El monocultivo, el desmonte y el avance inmobiliario son factores clave para que las lluvias se vuelvan catástrofes

El monocultivo, el desmonte y el avance inmobiliario son factores clave para que las lluvias se vuelvan catástrofes

Científicos, funcionarios, organizaciones sociales y ambientalistas coincidieron en el planteo. En el último cuarto de siglo se perdieron unas 12 millones de hectáreas de pasturas y pastizales, que fueron reconvertidas en áreas sembradas, especialmente en el NOA y NEA.

INUNDACIONES. Durante el verano el agua castigó a todo el sur, especialmente a La Madrid. ARCHIVO LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL INUNDACIONES. Durante el verano el agua castigó a todo el sur, especialmente a La Madrid. ARCHIVO LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL
10 Junio 2017

El desmonte, el uso discrecional del suelo y el avasallamiento urbano e inmobiliario sobre los humedales amplían en Argentina las posibilidades de que las lluvias se conviertan en catástrofes.

Científicos, funcionarios, organizaciones sociales y ambientalistas coinciden en que el monocultivo, el avance inmobiliario que modificó escurrimientos de agua naturales y la deforestación explican, en parte, el terrible impacto de las inundaciones sobre 11 provincias, donde -según proyecciones climáticas- seguirá lloviendo.

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La queja compartida en ámbitos académicos, científicos y en organismos no gubernamentales es que "quienes gestionan provincias y municipios consultan a los especialistas sólo cuando se producen los desastres, para saber por qué ocurrieron, pero no antes, a la hora de tomar decisiones" que afectan el manejo del suelo, el diseño urbano o el curso de las aguas.

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El país tiene unos 40 millones de hectáreas anegables y casi la mitad de esa superficie está localizada en la Pampa Húmeda, subrayó el director de Suelos del INTA, Miguel Taboada, quien vinculó esta circunstancia a que en el último cuarto de siglo se perdieron unas 12 millones de hectáreas de pasturas y pastizales, que fueron reconvertidas en áreas sembradas, sobre todo en el NOA y NEA, según reprodujo Télam.

Argentina perdió el 12% de sus zonas forestales entre el 2001 y el 2014, según un informe del año pasado del Banco Mundial, que detalló que "casi toda la deforestación ocurrió en el norte" del país y que en Santiago del Estero se dieron "los mayores niveles de desmonte en el mundo".

El estudio ubicó al país en el noveno puesto a nivel mundial entre los países que más desperdiciaron su cubierta forestal, y advirtió que esa pérdida equivalía a la desaparición de "un bosque del tamaño de una cancha de fútbol" por minuto.

Números

Un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ubicó a Argentina entre los 10 países que más desmontaron durante los últimos 25 años. En ese lapso, se perdieron 7,6 millones de hectáreas, una superficie similar a la de la provincia de Entre Ríos (a razón de 300.000 hectáreas al año).

"Una hectárea con bosques absorbe diez veces más precipitaciones que una hectárea con soja", aseguraron desde Greenpeace.

Para el INTA, "todavía falta destinar grandes esfuerzos y mayor responsabilidad a la forma en que se manejan los suelos porque eso incide en la gravedad, en la velocidad y en la duración de los procesos de inundaciones".

Inés Camilloni, titular de la Maestría en Ciencias Ambientales de la UBA e investigadora del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA-Conicet/UBA), consideró que el "compromiso social" de los científicos debe estar dirigido a la "alfabetización sobre cambio climático".

En el libro "La Argentina y el Cambio Climático. De la Física a la Política", que Camilloni escribió junto a Vicente Barros, experto en climatología e investigador del Conicet, se reseñó que en las inundaciones del 2007 en Santa Fe -por ejemplo- y en la provincia de Buenos Aires, se dieron "situaciones anárquicas" en las que cada productor defendía sus tierras construyendo diques o derivaciones de agua en forma discrecional, y que incluso algunos representantes del Estado sufrieron amenazas.

A fines de 2007, el Congreso Nacional aprobó la Ley 26.331 de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques Nativos, que recién fue reglamentada en 2009, luego de un insistente reclamo de organizaciones sociales y ambientalistas.

Si bien la norma puso algo de frenos al desmonte, ocho años después, los fondos asignados en el Presupuesto Nacional no alcanzan para la puesta en práctica total de la ley, según fue admitido por el propio Ministerio de Ambiente de la Nación, y todavía varias provincias que no completaron el ordenamiento territorial de sus bosques.

A todo esto se suma la demora en la sanción de la Ley de Humedales, aprobada con dificultad en el 2016 en el Senado, pero todavía no avanzó en Diputados.

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