
En la tierra de la incertidumbre, sólo hay una certeza: nadie tiene el triunfo asegurado mirando a las elecciones parlamentarias de este año. La campaña se largó mucho tiempo antes que lo que marca el calendario electoral. La guerra de encuestas está al orden del día y gran parte de los potenciales competidores se alistan para librar varias batallas hasta octubre. Será una campaña de dientes apretados y de movimientos de ajedrecistas, en la que el error puede ser demasiado costoso.
Pescar en la pecera propia ya no es una garantía de triunfo. Osvaldo Jaldo viene practicando este deporte antes de que Javier Milei se convirtiera en Presidente de la Nación. El Gobernador tucumano aplicó el ajuste el mismo día que asumió el cargo, a fines de octubre de 2023. Su posición institucional le significó miradas de desconfianza desde el mismo partido que lo convirtió en mandatario, el Justicialismo. Aun así asumió los riesgos, con la lectura sobre la realidad de un fenómeno social que tuvo su efecto en la elección de un economista libertario para conducir los destinos del país. Milei usa la motosierra; Jaldo no se anima a tanto, pero su mensaje intenta ser el de la austeridad. El resultado alcanzado en este período ha sido casi el mismo: equilibrio fiscal, en un proceso de desendeudamiento gradual y de corrección del rumbo de la gestión. La diferencia es que Milei viene de suceder a un peronista, Alberto Fernández, mientras que Jaldo ocupa hoy el cargo que heredó de su ex compañero de fórmula, Juan Manzur. Cosas de la política es que ambos hoy estén enfrentados, directa e indirectamente.
Hoy Jaldo está entre dos fuegos “amigos”: el del libertario, que necesita pisar más fuerte en un distrito que históricamente ha sido peronista, y el de Cristina Fernández de Kirchner que, pese a liderar el PJ nacional, no tiene tanta incidencia en la conformación de la lista de postulantes a la Cámara Baja. Y esta tendencia no sólo es tucumana; ningún gobernador (dialoguista o enfrentado con la Casa Rosada) querrá que ella digite las candidaturas. Esa es la diferencia de otros tiempos electorales. La ex mandataria planea venir el mes que viene a la provincia; tal vez a bendecir a su delfín en Tafí Viejo. Al menos eso es lo que expuso el encuestador Hugo Haime en el sondeo que el mes pasado ha realizado en la provincia y que menciona la posibilidad de tres tercios en disputa en los comicios parlamentarios. En la Casa de Gobierno desechan ese escenario. Los jaldistas están seguros de que la pelea será contra La Libertad Avanza de la mano del vicejefe de Gabinete del Interior, Lisandro Catalán. Pero, al decir de la encuesta del sociólogo Haime, el radical tucumano es poco conocido en el distrito y eso puede jugarle en contra más allá de que personifique el modelo Milei. Lo que más complica el escenario de la oposición local es la diáspora interna, con los radicales intervenidos, con Fuerza Republicana despotricando contra las candidaturas a dedo y la imagen de Catalán y contra las pretensiones de otros referentes que integran las huestes libertarias, como el presidente de la Unión Industrial de Tucumán y titular de la Compañía Azucarera Los Balcanes, Jorge Rocchia Ferro, que no oculta sus intenciones de formar parte de la propuesta libertaria para la renovación de la Cámara de Diputados de la Nación. Un referente de esa fuerza lo define con una vieja frase popular: “son muchos los diablos y poca el agua bendita”.
Este escenario preliminar también está en análisis por parte del oficialismo provincial. Jaldo lo que menos quiere es polarizar. Confía en que la estructura peronista responderá y que su acercamiento a Milei contribuirá para sostener el apoyo de una franja de la clase media. De hecho se apoya en el sondeo de su consultor preferido, Mario Nahuz, que apunta que el electorado independiente ya tiene definido su voto y que el porcentaje de indecisos, a estas alturas del año electoral, está prácticamente a la mitad de la media histórica (un 30%). No es un dato menor tratándose de pescadores de votantes por fuera de la pecera tradicional.
Los rumores de intervención del distrito local del PJ no dejan de preocupar al gobernador. Jaldo tiene en claro que quiere que sus candidatos se presenten por una coalición que tenga, como nave insigna, al peronismo. Así fue antes y así pretende de que sea en octubre, incluso si se dan las internas partidarias para definir las postulaciones. El tranqueño señala que, de ser necesario, se atornillará al partido que lo llevó al cargo, más allá de las imposiciones que intenten realizar desde el PJ nacional. De hecho, el propio Jaldo ya ha dicho públicamente que no responde a La Cámpora, mucho menos a Cristina Fernández.
Esperar
Los precandidatos, por el momento, no serán develados. “Vamos a esperar que la oposición presente a sus potenciales postulantes antes de tomar definiciones”, indica el mandatario que, para diferenciarse de Unión por la Patria, ya conformó el bloque Independencia, con tres miembros que están más cercanos a la Casa Rosada que al kirchnerismo. Jaldo sabe de internas. De hecho, ya tuvo una contra Juan Manzur a la cabeza. La lógica peronista indica que el que gana pone los candidatos y el que pierde acompaña, aunque con aquello de sacar ventajas ante libertarios y radicales, es probable que, al final de esa interna, los peronistas terminen negociando y agrandando la pecera. Claro que en el medio habrá que ver si la ideología pesa más que la contención política para los dos años y medio de gestión que todavía le quedan al tranqueño.
Según los analistas nacionales, la ventaja que hoy tienen los gobernadores del PJ es que el antiperonismo está atomizado y para esa franja opositora pescar en la pecera justicialista será una misión tan difícil como riesgosa.
Como en todas las elecciones, pesa más la lapicera que las convicciones. El peronismo tiene gimnasia en ese aspecto. El Gobierno nacional ya no monopoliza ni disciplina tanto a los gobernadores con promesas de más obras públicas y de giros discrecionales de dinero. Ese escenario ya no existe, pese a que Jaldo es uno de los mandatarios con mayor consideración en el entorno mileísta. Pero, además, la Casa Rosada necesitará de los aliados para continuar la gestión sin grandes contratiempos. Ahora que se discute el nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) los votos de los diputados jaldistas tienen un mayor valor para el Presidente de la Nación.
En todo este acuario político, los gobernantes de turno están seguros de que, con un piso electoral del 35%, garantiza un escenario de tranquilidad en el resultado frente a la atomización de la política. La cuestión es que ese porcentaje no es una buena nota para los gobernantes porque, en definitiva, los comicios de medio turno representan ese test de gestión para saber si la sociedad está dispuesta a seguir acompañando o si, por el contrario, hay que dar un volantazo.