Se cumplieron 110 años del fallecimiento del “cura gaucho”, de ese que resultó ser el primer santo argentino, les hablo de José Gabriel del Rosario Brochero. No es mi intención reiterar los detalles de una visita que hizo a Tucumán allá por 1901, ya que ha sido muy bien abordada en artículos de LA GACETA de 2013 y 2016. Lo que quiero explicar es por qué aquel cura cordobés vino al interior tucumano y fue pintado por algunos periódicos locales como un “predicador de fama”. No sé si saben, pero la zona del curato donde vivía Brochero era muy pobre y a los hombres de su pago no les quedaba otra que viajar como obreros golondrina para sumarse a la mano de obra local y juntar así el dinero suficiente que los ayudaran a sobrevivir con sus familias. El cura Brochero era una persona humilde que se preocupaba por su gente y por eso toma la decisión de venir con ellos para darles apoyo espiritual. Un detalle que lo llevó a los altares es que a pesar de sus estudios, escribía o improvisaba sus homilías pensando siempre en los más humildes y sencillos, por lo que llegaba siempre al corazón de los fieles; pero, al mismo tiempo, eran suficientemente profundas y basadas en el catecismo que conmovían el espíritu de los más doctos.
Marcelo Daniel Castagno
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