El Papa León XIV y la IA: ¿Revolución Industrial o el umbral de una nueva era?

El Papa León XIV y la IA: ¿Revolución Industrial o el umbral de una nueva era?

Papa León.

Fundador de FALK AI, FALK Impellers y FALK Advertising Matters. Es pensador, hacedor, comunicador, formador e impulsor de innovación y transformación en las organizaciones.

¡Fumata blanca en el Vaticano, amigos! Y con ella, un nombre que ya empieza a rugir: León XIV. El nuevo Papa estadounidense -no “americans”-, Robert Francis Prevost,  se presentó este 10 de mayo ante el Colegio Cardenalicio y, entre los temas que tocó en sus primeras palabras, no esquivó el bulto a uno de los debates más candentes de nuestro tiempo: la Inteligencia Artificial, encuadrándola en el marquito de “Revolución Industrial”.

Y acá es donde, como me pasa siempre que escucho a grandes figuras hablar del tema, se me enciende una luz de alarma. Así que lo llamé a mi paradójico hermano. ¿Sabías que tengo un padre/hermano? José María Lix Klett, cura salteño por adopción, abogado, teólogo y doctor en Derecho Canónico. Quería que mi hermano me ayude a pensar y desburrarme. La Iglesia, como dice José, siempre tiene los oídos puestos en el mundo, buscando comprender y guiar. Pero hay un "cassette" que se repite, desde Silicon Valley hasta los nuevos aires vaticanos: el de encasillar a la IA como "la Quinta Revolución Industrial".

Y ahí es donde, con todo respeto a Su Santidad y a tantos otros, siento que la estamos pifiando. No es por llevar la contra porque sí, sino porque creo firmemente que estamos subestimando la magnitud del tsunami que se nos viene si lo vemos sólo como "una revolución más". Esto, amigo lector, es un cambio de era. Algo mucho, muchísimo más profundo.

Desempolvando la historia: ¿Qué es una Revolución Industrial?

Para que se entienda mi punto, hagamos un viajecito rápido en el DeLorean de la historia.

  1. La Primera (Siglo XVIII-XIX): ¡Vapor, papá! La máquina de James Watt. De la chacra a la fábrica. Un mundo nuevo, sí, pero la máquina de vapor era una herramienta que multiplicaba la fuerza física.
  2. La Segunda (Fines del XIX - Ppios. XX): ¡Luz y acero! Edison, Tesla, el motor a combustión, la producción en masa de Ford. El mundo se aceleró, se iluminó, se movió en autos. Herramientas que ampliaron la producción y el alcance.
  3. La Tercera (Mediados del XX): ¡Chips y bits! La electrónica, las primeras computadoras (abuelas de tu celu), las telecomunicaciones. Automatización de cálculos, inicio de la era digital. Herramientas que procesaban información.
  4. La Cuarta (Fines del XX - Actualidad reciente): ¡Internet para todos! La red global, Big Data, Machine Learning (el primo menos "creativo" de la IA actual), robótica conectada. Un mundo hiperconectado.

¿El común denominador? Todas estas revoluciones, por gigantes que fueran, introdujeron herramientas y procesos que fundamentalmente complementaban las capacidades humanas. La máquina de vapor no escribía poemas, la bombilla no componía sinfonías, el microchip no tenía "ideas propias". Eran objetos –poderosísimos, sí– pero objetos al fin, que ampliaban lo que el sujeto humano podía hacer.

El salto cuántico: cuando la herramienta "Crea" y "Razona"

Y acá es donde la Inteligencia Artificial Generativa actual, o como insisto en llamar para bajarle el humo marketinero, el Razonamiento Computacional (RC), patea el tablero con una fuerza inédita. La IA de hoy, la de ChatGPT, Gemini, Sora, Midjourney, no es solamente un complemento. Es, y acá está la gran diferencia, complemento y competencia directa de nuestras capacidades más humanas:

  • Puede generar texto original (¡como este artículo, que escribo con su "ayuda"!), contar historias, crear guiones.
  • Puede componer música y crear arte visual que nos sorprende y, a veces, nos conmueve.
  • Puede analizar datos complejos y ofrecer diagnósticos con una precisión que desafía al experto humano.

Ninguna de las revoluciones industriales se atrevió a meterse con este núcleo duro: la capacidad de generar pensamiento estructurado, lenguaje complejo y creaciones simbólicas nuevas. Ahí radica la diferencia fundamental. No estamos simplemente ante una herramienta que nos hace más eficientes; estamos ante una "entidad" (no viva, no consciente, aclaremos una vez más) que simula y a menudo supera la performance humana en tareas cognitivas y creativas.

Bienvenidos a la Era de la Humanidad Aumentada (EHA)

Por eso, mi tesis es que estamos en el umbral de un cambio de era: la Era de la Humanidad Aumentada (EHA). Esto no es solo un cambio en cómo trabajamos o producimos; es una transformación potencial de quiénes somos y qué podemos llegar a ser. Es una transformación profunda, antes que nada, del sentido. Del sentido de todo: pero especialmente del “hacer”. Ya nada se “hace” como hace unos años atrás. Y este cambio va a ir acelerando.

El Homo Sapiens no se extingue, ¡se aumenta! Se perfila el Homo Augmentus: un ser humano potenciado por una simbiosis cada vez más íntima con tecnologías exponenciales:

  • Intelecto Aumentado: El Razonamiento Computacional como una extensión brutal de nuestro cerebro.
  • Capacidades Físicas Aumentadas: Exoesqueletos, nanobots reparadores.
  • Biología Aumentada: La edición genética (CRISPR/Cas9) redefiniendo la salud y, quizás, la naturaleza humana.
  • Conexión Aumentada: Interfaces Cerebro-Máquina (BCI como las de Neuralink) desdibujando los límites entre mente y máquina.

Lo que está en juego va mucho más allá de la economía. Se trata del sentido profundo de todas las cosas: el trabajo (¿qué haremos si la IA lo hace casi todo?), la educación (¿qué y cómo  enseñamos?), la identidad, la salud, la creatividad, la ética.

La sabiduría de la Iglesia y el desafío de la EHA

Volviendo al nuevo Papa, León XIV. Mi hermano José me hacía notar algo interesante: la Iglesia, con su sabiduría milenaria, se toma su tiempo para el magisterio profundo, pero siempre está atenta a los signos de los tiempos, buscando guiar desde lo moral y lo teológico, no desde lo puramente científico. Un Papa que, como se dice, viene con un aire fresco y una comprensión de la tecnología puede ser una voz fundamental. Este Papa, además es crack de las matemáticas, con lo cual probablemente comulgaría con mi propuesta del Razonamiento Computacional versus Inteligencia Artificial.

Las primeras palabras de León XIV sobre la IA, aunque quizás enmarcadas en la narrativa de la "revolución industrial", abren la puerta a un diálogo necesario. Porque la EHA es profundamente humanista: pone a la persona y sus valores en el centro. Busca que la tecnología sirva para potenciar lo mejor de nosotros –creatividad, compasión, colaboración–, no para deshumanizarnos o crear brechas.

El desafío, como me señalaba el Padre José, es que la Iglesia (y todos nosotros) pueda ofrecer esa "paz en los corazones" en un mundo donde el vacío existencial puede ser llenado por la superficialidad tecnológica o la pérdida de propósito.

Un llamado a trascender la grieta

Lo que más me duele, y lo charlaba con mi hermano, es ver cómo nos enfrascamos en divisiones estériles –"izquierdas y derechas", "conservadores y progresistas", nacionalismos absurdos mientras una transformación de esta magnitud nos pasa por encima. Somos una sola humanidad en un mismo planeta.

El Razonamiento Computacional es una herramienta. Como el fuego que descubrieron nuestros ancestros, puede dar calor y cocinar, o puede incendiar el bosque. La "maldad" o "bondad" no reside en la IA, sino en las intenciones y la ética de quienes la desarrollan y la usan.

La Era de la Humanidad Aumentada nos exige ser más sabios, más éticos, más profundamente humanos. Porque el poder que estamos desatando es inmenso. Y como le recordaba el Tío Ben a Spiderman: "Un gran poder conlleva una gran responsabilidad".

Quizás León XIV, con su perspectiva fresca y una profunda comprensión de la dignidad humana, pueda ser una de esas voces que nos ayude a navegar estas aguas. A recordarnos que, por más "aumentados" que estemos por la tecnología, nuestra esencia, nuestros valores, nuestra capacidad de amar y buscar la trascendencia, son lo que verdaderamente nos define y lo que ninguna máquina podrá jamás replicar.

Esto no es el final de la historia. Es, quizás, el fin del prólogo de una nueva era. Y cómo se escriba el próximo capítulo depende, enteramente, de nosotros.

¿Y vos? ¿Estás viviendo esto como una revolución más, o sentís que estamos ante un cambio de era que nos transformará para siempre? Te leo, porque este debate es crucial y recién empieza.

Fuentes para seguir explorando:

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