Liberar la mente

15 Nov 2020
1

Liberar la mente

“Libera tu mente y el cuerpo te seguirá”, asegura un dicho popular. En su libro “Tu sexo es tuyo”, Sylvia de Béjar, la escritora española, experta en sexualidad humana y educación sexual, se refiere a la importancia de que las mujeres nos quitemos el corsé mental si queremos que experimentar una vida sexual plena. “En tu capacidad de darte permiso está la clave de todo”. Y sostiene, “el placer y la autocensura no hacen buenas migas”: es imposible gozar cuando nuestra mente está más pendiente de nuestro físico, del miedo a ser malas amantes, de si pedir o no pedir… de cualquier otra cosa.
Y en esta línea expone algunas ideas para acabar con la censora que la inmensa mayoría de las mujeres llevamos dentro. No se trata de fórmulas mágicas sino de un trabajo personal que implica responsabilizarse de la propia vida sexual y no vivirla en piloto automático.
En primer lugar, escucharse a una misma (y sobre todo, quererse). Esto implica plantearnos cómo vivimos emocional y físicamente la sexualidad, lo que queremos que siga igual, lo que creemos que debe mejorar y cómo lograrlo. “Es fundamental que entres en contacto con tus propios deseos y sentimientos, por lo que no olvides agudizar las antenas para detectar cualquier idea preconcebida, mito inalcanzable o miedo infundado que perjudique tu capacidad de disfrutar”. Nos insta a tomar conciencia de que la decisión acerca de cómo es -o va a ser- la propia vida sexual es absolutamente personal. A conectarnos con nuestro deseo e ir tras ello. ¿Acaso no lo merecemos?

Teoría y práctica

Otra cuestión importante es mantenerse informada, cuestionando, aprendiendo. El sexo –sobre todo el bueno- no es algo espontáneo y natural. No es que haya que andar poniéndole esfuerzos sobrehumanos pero sí habrá una gran diferencia si nos tomamos en serio nuestros conocimientos sexuales. Y no caemos en dar por ciertas las imágenes desvirtuadas que nos rodean acerca de lo que es la sexualidad, propuestas por los medios de comunicación, las películas o los muchos “habladores” (y habladoras) que cuentan versiones dudosas de la vida sexual que llevan.
Y, si bien a la teoría hay que conocerla… nada sustituye a la práctica, la cual, por supuesto, mejora mucho si le añadimos nuestra propia dosis de creatividad. “La idea es probar y adaptar lo que ya sabes o vas aprendiendo a tu forma de ser y a la de quien comparte tu cuerpo contigo”. Las cosas que nos gusten las iremos guardando para nuestro repertorio, las que no, las descartamos.

Atreverse a pedir

“Desafíate y permítete tropezar. Eres humana”. Siempre que haya respeto mutuo, es más que recomendable atreverse a pedir, a probar, a cometer equivocaciones, incluso a sentirse ridícula… “Recuerda que los que llegan a cierta edad y miran hacia atrás se arrepienten más de lo que dejaron de hacer por miedo a equivocarse que de los errores que cometieron”. En este sentido, recomienda que si algo de esto produce miedo (como pedir, por ejemplo, unas nalgadas o hacer un juego de roles), cabe preguntarse qué es lo más grave que podría ocurrir de atrevernos a expresar estos deseos. “Normalmente no suele ser tan terrible, y si puedes asumir lo peor (quizás que te diga que no), te resultará más fácil correr el riesgo. Si lo que te da miedo es que tu pareja te menosprecie por tus gustos y/o necesidades ¿no será que no te conviene?”
Por último, si la propia sexualidad es una fuente de conflictos, nos hace sufrir o creemos que lo necesitamos… la española aconseja no dilatar el buscar la ayuda de un buen terapeuta: “recuerda que tu vida sexual no es algo secundario y que merece tu atención”.

Comentarios

Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.