Magnus Hirschfeld, un pionero
En la historia de la lucha por los derechos de los homosexuales y de la
comunidad LGBT, se impone la referencia al médico alemán Magnus Hirschfeld,
hombre valiente y determinado, un verdadero adelantado a su tiempo.
Había nacido en
1868 en la ciudad prusiana de Kolberg –actual territorio polaco- en el seno de
una familia judía conservadora. En 1892, tras obtener su doctorado en Medicina
en Berlín, se mudó a París, donde trabajó un tiempo como periodista. Luego
regresó a Alemania, para ejercer su profesión en la ciudad de Magdeburgo.
Dicen que
mientras estudiaba medicina quedó impactado y enfurecido cuando, en una
conferencia sobre “degeneración sexual”, el profesor disertante presentó, como
si fuera un animal de laboratorio, a un hombre gay que había estado encerrado
por este motivo en un asilo durante treinta años.
Otro evento
habría de conmoverlo: un soldado acudió a verle una noche, profundamente
perturbado por sus tendencias, rogándole que lo atendiera. Hirschfeld se
resistió y le dijo que lo esperaba al día siguiente en su consultorio. Pero
unas horas más tarde, el soldado se suicidó.
Un gran activista
En 1897 Hirschfeld fundó el “Comité científico humanitario”, destinado a
promover la investigación y la educación sexual, a fin de desmantelar los
prejuicios homofóbicos y redactar una petición racional para anular el artículo
175 del código penal alemán, que condenaba la homosexualidad. Consiguió reunir
unas cinco mil firmas, donde figuraban muchos ciudadanos destacados, como
Albert Einstein, Hermann Hesse, Thomas Mann, Rainer Maria Rilke, Stefan Zweig y
Martin Buber. La petición se hizo en 1898, pero solo fue apoyada por la minoría
del Partido Socialdemócrata de izquierda. Se presentaría nuevamente más de
veinte años después, logrando ciertos progresos antes de la llegada de los
nazis al poder.
En 1908 publicó bajo su dirección la pionera “Revista de Sexología”, que
contó con la colaboración de Freud. En 1919 fundó en Berlín el “Instituto para
el estudio de la sexualidad”, el cual contenía una inmensa biblioteca, un
“Museo del sexo” y ofrecía servicios educativos y consultas médicas. Organizó
en 1921 el “Primer Congreso para la Reforma Sexual”, que derivaría en la
formación de la “Liga Mundial por la Reforma Sexual”.
Su activismo lo
expuso a serios riesgos. Cuando se presentaba a disertar en encuentros y
reuniones, con frecuencia era atacado por grupos de nazis o religiosos
homofóbicos. En una ocasión, acabó tirado en la calle con una fractura de
cráneo.
La quema de libros
Cuando Hitler
tomó el poder, una de sus primeras acciones fue disolver el Instituto, saquear
sus archivos y destruir la invaluable biblioteca en una gran hoguera (la quema
de los libros de Hirschfeld aparece en casi todos los documentales sobre los
nazis). De allí surgieron las famosas “listas rosadas” -clientes del Instituto-
que fueron utilizadas por la Gestapo para identificar a los homosexuales. Así
es como miles de hombres fueron arrestados y deportados a campos de
concentración, para “cortar de raíz” la transmisión de este “vicio”.
Cuando ocurrió el
ataque al Instituto, Hirschfeld estaba de viaje, en una gira por varios países
para divulgar la sexología y sus innovadoras ideas. Al quedar denunciado
públicamente como uno de los principales “criminales judíos” del país –una
sentencia de muerte- decidió no regresar a Alemania. Falleció en el exilio en
Niza el día que cumplía 67 años.