Focalización sensorial

31 Ene 2021
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Focalización sensorial

Un componente clave en las terapias sexuales es la prescripción de “tareas” para hacer en la casa. Entre ellas, muy importante es la “focalización sensorial”, cuyo objetivo es que el paciente -o la pareja- identifique y se conecte con sus sensaciones corporales. Dejando de lado la performance o el logro de determinado objetivo (el orgasmo, por ejemplo), para así concentrarse en las caricias y exploraciones, sin la obligación de “cumplir”. De hecho, el ejercicio parte de la prohibición expresa de practicar de inmediato el coito.
Creada originalmente por Masters y Johnson, pareja pionera de la sexología que comenzó su trabajo en los años 50, algunas/os especialistas recomiendan la focalización sensorial -en una versión más libre- como un juego dentro del repertorio sexual, para cortar las rutinas y automatismos, para volver a conocerse.

Tres días

En el primer día, desnudos, uno se acuesta boca abajo y el otro lo acaricia suavemente desde la cabeza hasta la punta de los pies. Poniendo especial atención en aquellas zonas del cuerpo que no suelen estimular (como ser la parte de atrás de las rodillas o la anterior del codo). Está prohibido tocar los genitales, el ano y los pezones durante este primer ejercicio. Quien acaricia se concentra en lo que siente al tocar al otro, y el que recibe las caricias en las sensaciones que está experimentando. Puede indicar si desea ser estimulado con mayor o menor suavidad y rapidez, y dónde siente más placer. Pero la idea es no hablar, salvo lo necesario para que el otro comprenda lo que necesita. Después de un rato, el que está acostado se da vuelta para recibir los masajes en la parte frontal del cuerpo, de arriba abajo. Y, una vez más, cada uno se enfoca en lo que siente. Terminado el tiempo (unos 20 minutos en total), se intercambian los roles, y el que recibía las caricias ahora le toca darlas, según las mismas pautas antes referidas. Al finalizar el segundo turno, se terminó: está vedada cualquier práctica sexual. Aunque, si uno o los dos están muy excitados/as pueden masturbarse, pero a solas.
El segundo día se incluyen los genitales, el ano y los pezones, pero sin darles mayor importancia que a una mano, un hombro o cualquier otra parte del cuerpo. Es decir, no poniéndoles especial atención ni dedicándoles más tiempo que al resto. No se trata de llevar al otro al orgasmo, sino de provocarle sensaciones placenteras. Nuevamente, alrededor de 15 o 20 minutos cada uno. Y, una vez terminada la sesión, por muy excitados que estén tampoco pueden avanzar, salvo que se sientan muy frustrados, en cuyo caso, como el día anterior, pueden recurrir a la masturbación, pero a solas.
El tercer día, lo mismo: masaje en todo el cuerpo, salvo que ahora ya hay libertad para al final llevar al otro al orgasmo de la forma que se desee: estimulación manual, oral o practicando el coito. 
Lo recomendable es que después de cada experiencia dediquen unos minutos a comentar lo que sintieron: tal vez quieran destinar más días a los dos primeros ejercicios, o en el tercero sólo dar y recibir estimulación manual o sexo oral. Incluso pueden dejar de lado el coito durante más tiempo, para explorar otras prácticas sexuales y hasta volver “recargados” al reencuentro. Mientras ambos estén de acuerdo… ¿por qué no?

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.