La mesa vacía

“Una cosa es alguien que no tiene para comer y otra quien no llega a fin de mes. Lo que sí podemos estar seguros es de que en la Argentina no hay hambre”.

Gabriela Cerruti es la vocera presidencial. En otras palabras, es la que comunica los pensamientos del presidente Alberto Fernández. Y como tal hizo esta afirmación hace tan sólo un mes. Justo después fueron las PASO en Argentina y el Gobierno recibió un fenomenal revés, no sólo de parte de una oposición consolidada como lo es Juntos por el Cambio, sino sobre todo por un outsider de la política como Javier Milei que, sin dudas, logró acaparar el enojo de los votantes que le dieron un respaldo histórico.

Cerruti, se repite, es la voz del Gobierno. Fue ella la que a mediados de junio aseguró que “Alberto Fernández va a ser recordado como alguien que hizo una gran presidencia”. Esta semana, además, cargó contra la oposición, sobre todo contra Milei, asegurando, sin hacer ninguna denuncia correspondiente, que era el autor intelectual de los ataques piraña y de los saqueos que se estaban produciendo en algunos lugares del país.

El principal problema es que los datos que maneja la vocera parecen estar lejos de la realidad, y son contrastados por estudios como por ejemplo los del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA. Según ese análisis, en el apartado sobre los resultados respecto del derecho a la alimentación, explica: “Los datos construidos indican que el derecho a la alimentación de niños, niñas y adolescentes (NNyA) en el país es una deuda pendiente cuyo balance general es negativo”. “Entre 2010 y 2022, la situación de inseguridad alimentaria se incrementó un 44%; sin embargo, el mayor deterioro se registra en los últimos cinco años. El peor momento de la serie fue en plena pandemia del 2020 llegando al 37,2%. Y, si bien en los últimos dos años pospandemia se registra una mejora, los niveles de privación alimentaria afectan a un tercio de la población de Niños, Niñas y Adolescencia en el segundo semestre del 2022”, señaló el documento.

Según los especialistas, la pobreza fue en el primer trimestre de este año de 38,7%. Se trata de un aumento de 4,4 puntos porcentuales con relación al mismo período de 2022 (34,3%). Esto implica que, en un año, se sumaron a la pobreza 1.169.808 personas. Y, a pesar de la ayuda social dispuesta por el Gobierno, ingresaron a la indigencia 208.797 personas, en un salto anual que fue del 8,2% en el primer trimestre del año pasado a 8,8% en este. A esta debacle se suma la situación educativa en el país. Según la ONG Argentinos por la Educación, sólo 13 de cada 100 estudiantes que comenzaron primer grado en 2011 llegaron al final de la secundaria en el tiempo teórico esperado, en 2022, y con conocimientos satisfactorios de Lengua y Matemática. La cifra, basada en datos posteriores a la pandemia, supone un retroceso con respecto a los resultados previos de alumnos, como los de 2005-2016 y 2009-2020. Es decir que a nivel nacional, de cada 100 estudiantes que comenzaron su escolaridad en 2011, 61 llegaron al último año de la secundaria en el tiempo esperado (12 años después). Esta cifra es mayor que las de anteriores: contrasta con un 46% en la cohorte 2005-2016 y un 53% en la 2009-2020, lo que muestra un aumento gradual en el porcentaje de estudiantes que llegan al último año a tiempo. Todo lo que ya venía mal, empeoró en los últimos años. Durante la gestión de Mauricio Macri, los salarios en general tuvieron una baja real de 2,6 %; la pobreza alcanzó 8,1 puntos hasta 35,4 % en el primer semestre, y la indigencia pasó a 7,7 %, según la .Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), y aseguró que durante esos años aumentó a 5 millones el número de personas con inseguridad alimentaria grave. Pero la actual gestión incrementó todos esos índices.

En contraste con los dichos de la vocera, en Argentina no solo crece la pobreza entre los menores, sino que también lo hace el hambre, es decir, la indigencia. El porcentaje de pobreza infantil en el primer trimestre de 2022 era de 48,1% y se disparó a 55,7% en el mismo período de este año: 618.979 chicos cayeron en la pobreza en tan solo un año. Y la cantidad de chicos indigentes pasó de 967.111 (12,1%) en el primer trimestre de 2022 a 1.059.964 (13,2%) en el mismo período de este año. Son 92.853 niños y adolescentes que hace un año no tenían hambre y que ahora no acceden a una canasta mínima de alimentos.

Hasta organismos internacionales contrastan las apreciaciones del oficialismo. A principios de año Unicef informó que dos de cada tres niñas y niños de la Argentina (66%) son pobres por ingresos o están privados de derechos básicos, como el acceso a la educación, la protección social, a una vivienda o un baño adecuado, al agua o a un hábitat seguro.

Mientras Cerruti afirma que “no es cierto que seis de cada 10 niños en Argentina tengan hambre”, el país se debate en una virulenta contienda política en la que los principales candidatos dicen tener la solución para lo que nos está pasando. Nadie puede sorprenderse con la irrupción de Milei luego de años de votar a los mismos y que los problemas sólo se agraven. Hoy Argentina es un país arrasado y sin líderes, pero lo peor es que tampoco tiene futuro, basados en los indicadores descriptos. Tenemos una niñez con hambre y con altos índices de analfabetismo. Ya a principios de año, cuando el Papa criticó la pobreza y la inflación que someten a los argentinos, Cerruti retomó la estrategia que desde el principio sostiene este gobierno: todos los males que nos acucian son culpa de Mauricio Macri. “Cuando el Papa dice que la política hizo que esta economía estuviera como está, todos sabemos que es producto de los cuatro años de Mauricio Macri que estamos todavía remontando”, aseguró la vocera. Pero después se preguntan cómo pueden haber quedado terceros en las PASO…

Una de las promesas de Fernández, cuando se postulaba para presidente, fue terminar con el hambre en Argentina. Tal vez no muchos lo recuerden pero llegó a crearse algo que se denominó “Mesa contra el hambre”, cuyo objetivo era “debatir con representantes de la sociedad civil y el sector privado políticas sociales y económicas para combatir la desnutrición y la malnutrición en el país”. Los que la componían, con el presidente incluido además de representantes del sector productivo, de la cultura e intelectuales, se reunieron cinco veces, la última vez en mayo de 2021. Y no se obtuvo ningún resultado. Desde entonces, la mesa quedó vacía. Debe haber habido otros problemas más graves que solucionar…

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