Las obras hídricas de los abuelos
 la gaceta  / foto de osvaldo ripoll (archivo) la gaceta / foto de osvaldo ripoll (archivo)
Una luz de esperanza pareció encenderse cuando Daniel Chaín, ministro de Obras Públicas de la Nación, anunció en Tucumán que en octubre se licitaría la obra del embalse Potrero del Clavillo, que beneficiaría con energía, control de inundaciones, agua para riego y recuperación de tierras para agricultura a parte de Catamarca y al sur tucumano. Esperanza, porque desde hace cuatro décadas se viene anunciando y frustrando esa obra, muy cara, que costará al menos 650 millones de dólares. Hay “una revolución de obras públicas”, dijo Chaín sobre este anuncio. Durante esa misma visita, el ministro nacional fue a hacer una inspección en el Canal Sur, destruido desde la devastadora tormenta del 10 de marzo de 2015 y concluyó que “debe desarrollarse un proyecto en detalle”.

Entre esta propuesta de dique largamente soñado por el sur tucumano y el devastado Canal Maestro de Desagüe Sur está la realidad tucumana, que desde comienzos del año pasado, luego de tres años de asfixiante sequía, está angustiosamente pasada por agua: tormentas, crecientes, torrentes, destrucción de puentes y otras obras de infraestructura, anegamientos y poblaciones aisladas. Y sigue la lluvia: no sólo están aguados pueblos como Los Agudo (al sureste) y sigue roto el Canal Sur, sino que se ha suspendido la millonaria obra de canalización del boulevard 9 de julio (que iba a estar lista en diciembre) y apenas si se han hecho algunas reparaciones, como el puente sobre el río Lules. Otras han quedado a mitad de camino, como los arreglos en el río Muerto a la altura del puente camino al Paraíso. Esa realidad de una provincia sacudida por el agua es la que se impone sobre los anuncios y sobre los proyectos en detalle; y exige reflexiones que ayuden a sacudir la incertidumbre: ¿qué pasará con el agua en el futuro inmediato? ¿Qué puede esperar Tucumán? Lo que se anuncia (Potrero del Clavillo -con el pequeño dique El Naranjal en Alpachiri-, el canal San Luis en Yerba Buena) ¿realmente servirá para cambiar esto que se está viendo ahora?

Chaín dijo: “las generaciones del presente tenemos que ser responsables para que las que vienen tengan otras obras por hacer y no las mismas que pensaron nuestros abuelos”.

Diez organismos dispersos

Este tema del agua en concreto fue objeto de análisis el miércoles pasado en la Federación Económica de Tucumán. No estuvo ningún ministro ni funcionario de alto rango para explicar por qué en Tucumán hay 10 organismos dedicados al agua y ninguno tiene poder de policía ni entidad suficiente como para imponer una política hídrica (tal como planteó en su disertación el ingeniero civil Franklin Adler), ni para decir qué pasará con la mayor cantidad de vinaza que se tirará al río Salí con el aumento del corte de etanol, tema sobre el que expresó preocupación el ingeniero agrónomo Jorge Perera. Este dijo que una destilería descarga 13 millones de m3 de vinaza por día y que eso agota el oxígeno disuelto de 13 millones de m3 de agua del río. Un litro de vinaza equivale a la descarga cloacal de un ser humano cada día. ¿Cuán dañino es esto? No lo sabemos. En su exposición del jueves en la jornada por el día mundial del medio ambiente, el ingeniero Miguel Morandini, de la Estación Experimental (Eeaoc), destacó que la Secretaría de Medio Ambiente, junto a la Eeaoc, fueron atenuando la descarga de vinaza, desechos del citrus y cachaza al río desde 2011 (programa de reconversión indiustrial, PRI, que rige desde 2007). Pero el secretario de Medio Ambiente, Alfredo Montalván, reconoció que se está trabajando sobre el desafío que implica el aumento del corte de etanol -se supone que en algún momento podría llegar al 20%-. Y los funcionarios, según dijo en esa misma jornada el ingeniero Mauricio Lisa (que habló sobre la eficiencia en la gestión pública ambiental), están tironeados entre el pragmatismo -que es funcional a las presiones de los grupos económicos- y el ideal de la eficacia práctica.

Seis problemas

La contaminación del agua es uno de los problemas de Tucumán. Hay otros que afrontar: la provisión de agua potable, los servicios de saneamiento cloacal, el agua para riego e industrias (representa el mayor consumo en la provincia), las inundaciones y la erosión y los problemas de las instituciones, según reseñó Adler.

El consumo de la población ocupa el 18% del agua. No sólo hay elevado consumo domiciliario (500 litros por habitante por día, cuando los valores internacionales están entre 250 y 300) sino que también hay frecuentes pérdidas en las redes. “En Tucumán hay redes viejas, pero muchas otras son nuevas, han sido construidas en los últimos años y se han hecho mal”, dijo Adler. Yerba Buena es un ejemplo de esto último y la avenida Aconquija a la altura del Mástil es dramática: siempre llena de agua barrosa. El agua también tiene problemas de contaminación en las redes de distribución “y el mayor prestador, la SAT, no da respuestas satisfactorias a los usuarios”, explicó el ingeniero.

En este sentido, el mayor reclamo de los usuarios suele ser por pérdidas de agua y derrames cloacales. Y aunque se reconoce que en la última década es cuando más obras de saneamiento se han hecho en mucho tiempo, la mala calidad de ellas es un problema de fondo. “Las cloacas mal hechas no se pueden volver a hacer y sólo podrían aliviarse con desagües pluviales... pero la ciudad de Tucumán tiene apenas el 18% de su superficie abastecida por pluviales”, agregó.

Al hablar del agua para riego, destacó que este se lleva alrededor del 68% de la provisión -se riegan 66.000 hectáreas- y la mayoría de los canales son acequias -no revestidas- y pierden mucha agua, en algunos casos hasta el 50%.

Rompiendo la máquina de producir agua

Lo que más ha impactado en el problema del agua han sido las inundaciones en general y el desastre de Yerba Buena en particular, donde la acción antrópica ha llevado a todo el ecosistema a una crisis casi terminal, a tal punto que el actual intendente, Mariano Campero, suspendió todos los proyectos de construcción que había autorizado a mansalva en los últimos ocho años su antecesor, Daniel Toledo, quien ya había sufrido críticas el año pasado a raíz del desastre ambiental generado en la “Ciudad Jardín”. El ingeniero José Domián -que puso énfasis en advertir sobre la deforestación y en la extracción de áridos- dijo que “Yerba Buena es el ecosistema que más transformaciones y degradaciones está teniendo en 40 y tantos años” y que “estamos destrozando el cerro San Javier, que es una máquina para producir agua”. Fue drástico al insistir en que no se hace retención de agua en el cerro, que se están contaminando los acuíferos y que el hecho de que en Yerba Buena proliferen los cementerios jardín debería al menos generar inquietud por la contaminación química de las napas.

Son asuntos que sólo salen a la luz cuando ocurren accidentes o grandes sustos como la devastación del 10/3/15. Pero ni siquiera en esos casos tenemos una visión de la totalidad. Adler recordó el caso del bioquímico Luis Bravo, el 8/3/2000, quien fue sorprendido por una súbita crecida que se llevó el puente del arroyo El Sueño, en La Cocha. Bravo falleció, llevado por el torrente. Además, “ese mismo fenómeno dejó un sedimento de lodo en campos de La Cocha con daños por un millón de dólares, de lo cual poco se supo”, relató. Y añadió que desde hace mucho Tucumán tiene un gran défict de infraestructura urbana y rural.

¿Cómo saber, entonces, si los nuevos vientos que nos llevan hacia Potrero del Clavillo y hacia un estudio del Canal Sur son lo que conviene hacer? Adler, que dijo que hay mucho desconocimiento en la clase política, sentenció que Potrero del Clavillo es “necesario, positivo, pero no prioritario”. “Fue concebido para generar energía eléctrica. Producirá 310 gigavatios/año y el consumo actual de Tucumán es 2.700 gigavatios. O sea que no va a mover el amperímetro”. En cuanto a la obra de riego para Chicligasta -abarcaría 6.000 ha- “bien se podría hacer revestimiento de los canales, lo cual requiere empresas de menor magnitud”.

En definitiva, nos acaban de estimular la esperanza pero no nos han dado datos ciertos sobre problemas que vivimos en concreto: hoy llueve y se inunda como nunca la avenida Aconquija, y aunque no llueva siguen anegados desde hace meses La Junta y Los Agudo, al sur; y poblaciones de Trancas, al norte. Y excepto las advertencias de unos cuantos, nadie dice si las soluciones lanzadas hoy al ensueño no serán obras con las que renieguen nuestros nietos.

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