Sexo y estrechez mental

29 Feb 2020
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Es obvio que las razones que llevan a las personas a tener relaciones sexuales son múltiples y variadas. También resulta evidente que muchos “van por la vida con anteojeras”. Así lo afirman los investigadores de la Universidad de Massachusetts Sheree Conrad y Michael Milburn, que acuñaron el término “inteligencia sexual”. Y es tal cual: hay quienes se centran en una razón para tener sexo. Procrear, por ejemplo. Con frecuencia son los que tienden a hacer juicios morales acerca de lo que está “bien” y de lo que está “mal” en materia de sexo.

Por el contrario, las personas sexualmente inteligentes hacen el amor por más de una razón, mientras que aquellas que lo son menos se limitan a una sola. Incluso los que intelectualmente son concientes de que hay muchos motivos para hacerlo pueden estar influidos por actitudes más restrictivas y unidimensionales.

La famosa investigación sobre la inteligencia sexual fue realizada en una muestra de casi quinientas personas de distintos lugares de Estados Unidos y de alrededor de mundo, con edades comprendidas entre los 18 y los 64 años. Curiosamente, más de un 25% de los entrevistados estaban de acuerdo con la idea de que el sexo debía limitarse al matrimonio y a tener hijos. Sin duda una asociación que deja fuera todas las demás razones que tiene la gente para practicarlo –tanto en general como en una ocasión concreta-, lo que puede traducirse en un comportamiento sexual torpe.

¡Cuánta razón!

Conrad y Milburn se asombraron al ver el gran número de personas que, en materia de sexo, mostraban “una acusada estrechez mental”: a la pregunta de por qué tenían relaciones sexuales casi un 60% dio una sola razón, casi un 40% dos razones y una proporción mínima hizo referencia a tres o más razones. Cuantas más razones daba una persona para hacer el amor, mayor nivel alcanzaba en el test de inteligencia sexual.

Por otro lado, el número de razones predecía no solo el nivel de inteligencia sexual sino, más esencialmente aún, el grado de introspección que tenían respecto de sí mismos (lo que los investigadores bautizaron como el “yo sexual secreto”).

Pero ojo: no solo era un buen indicador el número, sino cuáles eran esas razones. Así, las personas con mayor inteligencia sexual hacen el amor para expresar cercanía o intimidad en una relación y para obtener placer físico: saben combinar ambos elementos y también distinguir una necesidad de otra. En cambio, quienes declararon hacen el amor solo para tener mayor intimidad con la pareja obtuvieron una puntuación inferior, y más baja todavía aquellos cuya única motivación era el placer físico.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.