Parejas americanas

04 Nov 2018
1

Parejas americanas

A principios de los ochenta, el sociólogo Philip Blumstein y la socióloga y sexóloga Pepper Schwartz -ambos profesores de la Universidad de Washington en Seattle- publicaron American couples: money, work, sex (“Parejas americanas: dinero, trabajo, sexo”): una obra a destacar dentro de las investigaciones sobre parejas y sexualidad. Producto novedoso de un trabajo de encuestas que contrastaba las experiencias de cuatro tipos de parejas: heterosexuales casados y concubinos, homosexuales y lesbianas.

El cuestionario incluía un amplio espectro de temas: entre otros, el trabajo doméstico, el empleo, la vida sexual, la toma de decisiones, los niños, los ideales y las ambiciones, los amigos, los parientes. El objetivo era describir detalladamente aspectos mundanos y significativos de la vida de las parejas, identificar cuáles estaban relacionados con el bienestar o el conflicto y predecir rupturas, identificando sus causas.

Frecuencia sexual

Las conclusiones no fueron menores: las parejas que cohabitaban tenían más relaciones sexuales que las casadas y era raro encontrar problemas serios donde las relaciones sexuales fueran regulares. Pero de cualquier manera, alrededor de dos tercios de los casados todavía tenían sexo al menos una vez a la semana, incluso después de los 10 años. Y, si bien los gays llevaban la delantera en términos de frecuencia, luego de una década de estar juntos tenían menos que los casados o cohabitantes hétero que llevaban el mismo tiempo de relación. Uno de los datos más controvertidos fue que las lesbianas, independientemente de cuánto tiempo hubieran estado juntas, revelaron una frecuencia sexual mucho más baja que cualquier otro grupo.

Después de 10 años de matrimonio, cerca de un tercio de los maridos y de un cuarto de las esposas habían tenido relaciones sexuales fuera del matrimonio.

Puntualizaron además que los hombres disfrutaban de las relaciones sexuales, pero dándole mucha importancia a la variedad: diferentes posiciones y, más específicamente, sexo oral (tanto dar como recibir). También tenían mayores necesidades de frecuencia de sexo genital. Para las mujeres, las formas no genitales de intimidad -besarse, tocarse, abrazarse- eran más importantes que para los hombres.

Poder y dominio 

Los hombres casados mostraban una aversión tan intensa al trabajo doméstico que cuanto más lo hacían, menos felices eran, más peleaban con sus esposas y mayores eran las posibilidades de divorcio. Se registraron también otros factores de riesgo para los matrimonios, como que ellas fueran demasiado ambiciosas o ganaran mucho dinero. Sin duda, el fiel reflejo de una sociedad todavía extremadamente machista. Pero así y todo, Blumstein y Schwartz afirmaron que las parejas más felices eran las más iguales en poder, en libertad para iniciar los encuentros sexuales y en la toma de decisiones.

Al respecto, hombres y mujeres, independientemente de su orientación sexual, evidenciaron diferencias profundas: a ellas no les gustaba “dominar”, ser la pareja más poderosa, sentirse superiores; querían un equilibrio, la igualdad. Ellos, por el contrario, querían preservar su poder y dominio. Y en ese sentido las parejas gays la tenían más difícil que el resto.

Una muestra sesgada

Blumstein y Schwartz aplicaron su cuestionario a unas 6.000 parejas. Pero la muestra no fue aleatoria ni representativa de todas las "parejas estadounidenses". Les objetaron que –como pasa con la mayoría de las encuestas voluntarias- había sesgos: los participantes provenían de los alrededores de Nueva York, San Francisco y Seattle; eran en su mayoría blancos, ricos, ideológicamente moderados a liberales y profesionales universitarios. 

Sin embargo, se le reconoce el aporte significativo de haber realizado un estudio comparativo en profundidad -en una determinada área-objetivo- de esos cuatro tipos de pareja. En este sentido, fue una obra importante para asomarse al estado en que se encontraban las parejas en los turbulentos años ochenta.

 


Comentarios

Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.