El “péndulo” electoral obsesiona a los candidatos

El “péndulo” electoral obsesiona a los candidatos

De las elecciones de 2019 a las PASO de agosto los guarismos marcaron idas y vueltas. Los postulantes buscan cautivar a casi 14 millones de electores

CEÑIDO. Unos 633.000 votos separan a los tres principales candidatos; una cifra insignificante que hace que nada esté dicho respecto de la definición. CEÑIDO. Unos 633.000 votos separan a los tres principales candidatos; una cifra insignificante que hace que nada esté dicho respecto de la definición.

Si, como afirma Carlos Gardel, 20 años es nada, ¿qué decir de cuatro? Para muchos, la elección presidencial que consagró en primera vuelta a la fórmula conformada por Alberto Fernández y por Cristina Fernández -por sobre la dupla que integraban Mauricio Macri y Miguel Ángel Pichetto- sucedieron “ayer”. Sin embargo, desde aquel domingo 27 de octubre de 2019 hasta hoy transcurrieron 1.453 días.

La medición del tiempo resulta confusa, porque dentro de esos tres años, 11 meses y una jornada se ubica la parte más dura de la pandemia de covid-19, que mantuvo a casi todos los argentinos dentro de sus hogares. Esos largos meses, en los que nada parecía ocurrir, fueron “borrados” del conteo normal del calendario. Pero pasaron cosas. Por ejemplo, el electorado fluctuó entre la elección de 2019 y las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) del 13 de agosto.

Cuatro años atrás

La elección presidencial de cuatro años atrás tuvo, por supuesto, una instancia previa que dio una idea de cómo iba a venir la mano: las PASO de agosto. En aquellas primarias, el binomio Fernández-Fernández, del Frente de Todos, había cosechado una significativa ventaja de un 47,78% de los votos frente a un 31,79% del equipo Macri-Pichetto, de Juntos por el Cambio.

Esos casi 16 puntos porcentuales entre una y otra lista habían resultado una sorpresa para muchos analistas, porque las encuestas que se habían ido difundiendo no daban cuenta de tamaña diferencia.

El triunfo del actual mandatario desnudaba la desilusión que había generado el entonces presidente en gran parte de la población, respecto de las políticas económicas y de las promesas incumplidas, como la lluvia de inversiones y la pobreza cero.

Pero de las PASO a las generales de ese año, los números de Juntos por el Cambio crecieron en mayor proporción que los del Frente de Todos. Mientras que los guarismos de este último aumentaron a un 48,24% -un poco menos de medio punto más-, los de la principal alianza opositora treparon a un 40,28% -casi un 8,5% más, en comparación con la cosecha de las PASO-.

Aunque al macrismo no le alcanzó para llegar al balotaje, la recuperación de votos evidenció que una parte importante del padrón cambió su forma de pensar la elección durante el período intermedio. Ese 8,5% significaron casi 2,7 millones de electores, sobre un total de poco más de 10,8 millones que terminaron votando por Macri-Pichetto.

Durante ese interregno entre agosto y octubre de 2019, Macri encabezó marchas en varias ciudades del país, que sin duda explican el crecimiento electoral entre las PASO y las generales. A esta acción militante se sumó un paquete de medidas para paliar la crítica situación económica.

También puede pensarse que algunos ciudadanos que en las PASO habían votado en blanco, cambiaron de idea en las generales. En las primarias esa categoría había alcanzado un 3,41% (882.633 votantes); en la general, un 1,6% (441.503 electores).

Por el contrario, el casi 0,5% de crecimiento del Frente de Todos significó unos 740.000 votos extra, con los cuales se acercó a los 13 millones de sufragios con los que ganó en primera vuelta.

Dos meses atrás

La diferencia más fuerte entre los comicios de 2019 y las PASO de agosto radica en la irrupción del candidato a presidente por La Libertad Avanza, Javier Milei. En febrero de aquel año fundaba su partido; es decir, no había tenido participación electoral previa.

En las PASO del 13 de agosto, el libertario consiguió un 29,86% de votos (7.352.244). Las dos listas que había presentado Juntos por el Cambio -lideradas por Particia Bullrich, quién finalmente se impuso en la interna, y por el jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta- lograron un 28% (6.895.941 votos). El oficialista Unión por la Patria -con la cosecha sumada del ministro de Economía, y actual candidato a presidente por el espacio, Sergio Massa, y por el dirigente social Juan Grabois-, llegó a un 27,28% (6.719.042 sufragios). En otras palabras, los tres principales espacios políticos terminaron separados por apenas un 2,58%, un escenario de fuerte paridad con miras a la elección general del domingo.

Analistas coinciden en que el voto duro de cada espacio está asegurado. Pero también en que las tres fuerzas muestran dificultades para crecer entre el electorado no propio. Los operadores de Bullrich se entusiasman al recordar la remontada de Macri entre las PASO y las generales de cuatro años atrás. Pero, ¿los contextos resultan comparables? Por ejemplo, entonces no participaba el “fenómeno Milei”.

Las peceras

A Milei lo separan de Massa apenas 633.202 votos. Una cifra insignificante en comparación con los casi 14 millones de sufragios que el domingo pueden llegar a cambiar de destino, respecto de dónde fueron en las PASO.

Este número surge de la suma de los electores que no se presentaron en las primarias; de los votos en blanco; de las adhesiones a las otras dos fuerzas que compiten, el Frente de Izquierda y de los Trabajadores - Unidad (FIT-U) y Hacemos por Nuestro País, y de los avales a las agrupaciones que no alcanzaron el mínimo de un 1,5% de los votos válidos para competir en las generales.

El abstencionismo de las PASO alcanzó a 10,5 millones de votantes (30,38%) -se espera que el domingo la participación crezca un 5%-. Otro 1,1 millón (4,78%) votó en blanco . Al Juan Schiaretti (Hacemos por Nuestro País) lo votaron 914.812 personas; y al FIT-U, unos 642.773 ciudadanos. Y a las fuerzas que quedaron fuera de carrera, 720.928.

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