Enamorarse de un amigo

10 Jul 2021
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IMAGEN ILUSTRATIVA

La amistad entre dos personas muchas veces encubre atracción sexual, consciente o inconsciente, al menos de una de ellas. Ya que por lo general elegimos como amigos/as a personas con quienes compartimos intereses, valores, sentido del humor. Por eso, en realidad, no es tan raro que de pronto empecemos a mirar de otra forma a alguien cercano, por el que sentimos afecto y con quien tenemos intimidad. Más bien cabría preguntarse cómo es que, compartiendo tanto, no se comparte también el sexo. La sexóloga argentina Verónica Kenigstein afirma que esta afinidad “no necesariamente implica que ambos estén dispuestos a la cercanía física y erótica, porque algunos gustos en común no aseguran compatibilidad energética y sexual, que es lo que, además de un proyecto de vida compartido, determina la diferencia entre una pareja y la amistad”.

Hay quienes aseguran que, cuando dos personas son los mejores amigos y hay una atracción sexual encubierta, lo que impide que vayan a la cama es la represión (de una de las partes), más o menos consciente, por conveniencia o por decisión. Quizás uno esté casado o enamorado de otro, se quiera proteger una relación laboral o pesen razones religiosas, morales, culturales.

¿Qué hace que una persona se enamore de su amigo/a? ¿Por qué se pasa de un vínculo aparentemente asexuado al interés sexual?

Según Kenigstein, “las causas pueden variar, y todas tienen que ver con descubrir cómo es el acercamiento, porque con un amigo se comparten muchas cosas. Por ejemplo, puede ser que uno de ellos estuviera en pareja y dejó de estarlo, pueden descubrir que tienen una visión similar de la vida y valores comunes; es como si se abriera una puertita que estaba cerrada. El amor es uno solo, lo que cambia es la mirada” (en la película “La boda de mi mejor amigo” -foto-, lo que despertaba el amor del personaje encarnado por Julia Roberts era la noticia de que su amigo había conocido a alguien y decidido casarse; es decir, la posibilidad de perderlo para siempre).

Si el sentimiento es compartido será posible entonces redefinir la relación y empezar a construir juntos un vínculo nuevo. De hecho, muchas parejas empezaron siendo amigos. El problema se presenta, obviamente, cuando esa atracción no es mutua. Pero, ¿acaso podemos elegir de quién enamorarnos? Cuando aparecen estos sentimientos es muy difícil ponerles freno (además de que enamorarse es casi siempre algo placentero de experimentar). Pero lo que sí se puede elegir es qué actitud tomar frente a la nueva situación, considerando los pros y los contras.

Cuando la atracción no es recíproca y alguno de los dos -en general el que ama y no es amado- no puede lidiar con lo que ocurre, la desventaja más evidente es la pérdida de una relación valiosa.

¿Es conveniente confesar lo que se siente? Siempre que se esté seguro/a de que no se trata de algo pasajero, lo mejor es ser francos. Pero, ojo, estando dispuestos/as a respetar lo que le pasa al otro y asumiendo que existe el riesgo de no ser correspondidos/as. Y, si esto ocurre, lamentablemente lo más probable es que el vínculo se vuelva vulnerable y acabe por disolverse.

En otros casos, dice Kenigstein, es necesario un distanciamiento para reflexionar y aceptar lo que es. La persona enamorada seguramente atravesará un período de mucha tristeza. “Es importante vivir el duelo, dejar pasar un tiempo y, si se añoran los momentos compartidos, si los intereses comunes son valiosos, si se siente que al dejar la amistad se pierde algo importante, entonces quizás sea posible un nuevo acercamiento, siempre protegiéndose para que no sea dañino”.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.