo Histórico, he encontrado suficientes fuentes que justifican la inclusión de este tercer caso. He notado que también en esta región existió una estructura de oficios entre esclavos y negros libres muy significativa”.
- ¿Qué fuentes estás consultando?
- Hasta ahora he revisado protocolos notariales desde 1797 hasta 1806. He encontrado una buena cantidad de documentos vinculados a compraventa, manumisiones y testamentos referidos a personas esclavizadas. A partir de estos documentos, pude identificar numerosos oficios: zapateros, barberos, herreros, e incluso pregoneros, quienes tenían un rol muy interesante en la sociedad de la época, ya que eran quienes anunciaban en las calles ventas de casas y los cambios en el gobierno, entre otros asuntos públicos.
- ¿Cuáles son las principales diferencias entre Trinidad y Tucumán?
- En Cuba los esclavos eran mayormente mano de obra para la industria azucarera. En cambio, aquí predominaban los esclavos domésticos y artesanales. Muchos de ellos eran arrendados por sus dueños para trabajos manuales. Era una forma común de ingreso.
- ¿Tenés algún dato sobre la cantidad de esclavos en la zona?
- Hasta ahora, en los años que revisé, encontré aproximadamente 300 personas esclavizadas registradas en documentos. Pero claramente no es representativo del total, porque los esclavizados rara vez firmaban documentos por sí mismos. La información aparece solo si su dueño los menciona. Además, no suelen figurar en los censos de la época, donde solo se registraban los “vecinos”, es decir, los varones adultos con propiedades que ostentaban el título de “don”.
- ¿Como sucedía también en Cuba, como en Trinidad?
- Sí. Por ejemplo, sabemos que en ciertos años había alrededor de 16.000 personas en Trinidad, pero las fuentes históricas hablan solo de 6.000, porque el resto -la población negra y los indígenas- no eran considerados en esos registros oficiales.
- ¿Finalizaste tu estancia en Tucumán?
- Sí, ya terminé. Me llevo una experiencia muy enriquecedora. Trabajar en el Archivo Histórico fue fascinante. También pude vincularme con proyectos del Inteph, especialmente con iniciativas orientadas a las comunidades indígenas de los Valles Calchaquíes. Todo el entorno fue muy distinto a lo que conocía de Trinidad
- ¿Pudiste conocer la cultura local, como las artesanías?
- Participé en la elaboración del expediente para declarar a Trinidad como Ciudad Artesanal del Mundo. Hice toda la investigación histórica de las industrias artesanales para esa declaratoria, así que este ámbito me resulta cercano. En Tucumán hay un fuerte desarrollo de industrias creativas, como la gastronomía y las artesanías. También estuvimos trabajando con las randeras, junto con la profesora Paula Boldrini y el Ente Cultural, en un mapeo de estas industrias.









