Claudia Piñeiro: "Siempre hubo relación entre el poder y las trabajadoras sexuales"

Claudia Piñeiro: "Siempre hubo relación entre el poder y las trabajadoras sexuales"

Ayer presentó La muerte ajena, su nueva novela, en la Feria del Libro de Buenos Aires. Narra una historia en la que el poder se mezcla con la prostitución vip.

La muerte ajena relata la historia de dos hermanas que no se conocen, porque el padre de ellas armó una segunda familia. Ellas saben de la existencia de la otra pero no han tenido ningún vínculo –cuenta en esta entrevista para LA GACETA Literaria-, entonces cada una hace su vida; incluso no tienen el mismo apellido, porque la hermana “abandonada” se cambió el apellido por el de la madre y la mayor es periodista radial, un ambiente que le gusta mucho –dice Claudia Piñeiro- y que comenzó a descubrir desde hace dos años, ya que comparte un programa con María O’Donnell. “Me atrae esa particularidad que tiene la radio frente a otros tipos de periodismo”. El otro personaje es la más joven, una chica escort; es decir una dama de compañía, que recibe una remuneración para asistir a eventos sociales.

La novela tiene muchas capas –dice la autora- y para hacer una síntesis de su nueva obra literaria, se podría decir que, una mañana, la periodista está yendo a la radio y empieza a ver las noticias; hay una información que toma la mayoría de los canales sobre una chica escort que cayó de una ventana de un edificio en Buenos Aires y se da cuenta que esa chica es su hermana, ahí empieza la novela y el arranque de hasta dónde se va a meter esta periodista para saber qué le pasó o para saber quién era su hermana, porque de no conocerla pasa a enterarse que está involucrada en una situación como esta. “Entonces, la novela se empieza a meter con distintos temas en esa búsqueda: uno de esos temas es la sexualidad y el poder, cómo es la sexualidad y el poder en el siglo XXI, porque sabemos que siempre hubo relación entre el poder y las trabajadoras sexuales, pero hay una posición de la sexualidad de este siglo que es diferente a la de otros tiempos –resalta-. Y después cuál es la verdadera versión de esto que pasó. De cualquier hecho empiezan a aparecer multiplicidad de versiones y tenemos que elegir entre esa multiplicidad de versiones cuál es la verdadera y muchas veces nos quedamos con que no es ninguna; básicamente esos son los lugares por donde va la novela”. Sobre el título del nuevo libro describe que cuando muere una persona que uno siente muy cercana, uno se apropia de esa muerte. Sin embargo, cuando es, por ejemplo, una muerte de una chica escort, uno dice no tengo nada que ver con ese mundo, aunque le impacta y quiere saber más –dice-, pero enseguida pasa a ser una muerte ajena.

Reconocimientos

A principios de marzo, Claudia Piñeiro estuvo en la Feria del Libro de Londres, donde fue la única argentina invitada en el Día del Autor internacional. Un reconocimiento a su trayectoria literaria que traspasó las fronteras de Iberoamérica. “Fue un honor, porque en general en el mundo de la literatura anglosajona no hay demasiada opción. Son un 3% los traducidos de todos los idiomas. Dentro de ese 3% están Mario Vargas Llosa y Haruki Murakami; es decir autores que tienen mucha más visibilidad –resalta-. Además Latinoamérica no está dentro del radar de los intereses geopolíticos y eso influye en la literatura. Durante el boom se miraba qué se estaba diciendo en Latinoamérica, hoy se miran más otros espacios, sobre todo Asia –advierte-. Entonces hay que remar contra todas esas circunstancias, y que la Feria del Libro de Londres haya elegido a una autora mujer, latinoamericana, es significativo, me parece”.

Claudia Piñeio es una de las autoras más leídas y ha sido galardonada con premios nacionales e internacionales. También se destacó en el teatro y en el cine, como guionista. “Mi primer libro fue Serafín, el escritor y la bruja, una obra para chicos de un concurso en España, en el año 2000. Ahí empecé a sentir ‘guau… ya estoy ahí’, empecé a sentir que había algo de la posibilidad de… pero decir que era escritora en aquel momento me hubiese dado pudor”.

Proceso de escritura

Desde aquellos días muchas cosas han cambiado y otras no. Por ejemplo, el proceso de escritura es el mismo. Siempre empieza con una imagen disparadora –precisa- y de allí empieza a tirar un hilo para desenredar una madeja y entender cuál es la historia y los personajes. “Empiezo a buscar el lenguaje, el tono, el narrador, todo eso me parece que en el método no hubo cambios –asegura-, sí hubo mucho aprendizaje; hay cuestiones de distintas búsquedas de estructuras narrativas”.

A modo de ejemplo, en su primera novela tenía monólogo interior y si tuviera que escribirla de nuevo, admite que hoy se preguntaría si valdría la pena que fuera un monólogo interior o un narrador en tercera persona. “Esas preguntas me las empecé a hacer después –asevera-, cuando empezás a chequear tu propia escritura, a leer mucho más, en busca de por dónde ir”.

Tiene varias personas, algunos familiares, que son los primeros lectores de sus manuscritos. “Mis hijos, ahora que son más grandes; los tres me leen antes de que publique, y después tengo amigos que hace años me leen todo lo que escribo y ya siento como una cábala que si no se los paso algo va a andar mal. Entre esos amigos hay algunos que son escritores, pero también hay un director de teatro, un director de cine, profesores de literatura y en todos los casos son muy buenos lectores que son estrictos en el momento de marcarte errores o cosas que pueden mejorar, pero que a su vez tienen una forma amorosa de decírtelo, porque a veces es difícil cuando alguien te dice las cosas de un modo muy cruel; entonces se dan las dos cosas: sinceridad, que te digan esto está bien o mal, esto tenés que mejorar. Esa sinceridad la necesitás, pero también que te lo digan con cuidado, porque es algo muy valioso para vos”.

En el regreso de la democracia argentina, en 1983, Claudia Piñeiro se graduó de contadora en la Universidad de Buenos Aires. Durante varios años solía decirse que teníamos una democracia joven y que había que darle tiempo. Con más de 40 años de democracia, ¿cuándo va a madurar nuestro país?... “Uno siempre quiere que las cosas vayan para adelante y a veces hay retrocesos. En este momento estamos en un retroceso de las instituciones y de lo que es la democracia en sí misma –advierte-. Uno siente que las instituciones están resquebrajadas. Que la división de poderes no funciona tan bien como uno quisiera, que el Poder Ejecutivo se está manejando de una manera que no es buena para una República, como en un montón de cosas uno hubiera esperado que el Congreso le hubiese puesto un freno, pero fueron más cartas blancas para que se hiciera lo que quisiera y en ese sentido ahí empieza a resquebrajarse todo el sistema republicano. Es como en el juego de la oca; decimos vamos hacia adelante y ahora nos toca tres casilleros para atrás”.

Cosas nuestras

La escritora reconoce que vive estos momentos del país con amargura; sin embargo, recordó que unas semanas atrás compartió una reunión con otros escritores amigos en la que también había personas que viven en el extranjero y que estaban de visita en Buenos Aires. “Critican al gobierno, pero van un paso por encima de eso, y empiezan a decir todas las cosas buenas que tenemos y que hay que seguir valorando. Nada tiene que ver con el gobierno, son cosas nuestras, por ejemplo, cómo los recibimos, los teatros que tenemos, las librerías; nosotros vemos todo con mucha amargura porque estamos imbuidos en lo que está pasando y no depende de nosotros. Pero en lo que sí depende de nosotros, el país que tenemos, la gente que somos, la forma en la que recibimos a los demás, lo que generamos desde la cultura, la gastronomía, de lo que sea que va por la calle y miran de nuestro país, sigue en pie. Tenemos que defender como sea lo que sí depende de nosotros y no de los gobernantes, por ahí podemos atrincherarnos en eso”.

Dolor y felicidad

A modo de ejemplo, Piñeiro habla de la película “Aún estoy aquí” (drama biográfico político, dirigido por Walter Salles). Recuerda que en esa reunión de camaradería surgió la conversación sobre ese filme, en el que una madre se esforzaba porque sus hijos, a pesar de que le habían secuestrado al marido, siempre estuvieran sonrientes en las fotos y siguieran teniendo felicidad en esa casa. “Por un lado, algunos decíamos, pero pará, le secuestraron al marido, ¿está bien que tengan esa felicidad?... ella en la película dice ‘a mí no me van a robar también esto’. Es decir ‘ya me robaron un montón de cosas, esto no me lo van a robar’. Y muchos, cuando hablábamos de esa escena, nos sentíamos referidos al momento actual de la Argentina, ‘hay un montón de cosas en las que la estoy pasando mal porque no me gustan, pero hay otras que no me las pueden robar, las tengo que defender como sea, y son nuestras’. En ese refugio a lo mejor podemos ser felices, porque yo veo alrededor mucha gente muy mal y yo misma a veces me levanto y digo uh ¿qué va a pasar hoy?... Una nueva marcha de jubilados, una nueva manifestación que no sabés si nos van a golpear, lo que sea que me preocupa, todo eso existe y no podemos ser negadores –resalta-, pero sí decir ‘tenemos un lugar de refugio, para que no se me vayan las ganas de vivir, de alguna forma’”.

Cruces con la realidad

A la hora de escribir, la realidad contemporánea se cuela indefectiblemente en las novelas de Claudia Piñeiro. “Casi todas mis novelas son contemporáneas. Tanto es así que a veces me pregunto, por qué no la sacaron antes. Porque toca un tema que ya se estuvo hablando; por ejemplo ahora la novela no trata de este movimiento incel (celibato involuntario) que está tan de moda por la serie Adolescencia (Netflix), pero hay un capítulo donde explica lo que son los incel y que tienen que ver con la sexualidad de este tiempo, la novela va sobre la sexualidad del siglo XXI, y los incel tienen que ver con la sexualidad del siglo XXI y no solamente eso. El soporte del triunfo de Trump en Estados Unidos tuvo mucho que ver con este movimiento y el apoyo del gobierno actual en Argentina tiene que ver mucho con ese movimiento y las redes sociales; entonces sexualidad y poder están en mi novela, traen el tema de los incel y mucha gente no sabe que la novela la escribí un año atrás para que se pudiera publicar ahora en mayo –dice-; van a pensar cómo se aprovechó de la situación de los incel y lo fusionó. Y una chica escort que cae de una ventana ocurrió también hace poco en Buenos Aires. La novela no tiene nada que ver con esa situación, con esa historia, pero de alguna manera escuchás eso y se te dispara el caso. Lo que sí hay en esta novela es algo que no suelo hacer en las otras: el pasado está presente. En Las viudas de los jueves son personajes de un país que ha pasado una dictadura –rememora-; o sea no está la dictadura mencionada, pero también las consecuencias de la dictadura son las cosas que pasan en el presente; en esta nueva novela sí hay algunas referencias directas porque hay algunos personajes que están directamente relacionados con hechos del pasado en esta búsqueda de dónde está relacionado el poder con todas estas cosas, con los servicios de inteligencia. Pero, volviendo a la pregunta, la realidad se mete todo el tiempo, porque mis personajes salen a la calle, donde yo vivo, en el tiempo en que yo vivo, y lo que está ahí también les afecta a ellos”.

© LA GACETA

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