¿Quién se hace cargo del placer?

02 Feb 2020
1

¿Quién se hace cargo del placer?

El orgasmo, la más breve, intensa y culminante etapa de la respuesta sexual constituye, como es bien sabido, uno de los principales motores de la conducta humana. Unos pocos segundos alrededor de los cuales –a casi sesenta años de la revolución sexual- siguen proliferando creencias erróneas, mitos e información falsa que muchas personas toman como verdad científica, con todas las consecuencias negativas que esto ocasiona.
Una de las falacias más corrientes que no siempre se esclarece es la siguiente: “el orgasmo de una persona es responsabilidad de su partener sexual”. Es algo de lo que el otro debe encargarse, es él –o ella- quien está obligado/a a proporcionarme ese placer y por lo tanto debería saber cómo hacerlo. Si no lo alcanzo, es su culpa.
Respecto de las relaciones heterosexuales, históricamente se nos ha educado a las mujeres a creer que los hombres “nacen sabiendo”. Sabiendo todo sobre su propio placer y, obviamente, sobre el placer femenino. Una idea que se vuelve absolutamente nociva para ambas partes, generadora de más ignorancia, desconcierto, ansiedad, temor, frustración, rencor, culpa.

La verdad sea dicha

Hay que decirlo con todas las letras: “Cada uno es responsable de su propio orgasmo”. Debemos hacernos cargo cada cual de su placer. Una responsabilidad que incluye, por supuesto, decirle al otro qué nos gusta, cómo nos gusta y qué no. Y que también implica, llegado el caso, la decisión de continuar –o no- en una relación con quien no muestra interés en lo que nos pasa o de acudir a un profesional a pedir ayuda si sentimos que tenemos dificultades para disfrutar del sexo.
Es evidente que estar dispuestos a “hacernos cargo” significa destinar tiempo a conocernos, explorar las propias sensaciones y respuestas a estímulos, las fantasías. También a cuestionar los límites que hemos puesto a nuestra experiencia y preguntarnos hasta qué punto no estamos dejando de lado posibilidades que la enriquecerían.
Se trata de una convocatoria que no sólo puede resultar estimulante y divertida sino que además… nunca termina. Porque si la vida es dinámica y con diferentes momentos y etapas, ¿por qué la sexualidad no habría de serlo también?

Comentarios

Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.