Alineación coital

13 Jun 2020
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IMAGEN ILUSTRATIVA

En la década de los noventa fue muy publicitada la “técnica de alineación coital”, una variante de la clásica postura sexual del “misionero”. Creada por el psicoterapeuta y sexólogo estadounidense Edward Eichel, la definió por primera vez en 1988 en el "Journal of Sex & Marital Therapy". Su objetivo: aumentar la probabilidad de que la mujer alcanzara el orgasmo durante la penetración, favoreciendo la estimulación del clítoris. Y es que la mayoría de las posturas tradicionales (en relaciones sexuales pene-vagina) ofrecen muy poca estimulación a este órgano, verdadera fuente del placer femenino. 
Pero ojo: como lo han probado muchísimas investigaciones, el orgasmo por penetración produce en la mujer los mismos cambios físicos que el obtenido por otras vías. Es decir, no indica per se un mayor goce, ni más madurez sexual ni una calidad superior en el encuentro. Por eso, y aunque es obvio que no todos los orgasmos se sienten igual de placenteros, los factores que gravitan en este sentido no pasan –necesariamente- por ahí. Así y todo… ¿por qué no conocer de qué se trata la famosa “alineación”?

La técnica

Como en el “misionero”, la mujer se recuesta boca arriba, sobre una superficie cómoda, pero manteniendo sus piernas más bien cerradas y la pelvis algo elevada (se puede lograr colocando una almohada debajo). El hombre se ubica encima, de frente, con las piernas estiradas (puede ser por fuera de las de la mujer), sosteniendo el peso de su cuerpo sobre sus antebrazos, codos, muslos y rodillas. El contacto corporal debe ser el mayor posible pero sin aplastar a la mujer. Lo deseable es no estar tensos, porque sino se hará más difícil lograr la sincronización que en buena medida requiere esta técnica. 
Muy importante: la penetración no será completa, sino parcial, y los cuerpos deben acomodarse –dependiendo de sus proporciones- para que las caderas de ambos queden alineadas (de allí el nombre). Entonces, a un compás lento, controlado y constante, el hombre deberá moverse hacia arriba y hacia abajo (en lugar del típico bombeo hacia adelante y hacia atrás), de modo que con cada movimiento la porción libre de su miembro rozará con el clítoris. Ella acompañará con su cadera de forma ascendente y descendente, aunque ofreciendo una leve resistencia. De hecho toda la performance se concentra sólo en los movimientos pélvicos de ambos que, sin despegarse y manteniendo una ligera presión y contrapresión, realizan un balanceo rítmico y pausado.

A no apurarse

Es fundamental que los protagonistas no se dejen llevar por sus ganas de acabar con el asunto y sepan sostener el singular tempo –casi tántrico- que exige esta postura sexual. Algunos hombres pueden quejarse de no obtener la penetración profunda que desean. Muchas parejas, llegado un momento –quizás luego de que la mujer ha alcanzado el clímax- optan por cambiar a una posición con más empuje y potencia. En cualquier caso, entrenarse en esta técnica implica paciencia y práctica, por lo que definitivamente no es apta para ansiosos (aunque, por lo mismo, les puede ser terapéutica). 
Los que llegan a dominar la “alineación” aseguran que sus resultados son muy intensos e incluso que favorece los orgasmos simultáneos. Como siempre: la idea no es perseguir el logro de un objetivo, sino romper con la rutina, conocerse, divertirse, experimentar. 
De ser más confortable, la mujer puede colocarse arriba, lo que se denomina “alineación coital inversa”.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.