El sexo en apuros
La eyaculación precoz es una de las disfunciones sexuales más frecuentes. La padece cerca del 50% de la población masculina sexualmente activa y un porcentaje mayor la ha experimentado en algún momento de su vida.
Consiste en no poder ejercer un razonable control voluntario sobre el reflejo eyaculador. La palabra "precoz" indica algo que acontece temprano, prematuramente, adelantándose a lo previsto. En estos casos, ese "algo" ocurre antes -a veces, mucho antes- de que la persona lo desee.
Los estudiosos de la sexualidad insisten en sacarle el rótulo de "enfermedad" y reemplazarlo por el de "problema" o "dificultad". Es de gran importancia esta diferencia semántica, porque no es lo mismo estar enfermo que tener un problema. De manera que no se trata de encarar una cura, sino de encontrar una solución para esta dificultad.
Aunque hablar de "reflejo" nos haría pensar en algo incontrolable (como retirar la mano cuando nos quemamos), cualquier hombre sano está en condiciones de adquirir -mediante aprendizaje- la habilidad de ejercer cierto control voluntario en el momento de la eyaculación.
Precoces eran los de antes
Sin duda podríamos calificar de eyaculadores precoces a los animales: ellos no se detienen demasiado en juegos previos o cosas parecidas. Se aparean por instinto, con el fin de reproducirse. El macho rápidamente debe efectuar la descarga seminal en la hembra en celo, garantizando así la perpetuación de la especie. Es probable que el hombre primitivo haya sido también precoz en este sentido, guiado por un impulso reproductor de similares características.
Por otra parte, a principios del siglo pasado debía resultar hasta correcto -o al menos no cuestionable- que el hombre alcanzara el clímax casi de inmediato. Es que la función de la relación sexual entre marido y mujer era meramente reproductiva. No tenía importancia -y hasta a veces era reprobado- que la mujer gozara, ya que esto no era requisito para la concepción de un hijo. De hecho, no sería raro que muchas mujeres hayan estado agradecidas por la brevedad de esa clase de encuentros.
El movimiento de liberación femenina de los años 60 modificó tremendamente este escenario. La píldora anticonceptiva les entregó a las mujeres poder de decisión y les quitó el temor a los embarazos no deseados. Así, se deslindó la actividad sexual femenina de su función exclusivamente reproductiva y comenzó a ser ejercida también como una forma de obtener placer.
Bajo estas nuevas condiciones en la dinámica sexual, es que habrán comenzado a tornarse conflictivos y problemáticos aquellos casos en que el varón concluía su respuesta sexual antes de tiempo.
Por eso es muy frecuente que junto a un hombre que sufre esta disfunción, encontremos una mujer con dificultades para alcanzar el orgasmo. Y el malestar vincular que esta situación produce es uno de los motivos que llevan a las personas a buscar ayuda profesional.
Ansiedad y más
Es raro encontrar explicaciones orgánicas para este problema. Un componente clave es la ansiedad: el eyaculador precoz es normalmente ansioso. De hecho, seguro encontraremos que son muchas las cosas que hace rápido, muchas las situaciones en las que siempre está adelantándose, como para sacárselas de encima.
La ansiedad le produce una especie de desconexión con su propio cuerpo. Su gran dificultad está en no reconocer las señales que éste le envía, en no poder percibir o darse cuenta de sus sensaciones eróticas, como si el cuerpo no le avisara lo que está por ocurrir. Por eso, se dice que aunque ellos creen que sienten demasiado, en realidad ocurre lo contrario: están anestesiados. Esta es la sensibilidad que necesitan desarrollar.
En interacción y mutuo refuerzo con el componente ansiógeno, suele existir un mal aprendizaje, que se remonta a las experiencias sexuales iniciales: con desinteresadas y mecánicas prostitutas, en casa de los padres o en el asiento de atrás del auto, apurados por el temor a ser sorprendidos. También se registran acá las primeras prácticas solitarias, realizadas con rapidez a causa de la culpa. O la sensación de haber tenido una mala performance la primera vez, originando inseguridad, miedo y ansiedad frente al próximo "examen".
Como en el caso de las demás, esta disfunción sexual puede también estar comunicando algo respecto de la relación de pareja. Tal vez de esta manera, el cuerpo esté diciendo aquello que no ha podido aún ser expresado con palabras.