Era el verano del año 2000 cuando el eco de un silbato surcó los valles. No ocurrió en Tafí del Valle, sino en Santa María, Catamarca. En aquella primera edición del Seven, los espectadores podían contarse con los dedos, y el horizonte, más vasto que los sueños de sus organizadores, se percibía tan incierto como prometedor. Martín Pfister, un ex Puma, había sembrado la semilla tras volver fascinado de un torneo de Seven en Rosario. Su idea era simple: fusionar la magia del rugby con un paisaje capaz de quitar el aliento.
Sin embargo, la aridez del debut exigió un cambio de escenario. En 2001, la ovalada encontró su lugar en Tafí del Valle, donde la cancha de polo de la estancia El Churqui se convirtió en el templo del espectáculo. Allí, el viento jugaba de aliado con los pases largos y los tackles certeros. Aquella primera edición tucumana tuvo algo de épico: el seleccionado salteño, jugando bajo el nombre de Provencred, alzó la Copa de Oro. Los espectadores, todavía pocos pero entusiastas, comenzaron a vislumbrar el germen de lo que sería una tradición.
El Seven se arraigó rápidamente. La majestuosidad de Tafí del Valle, con su cielo azul profundo y sus cerros guardianes, se combinó con la intensidad del rugby y el fervor de los aficionados.
Las ediciones posteriores trajeron nombres ilustres del deporte: Gonzalo Longo, Patricio Fuselli y Duncan Forrester, entre otros. Mientras tanto, el formato del torneo evolucionaba, incorporando más equipos, categorías y actividades.
En 2003, el evento tuvo su primer choque con las instituciones. La participación de Los Pumas generó tensiones con la UAR, que prohibió el torneo de forma temporal. Pero, como en el buen rugby, el Seven supo esquivar tackles y se reinventó. En 2004, se convirtió en un encuentro multidisciplinario que incluía competencias ecuestres y de tiro, además del rugby eight-a-side (ocho jugadores por equipo). Para 2005, una nueva generación de organizadores, liderada por Cayetano Fortino, Martín Terán y Salustiano Paz, le devolvió su esencia sin renunciar a la ambición.
Con el paso del tiempo, el Seven de Tafí se transformó en algo más que un torneo: hoy es un ritual. Cada enero, los aficionados llegan en masa. Familias enteras, turistas curiosos y fanáticos del rugby convergen en los valles. El evento, ahora en el campo de polo La Angostura, es una amalgama de deporte, cultura y solidaridad. Los partidos de exhibición de rugby femenino, los encuentros de veteranos, los desfiles de moda autóctona y la bendición de la Pachamama son algunos de los elementos que enriquecen esta celebración.
El impacto va más allá del espectáculo. Cada edición del Seven dinamiza la economía local, llenando hoteles y restaurantes y generando empleos. En 2024, con un clima excepcional y una cancha colmada de asistentes, quedó en claro que este evento pertenece a toda una comunidad, no solo a la del rugby.
El Seven de Tafí del Valle dejo un legado en las montañas tucumanas
A lo largo de sus 24 ediciones, el Seven de Tafí del Valle fue testigo de momentos memorables, con nombres que quedaron grabados en la historia del rugby tucumano y nacional. Cada equipo ganador aportó su color y esencia a este evento, dejando una marca imborrable en los valles.
En el 2001, el seleccionado de Salta, bajo el nombre de Provencred, inauguró el palmarés al alzarse con la Copa de Oro en una edición que marcó el comienzo de una era. Al año siguiente, la gloria volvería a teñirse de los colores salteños, patrocinados por ADT/FM Seg. En el 2003, Los Pumas, consolidaron al torneo como una cita de jerarquía.
El dominio del rugby salteño continuó, aunque también se diversificó: Buenos Aires triunfó en 2004, mientras que Salta (Mipol) hizo lo propio en 2005. El seleccionado tucumano encontró su momento dorado en 2006, 2007, 2008 y 2009. La hegemonía de la provincia se mantuvo con Tucumán Rugby (Berlín Motors-BMW) en 2010.
En 2011, Salta (Yuhmak-Yamaha) volvió al podio, pero 2012 quedaría en la memoria por ser la única edición con dos campeones: Tucumán II (Duppla) y Tucumán Rugby (Berlín Motors-BMW). En 2013, el título fue para Concepción (Trasatlántica), mientras que Salta (Upgrade) retomó el control en 2014.
La diversidad siguió marcando el rumbo: Tucumán (Universidad Siglo 21) celebró en 2015, mientras que Huirapuca inició su dinastía en 2016, 2018, 2019 y 2023.
Otros equipos también dejaron su huella: Universitario (Prendarios.com) triunfó en 2017, mientras que Los Tarcos (Cowmen) ganó en 2020. En ediciones más recientes, Salta reafirmó su dominio con Neogen en 2022 y Banco Macro en 2024, demostrando que el rugby salteño sigue siendo una potencia.
El Seven de Tafí celebra el espíritu de superar adversidades, de soñar en grande y de unir a las personas. Cada pase, cada try y cada brindis en las noches frescas de los valles son un homenaje al deporte y a la tierra que lo acoge.
Hoy es difícil imaginar el verano tucumano sin el Seven. Lo que comenzó como un proyecto incierto se convirtió en un evento indispensable en el calendario deportivo y social de la región.
Y en el eco de cada silbato, entre cerros y risas, late la memoria de aquel primer pase en Santa María, y la promesa de que el Seven seguirá siendo mucho más que un juego. (Producción periodística: Sofía Lucena).