Hace unos días, nuestro Gobernador hizo un recambio de jugadores en su equipo, antes de que cierre el libro de pases y, según su expresión en LA GACETA, “se trata de prestar servicios esenciales y poner en funcionamiento reparticiones que tienen que ver con la calidad de vida de la gente”. Por mi edad, me puse contento cuando leí los apellidos de los nuevos, en especial el del arquitecto Hugo Cabral. Sin conocerlos a los demás, había un “Viejobueno” que asumía en el Sepapys; pensé que el suministro de agua potable se nos solucionaba, pero al parecer el “Viejomalo” que se fue cerró la llave de paso y nos dejó sin una gota de agua; antes, por lo menos, de noche nos salía un chorrito del necesario líquido elemento. Debo aclarar que tengo pago al día la SAT (pague y después reclame) y vivo a 15 cuadras de la Plaza Independencia. En la esquina de mi casa (Pedro G. Sal 1.100 y San Isidro Labrador) funciona desde hace años una gran pista de aterrizajes y tres cráteres, cubiertos de agua podrida y líquidos cloacales, lugar de caída segura de cuanta moto o peatón circulen por allí; además es la mayor reserva de zancudos, arañas, alacranes, cucarachas y olores nauseabundos . Por favor, Don “Viejobueno”, permítanos que nos podamos bañar; ya no van los baños químicos ni el desodorante; gestione que la “carabela” del Cadillal, “la Santa María”, la “Pinta” o “La Niña”, empiece a bombear hacia nuestro barrio; de ese modo lo bautizaremos “Viejobuenito”, con el perdón de los abuelos que tampoco tienen agua y junto a los niños son los que más sufren este flagelo. Son personas y la calidad de vida, de este modo, es escasa.
Francisco Amable Díaz
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