Histerectomía y sexo
Se llama histerectomía a la intervención quirúrgica que consiste en la extirpación total o parcial del útero femenino (cuando es parcial, no se extrae el cuello uterino). En algunos casos también deben ser retirados los ovarios y las trompas de Falopio, generándose lo que se denomina una “menopausia quirúrgica”.
Se trata de una medida que, de acuerdo con cada caso y según el criterio médico, se toma frente a diversos diagnósticos: tumores malignos o benignos localizados en el útero, los tejidos que lo rodean, los ovarios o las trompas. También cuando hay endometriosis, fibromas o hemorragias intensas que no responden al tratamiento farmacológico. O, durante el parto, cuando surgen complicaciones graves que ponen en serio peligro la vida de la madre.
El útero como símbolo
El desequilibrio hormonal -si se han extirpado los ovarios- conlleva efectos reales de orden anímico, emocional y, en consecuencia, sexual. Produce además una pérdida de la lubricación vaginal, un obstáculo para el placer femenino. Por otra parte, algunas mujeres se quejan de un cambio en la experiencia del orgasmo como resultado de la pérdida de las contracciones uterinas. Otras refieren la sensación de que su vagina se ha “acortado”. Lo esperable es que esta crisis y tales percepciones remitan con el paso del tiempo, con recursos provistos por una mayor información y con las prescripciones médicas adecuadas a cada caso.
Sin embargo, el malestar psicológico vinculado a la histerectomía responde también a otras cuestiones, que nada tienen que ver con las hormonas. El útero reviste un fuerte simbolismo: representa, para muchas mujeres, la esencia de la femineidad. Por eso no es de extrañar que se lo identifique como un elemento clave de la sexualidad femenina. Esta creencia errónea y reduccionista, se relaciona íntimamente con otra, también muy arraigada en nuestra cultura: la idea de que la actividad sexual sólo debe tener lugar mientras dure la capacidad reproductiva. Es por eso que, luego de una operación de estas características, muchas mujeres refieren sentirse “incompletas”, menos femeninas y poco atractivas sexualmente. Se sienten mutiladas y temerosas de no poder disfrutar más del sexo.
Lo cierto es que, una vez que las heridas se han cicatrizado -y con el alta médica- la mujer puede volver a tener una vida sexual normal. Tan placentera como la anterior (salvo que la operación sea utilizada como excusa para no tener sexo, por otros motivos). Aquellas que se sienten aliviadas por no tener que preocuparse por sangrados mensuales ni por métodos anticonceptivos manifiestan, incluso, disfrutar aún más que antes. Y en los casos en que la operación estuvo precedida por síntomas molestos, graves y/o dolorosos, la capacidad de mantener relaciones sexuales suele también mejorar. De hecho, algunas aumentan el ritmo y la intensidad de su vida erótica, como una forma de reafirmar su femineidad y de demostrarse a sí mismas que todavía están vigentes.