Guillermo Plaza: “La muerte nunca es el final del ser”

Guillermo Plaza: “La muerte nunca es el final del ser”

El poeta, médico, diaguita y militante por los derechos de los pueblos indígenas publica su quinto libro.

Guillermo Plaza: “La muerte nunca es el final del ser”
03 Abril 2024

Por Mario Flores

“Después de la muerte”, es el título del quinto libro del salteño Guillermo Plaza Schaefer (1987), poeta, médico, diaguita y militante por los derechos de los pueblos indígenas. En tan solo diez poemas, actualiza la reflexión sobre uno de los grandes tópicos poéticos de todos los tiempos: la muerte. ¿Cómo se escribe poesía desde lo temático sin repetir fórmulas previas? En esta entrevista, el autor cuenta detalles sobre el proceso creativo y edición de su nueva obra.


Este es tu quinto -y más breve- libro, que consta de diez poemas. Se trata de una secuencia definida que tiene a la finitud y lo eterno como puntos de partida para la memoria, la poesía y -como en tus poemarios anteriores- lo ancestral, ¿cómo surgió la idea de confeccionar un conjunto de textos así, breve pero dedicada a un único tema?

 

El punto de partida para este libro fue la muerte de mi padre. Desde allí, la organización del resto de los poemas, que están dedicados a compañeros de militancia y amigos que ya no están en este plano. Quizás este breve poemario (como la finitud de la vida) fue concebido como un intento de reparación de daños: de buscar el pedazo que nos falta para cerrar las heridas ante tanta ausencia.

Como diría mi amigo, el poeta Eduardo Robino: “La muerte es uno de esos temas que no dejan de insistir hasta que uno se ocupa. No es un tema elegido: se impone y no estás tranquilo hasta que le das respuesta”.

Las dedicatorias de los poemas, a seres queridos personales que han partido, completa la fórmula de alusión que tiene el libro, muchas veces creando un paisaje épico para esa despedida, esos duelos que impelen a algo más espiritualmente universal, ¿qué lugar ocupan esas presencias, esas escrituras colectivas que dejan constancia de los otros?

Este libro empieza con el epígrafe de un poema de Ingeborg Bachmann “No te he perdido a ti, sino al mundo”. Esas presencias abarcan gran parte de mi porción del mundo: Néstor Gea, poeta, militante social, autor de la canción “Kolla en la ciudad”; Germán Lozano, militante de   los DDHH; Álvaro Zúñiga, mi gran amigo desde la infancia; y Miguel Plaza, mi padre. Familia,  poesía, militancia, amistades, territorio. También hago referencia a mi madre y a mi esposa, como una figura retórica de superponer pasado y presente: lo que queda, lo que somos, después de la muerte.

Guillermo Plaza: “La muerte nunca es el final del ser”

Nuevamente, y como es el caso de tu proyecto literario que, a diferencia de quienes operan cierto extractivismo cultural a la cultura de los pueblos originarios -apropiándose de conceptos o elementos simbólicos de las etnias para sus productos-, tu libro indaga y se reconoce en estos universos dialécticos y ancestrales, ¿cómo es escribir en la actualidad una literatura íntimamente conectada con los pueblos ancestrales e incluir en tus composiciones este compromiso?

Lo ancestral proviene de mis raíces paternas. Luego de vivir casi 10 años en Córdoba, volví a Salta en el año 2015, donde residí 5 años en Cachi y Molinos. En ese lapso de tiempo volví a reencontrarme con la espiritualidad y con las luchas del pueblo diaguita. Participé en las asambleas, en acciones de defensa del territorio y en las ceremonias ancestrales. Creo que mis libros y mi proyecto literario se ven reflejados en esa búsqueda y proceso colectivo. Hoy en día no es condición obligatoria vivir en el cerro para ser diaguita, si bien nuestras guacas (espacios sagrados) radican allí. El poeta chileno David Aniñir elabora el concepto de “Mapurbe”, una mirada estética y poética de identidad mapuche contemporánea en la urbe. Justamente debido al desmonte, al capital inmobiliario y a la falta de oportunidades laborales, en las ciudades también se halla la resistencia: el vivir, el sentir y el ser diaguita.

A la hora de discurrir sobre uno de los grandes tópicos poéticos de la historia como lo es la muerte, recurriste a fórmulas breves, capitulares y, por supuesto, el poema IX, demuestra que el libro no es un rejunte de homenajes necrológicos, sino que también elucubra sobre la propia muerte, ¿en qué estado de reflexión crees que se encuentra la discusión de este tema?

La muerte es un tema universal. Para la cosmovisión andina la muerte nunca es el final o la culminación del ser, sino más bien es la continuidad dentro de una totalidad existencial y universal. En este sentido la muerte es como un gran viaje hacia otra dimensión, hacia otro plano de la vida. Sin embargo no se abandona la pertenencia a este mundo: nuestros muertos habitan las estrellas, los ríos, los cardones y nuestros sueños. Se contactan con nosotros, nos visitan, nos protegen o sencillamente nos saludan. Para los diaguitas, y para el universo andino, la muerte es un paso trascendental en la vida porque la vida retorna a su principio.

La concepción de la vida y de la muerte no tiene un carácter lineal sino cíclico: uno nace para morir y después de la muerte, para volver a la vida.

¿Cómo se llevó a cabo la edición del libro y qué características tiene? ¿Cuáles son los planes para presentarlo próximamente?

Con Rolando Vargas, de la editorial El Demiurgo, pudimos concretar la edición del libro a contrarreloj. La urgencia del asunto radica en que el próximo viernes 5 de abril, se conmemora un año del fallecimiento de mi padre, motivo por el cual realizaremos la presentación ese mismo día a las 19.30 en Patio Norte (Mitre 1211). La tapa del libro es una foto del mural que realizó Jesús Flores Walpaq en mi casa el año pasado, inspirado en el poema “Entierro de Cachi” que le dediqué a mi padre.

Guillermo Plaza: “La muerte nunca es el final del ser”

Siendo tu quinta publicación, ¿cómo crees que ha ido evolucionando tu obra desde la publicación de “Poesía íntima” (2012) a la actualidad (teniendo en cuenta la participación en ferias y festivales)?

Creo que, de todas mis obras, “Poemas de resistencia” (2021) fue el libro que me permitió viajar y conocer a diferentes personas del mundo artístico, académico y militante. Pude presentarlo en Salta Capital, Cachi, Jujuy, Tucumán, Córdoba y Catamarca. Particularmente en Belén (Catamarca) pude compartir con distintos hermanos y hermanas diaguitas, conocer sus luchas y conversar sobre asuntos muy profundos que, en gran medida, contribuyeron a la elaboración de este nuevo poemario: la vida, la muerte, las reencarnaciones, el uso medicinal de la huachuma y la protección de nuestros ancestros. En cuanto a lo estrictamente literario, fui aprendiendo (a fuerza de errores y algunos aciertos), el oficio de poeta: a moldear cada palabra, a identificar el sentido y sonido del poema y a intentar lograr la unidad estética y temática en un libro.

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