Tus zonas erógenas

23 Jun 2012
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El sexo es uno de los medios más importantes de que disponemos para obtener placer. Aunque resulte difícil creerlo, es común que se nos olvide esta característica fundamental. Mujeres aparentemente satisfechas con su relación de pareja, declaran entre risas que se hacen "las dormidas" y apagan rápido el televisor cuando llegan sus maridos de alguna salida con amigos o reunión de trabajo (previsiblemente con ganas de hacer el amor). Pareciera que el televisor está siendo, por algún motivo, más gratificante que una relación sexual con la persona que aman. Seguro que se pueden esgrimir miles de argumentos de tipo práctico, doméstico y femenino para minimizar, naturalizar y quitarle drama a esta conducta. Pero lo cierto es que una vida sexual satisfactoria no se construye en piloto automático. La rutina es su enemiga porque conduce, de manera inevitable, al aburrimiento y a la aniquilación del deseo. Y sabemos lo peligroso que es para una pareja que el deseo se apague.

¿Qué hacer entonces? La respuesta es: interesarse. ¿Qué hacemos cuando algo en verdad nos interesa y nos parece importante? Le dedicamos tiempo, energía, queremos saber más, no le destinamos los minutos más cansados de nuestro día. Por el contrario, es para nosotros una prioridad. Empecemos por aumentar un poco la información.

Las zonas erógenas son aquellas partes del cuerpo que tienen un mayor potencial de brindarnos placer erótico y producirnos deseo al ser estimuladas. Muchos las asocian con el área de los genitales. Pero lo cierto es que también debemos incluir el cabello, el cuero cabelludo, el lóbulo de la oreja, el pabellón auricular, los párpados, la boca, la nuca, el cuello, los hombros, la parte interna del antebrazo, las palmas de las manos, los dedos, el costado del cuerpo, la cintura, las caderas, la espalda -sobre todo a lo largo de la columna vertebral-, la zona del ombligo, las piernas del principio al fin, las rodillas, la parte interna de los muslos. Como se habrán dado cuenta: prácticamente el cuerpo entero es susceptible de reaccionar positivamente ante los besos, las caricias y los masajes.

Pero...

El problema es que generalmente las parejas no se toman el tiempo para hacer estos descubrimientos. Para relajarse y conectarse verdaderamente en sus encuentros, o al menos hacerlo cada tanto. También para hablar acerca de ello. Las obligaciones cotidianas, el estrés laboral, las preocupaciones de todo tipo y el clima de ansiedad en que se vive han atentado terriblemente contra estos espacios. Por eso es que hay procurarlos. En este sentido, la calidad de la vida sexual de una pareja depende de sus dos integrantes. No es válido explicar la insatisfacción con sentencias que autoculpan o acusan al otro de no ser "bueno en la cama". Es un tango que se baila de a dos.

La mente es también una zona erógena que no debe ser descuidada, ya que cumple una función clave en la posibilidad de una pareja de reinventar la pasión a lo largo del tiempo. Porque desde una mentalidad abierta puede fluir la creatividad, la curiosidad, la imaginación, la fantasía y el interés por las nuevas experiencias.

Por último, las palabras y actitudes cariñosas, las ponderaciones sinceras, los gestos bondadosos, la sonrisa y el buen humor, la generosidad, la ternura, la mirada comprensiva y no juzgadora, se dirigen a la zona erógena más poderosa, aquella que nunca se resiste a su estímulo: el corazón.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.