Señales costosas

25 Abr 2020
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Geoffrey Miller, psicólogo norteamericano -investigador del papel de la selección sexual en la evolución humana- postula una elaborada teoría acerca de la atracción. Hace hincapié en la importancia, a la hora del cortejo, de lo que llama “señalizaciones costosas”.

La idea es que, por ejemplo, nadie se toma en serio las exhibiciones de cualidades personales a menos que impliquen un costo, cierto grado de dificultad o sacrificio. Ya que, si cualquiera puede realizar dicha exhibición, ésta carece de valor: resulta trivialmente fácil de fingir. Se refiere, entre otras, a la danza, los deportes, las artes, las actividades benéficas, el sentido del humor. De ahí que con frecuencia las personas compartan en sus redes sociales fotos y videos que revelan estos “buenos hábitos” que requieren disciplina, constancia, destreza, talento… una forma, más o menos conciente, de “venderse”, de mostrar a los demás lo mejor de uno.

Pero la “señalización costosa” también se manifiesta en los regalos que le hacemos a ese/a que nos interesa. Miller pregunta, retóricamente: “¿Por qué iba un hombre a regalarle a una mujer un anillo de compromiso con un diamante inútil, si puede comprarle un papa grande y apetitosa, que al menos le serviría para comérsela?”. La respuesta es que, sencillamente, el gasto y la inutilidad del regalo constituyen su propia razón de ser. El diamante, a diferencia de la papa, se interpreta como un símbolo de amor, porque la mayoría de la gente sólo regalaría algo semejante a una persona a quien quiere. Toda una demostración de voluntad de compromiso. Y de riqueza, por supuesto.

No todo es dinero

Sin embargo, si vamos a hacer una de estas compras, debemos tener en cuenta que el factor dinero no lo es todo. El economista Tyler Cowen afirma que los mejores regalos para alguien con quien vivimos son cosas que nosotros mismos no querríamos. El planteo es que -sobre todo si la pareja está atravesando un momento difícil y queremos jugarnos con una sorpresa- si nos presentamos con algo que nosotros también deseamos, esto podría restarle puntos al gesto: no necesariamente denotaría amor.

Paul Bloom, profesor de Psicología de la Universidad de Yale, destaca otras “señales”: cambiarse el apellido, mudarse de casa o hacerse un tatuaje con el nombre de la persona amada. El matrimonio es, obviamente, la clásica señal de compromiso, y se vuelve más “costosa” cuanto más difícil sea divorciarse. Por eso plantea que los acuerdos prematrimoniales, por muy sensatos que puedan parecer, son riesgosos en este sentido: quienes los firman de alguna manera están revelando que el amor no los nubla tanto como para olvidarse de reducir al mínimo los costos en caso de una posible ruptura.

De más está decir que no todas las señales enviadas para demostrar amor y entrega son bien recibidas: algunas pueden ir demasiado lejos y percibirse en cambio como muestras de baja autoestima, desesperación o locura.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.