¿Se comieron los amagues?

La realidad es una construcción compleja, que en la mayoría de los casos involucra una serie de factores que superan las palabras y las acciones. Entran en juego los gestos, la intencionalidad y la puesta en escena de situaciones que en verdad buscan llamar la atención en adonde canta el tero y no adonde está el huevo, como reza el dicho popular.

En esa clave pueden leerse algunos de los últimos acontecimientos políticos por estas tierras. El primero de ellos es la denuncia contra el titular del Plan Belgrano, José Cano, su asesor político, Alberto Darnay, y un cuarteto de personas de menor relevancia política que los mencionados. El corazón de este planteo contra el ex candidato a gobernador se halla, justamente, en su cercanía con el ex legislador peronista más que con los otros involucrados en la pesquisa judicial. El fiscal federal Guillermo Marijuán denunció a Cano; a Darnay, al secretario del gremio del PAMI y dirigente radical Osvaldo Barreñada; al empresario tucumano Octavio Accardi y a dos comerciantes coreanos, ante la sospecha que podrían haber cometido los delitos de defraudación y negociaciones incompatibles con la función pública. La investigación apunta a que podrían haber suscripto convenios de compras para insumos para el PAMI por U$S 300 millones y que habrían pedido coimas.

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Hasta aquí, Cano y Darnay se escudaron de las denuncias afirmando que todo es -justamente- una puesta en escena del oficialismo provincial, del legislador radical Ariel García y de un sector del periodismo para desprestigiar al funcionario nacional. Quizás sea cierto que el alpero-manzurismo y sus aliados hayan fogoneado y utilizado políticamente el caso, pero hay preguntas que no cierran y que dejan, al menos, mal parado al radical. Darnay es desde hace años prácticamente la sombra de Cano, ¿justamente no comentó sobre ese viaje que hizo a un país lejano y exótico como Corea del Sur a su jefe y amigo? ¿Ni uno informó ni el otro preguntó por qué y para qué iba a Surcorea? ¿De “la nada” se arma un viaje a un destino de esas características? ¿Fue “casual” que apenas un mes antes de viajar todos los involucrados en la denuncia -excepto Cano- formaron una empresa? ¿Entró también en una “operación” la conducción del PAMI que sumarió a Darnay, que como empleado de esa repartición era el encargado del “enlace” con el Plan Belgrano?

Son demasiadas incógnitas y casualidades incómodas, que vuelven insuficientes las respuestas del hombre del gabinete de Mauricio Macri. Si supo del viaje, y la “rareza” de ese paseo de Darnay, mínimamente jugó al distraído al no plantear nada sobre ello oportunamente. Si no estaba al tanto de nada, fue negligente respecto de lo que hace su gente más cercana.

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Más allá de esa realidad que muestran los actos y las palabras, lo que no se dice evidencia cuestiones aún peores. Que ninguno de los aliados directos de Cano (como Domingo Amaya, Germán Alfaro o Silvia Elías de Pérez) hayan salido a apoyar a su socio político ni a sumarse a sus denuncias de que todo se trata de una campaña de desprestigio dice mucho. Con su silencio avalan los cuestionamientos o dudan de su líder o disfrutan de su momento de desgracia. O todo junto, en ese orden.

Sonrió de más

El gobernador, Juan Manzur, también fue víctima de la euforia de las actos y de las palabras. El mandatario -golpeado por la Nación respecto de los recursos para las inundaciones y por el soslayo con el que lo trataron al formular anuncios para los tucumanos- había aplaudido hasta que las manos le quedaron rojas los dichos de su par Juan Schiaretti. El cordobés, de visita por estos lares, cargó contra la Nación, exigió que no haya ninguneo hacia los gobernadores y habló de peronismo. Por ello el tucumano sonreía a más no poder: sintió el apoyo de un peso pesado ante los chirlos nacionales. Por un par de días se habló de reflotar la Liga de Gobernadores y de que el ex ministro de Salud K estaría a la cabeza de ese rejunte junto al cordobés.

Pero, como dice otro refrán, no todo lo que brilla es oro. En Tucumán se interpretó que el mandatario de Córdoba vino a respaldar a su par y a ponerle un límite a lo que muchos peronistas tildan como un trato discriminatorio de la Nación hacia las provincias que gobiernan. Algo de ello hubo, pero en realidad el cordobés tendría como “Plan B” el impulso a una hipotética liga de gobernadores.

Schiaretti y José Manuel de la Sota fueron aliados clave de Macri y lo colocaron en la cúspide del poder nacional. Ambos ayudaron también al Presidente a que se aprueben sus proyectos en el Congreso y a dialogar con los mandatarios justicialistas más díscolos. Por ello, cada tanto, cuando se sienten desamparados, le recuerdan cuán fundamentales son con reuniones de ese tipo. En palabras del periodista y analista político de La Voz del Interior, Julián Cañas, Schiaretti no piensa confrontar con el Gobierno nacional. “‘El Gringo’ tiene muchas coincidencias con la gestión macrista, pero por las dudas alienta un polo de poder de la Liga de Gobernadores, por si la relación se complica, en la discusión por las reformas que seguramente intentará aplicar Macri después de octubre”, escribió Cañas el domingo, citando a un “influyente schiarettista”, confirmando que lo de la unión con otros mandatarios no sería su prioridad.

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