Acerca de la vagina

14 Mar 2021
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Acerca de la vagina

La vagina forma parte de los órganos genitales internos. Aunque su orificio de entrada, denominado “introito”, puede incluirse en los externos. Se trata, en realidad, de un canal virtual, porque solo cobra vida en el momento del coito, del parto o cuando se introducen los dedos, un tampón, un espéculo, un juguete sexual. Fuera de esas circunstancias, sus paredes se tocan, apoyadas una contra la otra. La vagina se extiende desde su entrada en la vulva hasta el cuello del útero y mide entre 7 y 10 cm. de largo, y 3 a 5 cm. de diámetro, en estado de reposo. 
Muchas personas piensan que la vagina es algo frágil y que requiere cuidados muy especiales: uno más de los tantos mitos que rodean a la sexualidad femenina. Este órgano no solo posee una enorme elasticidad -basta pensar en el parto- sino que en cierto sentido es mucho más fuerte y menos delicado que el pene.
Pero la sensibilidad vaginal no es homogénea. El vestíbulo o introito suele ser muy sensible a la estimulación, lo mismo que su primer tercio, flanqueado por las raíces y bulbos clitorianos y con numerosas terminaciones nerviosas. Y es esta la porción que se contrae involuntariamente durante los espasmos orgásmicos. Características que suelen incluirse entre los argumentos para asegurar que, en orden al placer, “el tamaño no importa”.

El cérvix y el cul-de-sac

Ya es casi trillada la referencia al punto G -que es más bien una zona- y su capacidad de producir placer al ser estimulado. Poco se dice, en cambio, acerca de las mismas bondades respecto del cérvix o cuello uterino y el fondo del saco vaginal posterior, también llamado cul-de-sac (“callejón sin salida”, en francés). Es cierto que a muchas mujeres les molesta que el pene toque su cuello uterino, sobre todo si lo golpea. Pero otras disfrutan de esta estimulación e incluso alcanzan el orgasmo.
A mediados de la década de 1990, la doctora Berverly Whipple, una de las redescubridoras del G-spot, llevó a cabo una serie de investigaciones en pacientes con la médula espinal totalmente dañada. Para ello, a las participantes se les ajustó un diafragma en el cérvix, que podían estimular mediante un tampón. Los resultados vinieron a confirmar la enorme sensibilidad del cuello uterino: varias de las pacientes llegaron al clímax y en el grupo de control -mujeres sin ninguna lesión- los resultados fueron proporcionales.

Posturas adecuadas

Cuando se alcanza un alto grado de excitación sexual, los músculos del útero se tensan y éste se eleva, dejando al descubierto o liberando el fondo del saco vaginal posterior, habitualmente cubierto por él. Entonces, en relaciones sexuales con penetración, quien penetra puede abandonar el movimiento de vaivén y presionar con empujes cortos esta zona.
Las tres posturas coitales más adecuadas para esta estimulación (que puede combinarse con la estimulación manual del clítoris) son: la cópula desde atrás; la mujer boca arriba, abrazando sus propias piernas (de forma que sus rodillas toquen su pecho) o apoyando las pantorrillas sobre los hombros del partener; y la mujer encima, posición que permite una gran movilidad. En esta última, algunas recomiendan colocarse de espaldas, mirando en dirección a los pies de la pareja.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.