08 Mayo 2025
Robert Francis Prevost Martínez, el nuevo Papa elegido por el cónclave vaticano, no solo representa una renovación espiritual para la Iglesia Católica, sino también una historia de vida profundamente marcada por la fe, la diversidad cultural y el calor familiar. Su identidad, forjada entre tradiciones europeas y latinas, se gestó en un hogar donde la espiritualidad era tan natural como el afecto cotidiano.
Nacido el 14 de septiembre de 1955 en Chicago, Estados Unidos, Prevost creció en el seno de una familia que supo transmitirle valores esenciales. Su padre, Louis Marius Prevost, tenía ascendencia francesa e italiana, mientras que su madre, Mildred Martínez, aportó la riqueza de sus raíces españolas. Juntos, formaron un hogar donde la religiosidad católica y la educación fueron ejes fundamentales.
Desde pequeño, Robert se mostró particularmente sensible al servicio comunitario, un rasgo que sería determinante en su futuro como misionero, obispo y ahora Sumo Pontífice. La mezcla cultural que respiró en su casa lo dotó de una mirada abierta y empática, cualidades que definen su estilo pastoral y que lo han acercado a realidades diversas a lo largo del mundo.
Robert no creció solo. Comparte su historia con dos hermanos: Louis Martin y John Joseph. Aunque ambos se mantuvieron alejados del ojo público, siempre fueron parte esencial de una infancia serena y guiada por los valores familiares. La figura de su madre, profundamente devota, tuvo un rol central en ese entorno formativo que, con el tiempo, lo impulsó a descubrir su vocación religiosa.
A pesar de haber recorrido el mundo en su labor eclesiástica —desde misiones en Perú hasta funciones claves dentro del Vaticano—, Robert nunca perdió el vínculo con su familia. Ese lazo se mantuvo fuerte, incluso en los momentos de mayor responsabilidad institucional. Según quienes lo conocen de cerca, el nuevo Papa sigue siendo aquel hombre sencillo y afectuoso que aprendió a mirar el mundo desde el corazón del hogar.
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