Quiénes son los misioneros agustinos, la congregación a la que pertenece el nuevo papa León XIV

Quiénes son los misioneros agustinos, la congregación a la que pertenece el nuevo papa León XIV

La Orden de San Agustín, a la que pertenece el nuevo papa León XIV, tiene una larga y rica historia en Argentina, con raíces que se remontan al siglo XVII y una presencia renovada desde 1900, marcada por su labor educativa, pastoral y misionera en distintas provincias del país.

Quiénes son los misioneros agustinos, la congregación a la que pertenece el nuevo papa León XIV
08 Mayo 2025

Con la elección de Robert Francis Prevost como nuevo pontífice —quien tomó el nombre de León XIV—, el mundo católico vuelve su mirada hacia una orden con profundas raíces en la tradición de la Iglesia y fuerte presencia en las periferias del mundo: los misioneros agustinos.

Prevost, de nacionalidad estadounidense pero con corazón latinoamericano, pertenece a esta comunidad fundada sobre la Regla de San Agustín, uno de los pilares del cristianismo occidental. Su nombramiento reaviva el interés por una espiritualidad centrada en la vida en comunidad, la búsqueda interior de la verdad y el servicio misionero en lugares donde la Iglesia más lo necesita.

Una orden con historia y horizonte

La Orden de San Agustín (O.S.A.) se remonta oficialmente al siglo XIII, aunque sus fundamentos espirituales nacen en el pensamiento y la vida de San Agustín de Hipona, teólogo del siglo IV cuya obra marcó profundamente la teología cristiana.

En 1256, el papa Alejandro IV promovió la unificación de varias comunidades de eremitas que seguían la Regla de San Agustín. Así nació formalmente la orden tal como la conocemos hoy. Desde entonces, los agustinos llevaron su misión a través de continentes y siglos, con una impronta que combina contemplación, estudio y acción pastoral.

Los agustinos en Argentina

La presencia de los agustinos en el país se remonta al siglo XVII, cuando frailes provenientes de la jurisdicción de Chile comenzaron a evangelizar en la región de Cuyo entre 1617 y 1626. La consolidación institucional de la Orden en territorio argentino se dio poco después, con la fundación de casas religiosas en San Juan (1642) y Mendoza (1657). Durante ese mismo siglo, dos agustinos —Fray Melchor de Maldonado y Saavedra y Fray Nicolás Hurtado de Ulloa, ambos criollos del Alto Perú— fueron obispos de Córdoba del Tucumán, señalando la influencia regional que alcanzó la Orden en ese período. En el siglo XVIII, la vida agustiniana floreció especialmente en San Juan, donde en 1746 se habilitó el convento como Casa de Estudios y Noviciado, por el que pasaron más de medio centenar de religiosos.

La Ley de Reforma de los Regulares de 1823 inició un proceso de secularización que casi extinguió la presencia agustina en Argentina. Para 1835 solo quedaba un fraile en Mendoza, y el último agustino en San Juan falleció en 1876.

La Orden regresó en 1900 con cuatro religiosos que se instalaron en Buenos Aires. Fundaron la residencia Santo Tomás de Villanueva (1901) y el Colegio Agustiniano (1903), expandiéndose luego a Entre Ríos, Santa Fe y otras localidades bonaerenses.

Desde 1926, al quedar bajo jurisdicción española, la expansión continuó: Rosario (1930), Mendoza (1946) y Montevideo. En la segunda mitad del siglo XX, sumaron comunidades en José C. Paz, Ciudadela y la parroquia San Martín de Tours en Buenos Aires.

Una de las contribuciones más significativas de la Orden fue la creación, en 1969, de la Prelatura de Cafayate. Esta jurisdicción incluyó regiones de Salta (Cafayate, San Carlos, Molinos), Tucumán (Amaicha del Valle y Colalao del Valle) y Catamarca (Santa María, San José y Antofagasta de la Sierra), donde los agustinos asumieron una fuerte tarea pastoral en zonas rurales, indígenas y de difícil acceso. Desde 1995, los religiosos del noroeste conformaron el Vicariato Regional de Cafayate, coexistiendo con la Viceprovincia de Argentina-Uruguay.

Finalmente, en 2002, ambas ramas fueron unificadas por decreto del Prior General, dando nacimiento al actual Vicariato San Alonso de Orozco de Argentina y Uruguay, que hoy continúa la labor educativa, pastoral y misionera de la Orden de San Agustín en el país. 

Misión: servir a Dios en los márgenes

Los agustinos no solo fueron destacados teólogos, educadores y pastores, sino también misioneros en territorios donde el Evangelio apenas había llegado. En América Latina, África y Asia, su presencia se caracterizó por la cercanía con los pueblos originarios, la promoción de los derechos humanos y la educación como vía de transformación social.

Robert Prevost, quien fue misionero en Perú durante más de una década antes de convertirse en obispo y luego cardenal, representa fielmente este espíritu. Su paso por la diócesis de Chiclayo y su trabajo en comunidades vulnerables reflejan la vocación de una orden que, más allá de estructuras, pone el acento en la construcción de comunidad y el acompañamiento espiritual.

Una espiritualidad centrada en la interioridad

A diferencia de otras órdenes más marcadas por la acción exterior o el rigor doctrinal, los agustinos se caracterizan por una espiritualidad introspectiva y comunitaria. Siguiendo a su fundador, buscan a Dios “dentro de sí mismos”, promoviendo una fe que no se impone, sino que se descubre en la experiencia compartida.

Esa dimensión espiritual ha sido retomada por León XIV en sus primeras palabras como papa: “Somos buscadores de verdad en comunidad, hermanos en el camino hacia Dios”, dijo al asomarse al balcón de la Basílica de San Pedro.

Una orden para los tiempos que corren

En un contexto eclesial marcado por la polarización interna, el desafío de la secularización y la urgencia de nuevas formas de presencia pastoral, la elección de un papa agustino puede ser leída como un signo de los tiempos. León XIV encarna una Iglesia que no reniega de su tradición, pero que busca renovarse desde una espiritualidad sencilla, una gobernanza sobria y una clara opción por los más pobres.

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