Tomar medidas

11 Oct 2020
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Ernest Hemingway y Scott Fitzgerald

Es evidente que muchas investigaciones se han dedicado a la medición del tamaño del pene. A esto se refiere el escritor británico Stephen Arnott en su libro “Sexo: manual del usuario”. Y consigna los hallazgos de quien fue quizás el investigador más famoso en la materia: Jacobus X –Louis Jacolliot-, médico del ejército francés quien consagró veintiocho años de su vida a esta tarea. La mayor parte de su trabajo la hizo alrededor de 1900. Jacobus llegó a la conclusión de que los penes más grandes correspondían a los africanos, con un promedio de 19,68 cm de largo. Entre éstos, rara vez encontró ejemplares de menos de 15,87 cm y no eran nada infrecuentes los que medían entre 22 y 24 cm. Un caballero sudanés era dueño de un “mástil monstruoso” de 33,02 cm de largo por 5,08 cm de diámetro.
El Ananga Ranga, texto hindú del siglo XVI, describe tres clases de hombres de acuerdo a sus medidas fálicas: los hombres “liebre”, los “toro” y los “caballo”. Según la experiencia de Jacobus, los naturales de la India se encontraban en el grado más bajo de la escala… la mayor parte eran “liebres”.
Respecto a los hombres blancos, se llevaron a cabo numerosos estudios al respecto, pero ninguno concluyente. Uno encontró un promedio de 15,24 cm, mientras otro lo estableció en 16,51 cm. Una tercera estadística entre occidentales apuntó que la mayor parte de los penes no erectos mide entre 8,89 y 10,16 cm de longitud. Lo más probable es que estos trabajos difieran porque en cada uno se ha seguido procedimientos diferentes.

Aumentar el tamaño

Desde muy antiguo se han buscado maneras de incrementar el tamaño del pene, algunas de ellas dolorosas. En 1503, Américo Vespucio, el explorador italiano al servicio de la corona española, informó que las nativas del Nuevo Mundo se servían de la mordedura de un lagarto ponzoñoso para incrementar el miembro de sus esposos. Al parecer, el procedimiento tenía éxito, pero el inflamado pene acababa estallando por “falta de cuidados”. Ciertas tribus obtenían resultados similares recurriendo a los aguijones de abeja.
El doctor Jacobus registró un método de agrandamiento que conoció en Guyana. Consistía en cortar por la mitad una berenjena y vaciar ambas partes por completo, lo que se hervía en agua con estricnina y harina, hasta obtener una pasta. A ésta se agregaban otros ingredientes y con el preparado se untaba el pene erecto, que a continuación era “guardado” entre las dos mitades de berenjena y se dejaba durante “varios minutos”, para luego proceder a descubrirlo y lavarlo. La mezcla había inflamado el miembro y, temporalmente, aumentado su erección y mejorado la calidad de la misma.
En la década de 1770 un británico enviado a Rusia refirió que muchos rusos tenían órganos sexuales muy largos debido a que sus nodrizas se los estiraban desde pequeños. Pero el estiramiento puede tener sus inconvenientes: los integrantes de una secta hindú cuelgan grandes piedras de su pene desde una edad temprana y, de hecho, al llegar a adultos consiguen unos miembros que llegan hasta el suelo. En este caso, el estiramiento se practica para obligar a la castidad, ya que es imposible que se produzca una erección.

Famosos por el tamaño

El bailarín ruso Vaslav Nijinsky tenía dificultades para encontrar suspensorios que no le resultasen grandes. Ernest Hemingway y Scott Fitzgerald, al parecer, también estaban poco desarrollados en la materia. De hecho el autor de “París era una fiesta” confesó que su pene tenía el mismo tamaño que su meñique, y Scott Fitzgerald contó que en una ocasión ambos escritores sacaron sus paquetes a la intemperie para compararlos.
Otros fueron más afortunados: se decía que Carlos II de Inglaterra tenía un órgano “tan largo como su cetro”. El pintor francés Toulouse-Lautrec estaba muy bien dotado, al punto que sus amigas prostitutas lo llamaban “el pene andante” (une verge á pattes). Rasputín tenía fama de poseer un órgano viril de 31 cm de largo. Antes de ejecutarlo, lo castraron y conservaron su don: se cuenta que tenía el aspecto de un plátano negro reseco. Entre los astros de Hollywood, Gary Cooper y Errol Flynn eran dos caballeros soberbiamente provistos. El último llegó a realizar emisiones radiales en las que tocaba el piano con su miembro.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.