Un robo simbólico reivindicó a Videla horas antes de que Kirchner bajara su retrato

Un robo simbólico reivindicó a Videla horas antes de que Kirchner bajara su retrato

En “El cuadro”, los periodistas Sánchez Mariño y Zocchi reconstruyen el intento de boicot al acto considerado punto de partida del kirchnerismo. “Es un hecho periodístico desconocido y relevante para la historia del país”, dicen Videla, Massera y Agosti integraban la Junta Militar que dio el golpe de Estado el 24 de marzo de 1976.

COLEGIO MILITAR, 24/03/2004. Kirchner observa cómo Bendini descuelga el cuadro de Videla. COLEGIO MILITAR, 24/03/2004. Kirchner observa cómo Bendini descuelga el cuadro de Videla.

Una foto sería el punto de partida del kirchnerismo: en ella, el entonces presidente Néstor Kirchner observa cómo el jefe del Ejército, Roberto Bendini, cumple la orden que acaba de darle, y descuelga el retrato de Jorge Rafael Videla, miembro de la Junta Militar. Luego, Bendini saca la imagen de Reynaldo Bignone, presidente de facto del tramo final de la dictadura, del hall de directores del Colegio Militar. El día antes de que eso ocurriera, el 23 de marzo de 2004, otra foto también se convertía en el principio de algo, tal vez de una corriente de desagravio: se trata de la que originalmente el Colegio había colgado para homenajear a Videla y que robaron ocho cadetes enterados de la intención de Kirchner. Ese hecho permaneció en silencio, según los periodistas Joaquín Sánchez Mariño y Julián Zocchi, y, salvo un grupo minúsculo, nadie supo que el ex Presidente se había visto obligado a revelar una copia de la instantánea de Videla para salvar el mensaje que quería dar en su primer 24 de Marzo, día de rememoración del último Golpe contra la democracia.

El intento de sabotaje es reconstruido en “El cuadro. Un grupo de ladrones, el retrato original de Videla y un robo: el boicot secreto al acto en el que nació el kirchnerismo” (Espejo de la Argentina/Planeta), la investigación que Sánchez Mariño y Zocchi publicaron este año. En una entrevista remota con LA GACETA, los coautores sugieren que esta sustracción inadvertida simboliza las distintas argentinas que conviven en el mismo territorio nacional cuando de pensar la revisión del régimen militar acaecida a partir de 2003 se trata. Un detalle se desprende de esta historia tan llamativa: se desconoce qué pasó con los cuadros en cuestión, aunque abundan las versiones acerca de quiénes serían los que los guardan celosamente, tal vez con la esperanza de reponerlos.

-¿Qué les había interesado más del cuadro: la historia fáctica o simbólica?

Sánchez Mariño: -Lo que da origen al libro es un dato sobre el cuadro que nos hizo descubrir que había una historia no contada acerca de él y que valía la pena hacer una investigación. Pero es obvio que el interés va más allá del cuadro, y está detrás de lo que se ve, en su simbología, y en la trastienda política e histórica que le da mayor valor. La historia del robo del cuadro perpetrado un día antes de que Kirchner lo descolgara nos llamó la atención como todo hecho periodístico desconocido y nos pareció relevante por su significado para el país.

Zocchi: -Muchos seguidores y militantes kirchneristas consideran al episodio del retiro del cuadro de Videla como un acto fundacional de ese movimiento. Entonces, el robo del retrato original tiene una carga enorme, además de ser una reivindicación al dictador más grande de la historia reciente de la Argentina. Por otro lado, la sustracción revela la puja que había entre el Ejército y las autoridades políticas que gobernaban en aquel momento. Muchas veces nos preguntan si fue una farsa que Kirchner descolgara un cuadro que era una copia, y yo creo que hubiera sido así si no ocurría todo lo que pasó después con la reactivación de los juicios por delitos de lesa humanidad y la condena de más de 1.000 militares.

-¿La defenestración oficial de Videla fue una especie de habilitación política para que avanzaran los procesos penales detenidos por las leyes de obediencia debida y punto final, cuya anulación fue avalada por la Corte de la Nación en 2005?

Zocchi: -Sí, es un primer paso, pero me da la sensación de que Kirchner tenía muy claro el significado de ese acto y cómo iba a impactar en la sociedad, y que iba a ser una instancia más para la reactivación de los juicios. Si nos remitimos a las pruebas, vemos que el Estado impulsó de un modo decidido esa agenda.

-¿Existe todavía el cuadro original de Videla que estaba colgado en el Colegio Militar?

Sánchez Mariño:-Existen tres cuadros. Se podría decir que el original es el primero: un óleo que colgaron en la década de 1970 cuando Videla deja la dirección del Colegio Militar. La tradición mandaba en ese momento homenajear a los directores salientes con un retrato pintado, que se colocaba en la galería del Patio de Honor. Pero ese óleo no fue robado, sino que tuvo un destino mucho más curioso.

-¿Cuál?

Sánchez Mariño:-Tanto la pintura dedicada a Videla como la de Reynaldo Bignone, que también tenía la suya, fueron reemplazadas por fotografías de los respectivos generales. Bignone era presidente de facto cuando el Colegio Militar se dispone a colgar su óleo, acto al que también había sido invitado Videla. La historia cuenta que allí se dio todo un debate estético que Julián relata mejor, así que le cedo la palabra.

Zocchi:-Bignone y Videla asisten a la reunión en el Colegio Militar con sus esposas, y resulta que, cuando descubren el óleo del primero, su cónyuge (Nilda Raquel Belén) le dice “Negro, vos sos feo, pero no tanto como te pintaron. Hacé que lo saquen y que, en su lugar, pongan una foto”. Es increíble el poder que tenían las mujeres de estos hombres tan duros porque, al parecer, enseguida la esposa de Videla, (Alicia) Raquel Hartridge (Lacoste), se suma a la iniciativa respecto de su marido, y así fue cómo el Colegio Militar dejó de lado la tradición de los óleos hasta entonces observada a rajatabla, y adoptó la fotografía con Bignone y Videla. También es este giro curioso el que, después, permitirá a Kirchner descolgar la imagen porque, si hubiera sido un óleo, no habría habido manera de reemplazarlo en pocas horas, como sí fue posible hacer con la fotografía.

Sánchez Mariño:-La copia se colocó con rapidez porque, además, el fotógrafo del Colegio Militar trabaja allí desde hace casi 70 años. Entró a los 14 para desempeñarse con su padre y, luego, lo sustituyó. Se llama Luis Villordo.

INVESTIGADORES DEL CUADRO. Los periodistas Joaquín Sánchez Mariño (izquierda) y Julián Zocchi. INVESTIGADORES DEL CUADRO. Los periodistas Joaquín Sánchez Mariño (izquierda) y Julián Zocchi.

-¿Qué pasó cuando Kirchner o los miembros del Gobierno se enteraron de que habían robado el cuadro de Videla horas antes de que pudieran bajarlo?

Zocchi:-En realidad, el marco de la primera foto quedó en su lugar. Lo que hicieron los cadetes que organizaron este operativo para robar el cuadro de Videla es romper el vidrio contra el piso; sacar la imagen y doblarla como si fuera un tubo; salir corriendo y llegar hasta la posta donde pasaron la foto a un cómplice que pudo sacarla del Colegio tranquilamente. Cuando advirtieron lo que había pasado, la imagen de Videla ya viajaba en un tren hacia la Capital Federal.

-Lo de estos ocho cadetes, ¿fue una travesura o un acto ideológico muy decidido?

Sánchez Mariño:-Tu pregunta describe perfectamente las dos formas de ver este acontecimiento. Podemos pensar benévolamente porque los autores tenían entre 19 y 20 años, pero, aún así, se trató de un acto político e ideológico evidente. Algunos de ellos eran hijos de militares de alto rango por lo que resulta difícil que este intento de boicot no haya buscado alguna clase de intencionalidad, aunque no sabemos si eran conscientes de la gravedad de lo que estaban haciendo puesto que estaban rebelándose contra una orden del comandante en jefe (el Presidente de la Nación).

Zocchi:-No creo demasiado en la inocencia de lo que pasó. Nosotros hablamos con uno de los cabecillas de este robo, y escuchamos ideas, como la teoría de los dos demonios, que parecían enterradas y que ahora resurgieron quizá de la mano de la fuerza de derecha que llegó al balotaje. La escena final del libro despeja cualquier clase de duda: estos jóvenes reivindicaban la figura de Videla. Y es algo peligroso porque hoy son oficiales que están haciendo carrera en el Ejército.

-¿El Colegio Militar investigó el robo del cuadro de Videla?

Zocchi:-Tanto las Fuerzas Armadas como el Gobierno hicieron la vista gorda. No hubo legajo ni investigación, sino que el cuadro se reemplazó a tiempo para que Kirchner dispusiera su retiro.

-¿Pero no se abrió un sumario ni se determinaron responsabilidades?

Sánchez Mariño:-La respuesta oficial es que, si hubo una investigación, pasaron tantos años que ya no está disponible. No obstante eso, nosotros sabemos por respuestas confidenciales que se decidió no indagar sobre lo ocurrido. No hubo sanciones. Se tapó probablemente por empatía con los autores.

Zocchi:-Tal vez era problemático para el Ejército meterse en ese asunto. La cuestión es que antes de que Kirchner bajara el cuadro de Videla ya se sabía que eso iba a pasar. Es algo que fue anunciado con antelación, por ejemplo, en “Página/12”.

-No les voy a preguntar dónde está la foto robada, pero sí si ustedes la vieron.

Sánchez Mariño:-No. La vimos solamente en imágenes de archivo tomadas antes del robo.

-¿Y qué pasó con los primeros óleos de Bignone y de Videla reemplazados por sus fotografías?

Sánchez Mariño:-Intentamos averiguar, pero en el Colegio Militar dijeron que no tienen registro. Nadie sabe o nadie quiso decir dónde colocaron los óleos (rechazados por las esposas de Bignone y de Videla) y los cuadros bajados por orden de Kirchner. Lo que se conoce es que, después del acto del 24 de marzo de 2004, las fotos fueron llevadas hasta la oficina del entonces director (Raúl Horacio) Gallardo, quien no quiso hablar con nosotros. Es decir, se desconoce el paradero de los tres cuadros de Videla.

-¿Qué sensación les queda después de haber investigado y contado estos hechos?

Sánchez Mariño:-Hubo guerras que terminaron y, sin embargo, algunos combatientes siguieron en sus trincheras durante años esperando a sus enemigos. Los cadetes que robaron la foto de Videla me hacen acordar a esos soldados. La sociedad ya estaba en otra instancia y en otro momento, pero hubo gente que continuó añorando la guerra. La batalla ya pasó y quedó saldada. En ese sentido me parece un acierto del Ejército y del Gobierno haber ocultado, tal vez, el robo del cuadro de Videla porque revive viejos fantasmas. Me pregunto muchas veces qué hubiera pasado si esto se conocía en su momento: creo que era necesario concentrarnos en otras cosas.

Zocchi:-Intentamos contar esta historia sin opinar demasiado. Tal vez nos hubiera servido hacerlo con más tendencia, pero nos parecía que los hechos se contaban solos y eran tan elocuentes que no hacía falta que nosotros opinemos. Si hay una persona que reivindica a Videla, no es necesario adjetivar. Está todo muy claro y finalmente el libro se tornó muy actual porque estos (cadetes) marginales, que siguen siendo seres no identificados porque no revelamos sus nombres, están dando vueltas, y una marginal como Victoria Villarruel es candidata a vicepresidenta. Pero me quedo con la idea de que alguien tan simbólico como Videla se quedó sin homenaje militar y eso es un logro de la democracia. Aquí los dictadores terminaron su vida presos y no en mansiones, como en otros lugares del mundo.

Bios

Julián Zocchi (General Belgrano, 1980)
Es periodista recibido en la Universidad Nacional de La Plata. Trabajó durante 14 años en la revista Gente. También escribió en la revista Viva y en Infobae, entre otros medios. Actualmente es editor de la sección Deportes de la web del diario Clarín.

Joaquín Sánchez Mariño (Buenos Aires, 1985)
Es licenciado en Comunicación Social y escritor. Publicó las novelas “Mi tonto, ansioso, equivocado yo” (2014) y “La novela de algún otro” (2012), y el libro de crónicas “En Venezuela” (2019). Junto a Enrique Piñeyro, fundó Antártica Press, un medio dedicado a coberturas en el mundo.

Comentarios