Sor Geneviève Jeanningros, una monja francesa de 81 años perteneciente a la orden de las Hermanitas de Jesús, conmovió al mundo al romper el protocolo durante el funeral del papa Francisco en la Basílica de San Pedro.
Su emotiva intervención de siete minutos frente al féretro evidenció la profunda amistad que la unía al Pontífice. Conocida por su labor con los colectivos más marginados, Jeanningros vive en una caravana en Ostia, cerca de Roma, donde ofrece apoyo a prostitutas, transexuales, feriantes y personas sin hogar.
Desde 2022, Jeanningros asistía regularmente a las audiencias generales de los miércoles en el Vaticano, llevando a personas trans y homosexuales para que conocieran al Papa. Su entrega a la inclusión y justicia social ha sido reconocida por el Papa Francisco, quien la visitó en 2015 y 2024.
“Lo aman tanto porque es la primera vez que un Papa acoge a personas trans y gays. Le agradecen porque finalmente han encontrado una Iglesia que les ha tendido la mano”, explicó la religiosa en una entrevista a medios vaticanos.
Sor Geneviève Jeanningros y su amistad con el papa Francisco
El vínculo entre Geneviève Jeanningros y el papa Francisco comenzó cuando Jorge Mario Bergoglio ejercía como arzobispo de Buenos Aires. Ambos compartían una historia atravesada por el mismo dolor: ella es sobrina de Sor Léonie Duquet, la religiosa francesa secuestrada y asesinada durante la última dictadura militar argentina.
Duquet y su compañera Alice Domon fueron víctimas del represor Alfredo Astiz y murieron en los trágicos “vuelos de la muerte”. Sus cuerpos aparecieron tiempo después en una fosa común junto al de Esther Ballestrino de Careaga, quien había sido jefa de Bergoglio en su etapa como técnico químico.
Décadas más tarde, en 2011, Jeanningros brindó testimonio en el juicio a Astiz en Comodoro Py, causa que terminó con la condena del ex marino por delitos de lesa humanidad.
Esa experiencia selló una conexión íntima con Francisco, quien ya desde el Vaticano promovió la apertura de archivos sobre la represión en Argentina. Un gesto que Geneviève consideró clave en la construcción de memoria y justicia.