El progreso se cuece a fuego lento en el ex Abasto

El progreso se cuece a fuego lento en el ex Abasto

Los vecinos están desilusionados porque desde que se instaló el nuevo hotel se han incrementado los asaltos. Hay menos movimiento y lo que más éxito tiene es el casino. Desolación y promesas incumplidas.

DOS MUNDOS. A la derecha, la imagen de una renovación que todavía deslumbra a los dueños del barrio; a la izquierda, las persianas bajas de una zona comercial que no consigue calibrar su brújula y no sabe hacia dónde va. LA GACETA / FOTOS DE DIEGO ARAOZ DOS MUNDOS. A la derecha, la imagen de una renovación que todavía deslumbra a los dueños del barrio; a la izquierda, las persianas bajas de una zona comercial que no consigue calibrar su brújula y no sabe hacia dónde va. LA GACETA / FOTOS DE DIEGO ARAOZ
07 Mayo 2013

El gigante prometía un cambio. Sus enormes y relucientes patas de vidrio arrastrarían a toda la zona hacia un irremediable progreso. El ex Abasto se llenaría de turistas de todos los países, que gastarían su dinero en restaurantes, bares y negocios de primer nivel. A la movida nocturna, caballo de Troya que trajo en su interior el vandalismo y la inseguridad, se le bajó el disyuntor de un día para otro y todo lo malo habría de terminarse.

Han pasado siete meses de la inauguración del paseo comercial Central Tucumano y del lujoso hotel Hilton Garden Inn en el viejo mercado. Los vecinos recibieron al nuevo huésped con los brazos abiertos, fogoneados por la promesa -explícita o implícita- de que el barrio mejoraría a niveles impensados. Hoy, su visión es muy distinta: advierten que la zona "está muerta", que hay menos movimiento y que, como consecuencia, la inseguridad se ha disparado.

La desolación se huele y se observa en sus calles empedradas y se hace textual con las decenas de carteles de "se alquila" en los locales comerciales. Escasean los inversores que apuesten por la renovada zona y sus habitantes sienten, en el mejor de los casos, que las cosas siguen igual que antes. Félix Fernández tiene 92 años y desde que nació vive en una casa en General Paz al 1.400. Se esperaba otra cosa con la llegada del hotel, dice, y se muestra descontento con su "nuevo" barrio. "Pensábamos que iba a haber más movimiento, más gente haciendo algo, con nuevos comercios. Pero resulta que se ha convertido en una nueva zona de juego, de timba, y nada más", lamenta el vecino. Sucede que, por el momento, en el paseo comercial del hotel sólo funcionan el casino y un bar y, por lo que puede verse, el primero es el que más éxito tiene.

"Se ha incrementado la delincuencia porque vienen (los ladrones) pensando que el lugar está lleno de turistas con plata. Pero resulta que nos roban a nosotros. Todos los días te enterás o ves algún arrebato nuevo. Hay que andar con un cuidado bárbaro", reniega Ana María Monserrat, propietaria de un local junto a su casa, también en General Paz al 1.400, que está desocupado desde que abrió el hotel y cerraron los boliches. "Me está costando alquilarlo, pero tengo fe. Ahora hay más interesados en usarlo como vivienda, pero antes fue una sanguchería y después un drugstore", confiesa. Virgina de Barros es dueña de una farmacia en General Paz al 1.500. Ha perdido la cuenta de los años que lleva ahí, desde que la fundó su abuelo. "El hotel es una hermosa imagen -admite-, pero mucho movimiento no se ve. No hay un progreso; por el contrario, hay muchísimos locales cerrados", advierte. Entre esos comercios que ya no abren las persianas había algunos históricos, de rubros como pollería, verdulería y artículos de limpieza. "Los alquileres se fueron muy altos y algunos comerciantes no pudieron aguantar", señala Carlos Alberto Autalán, de la sobreviviente verdulería "Las 5 hermanas", aggiornada poco antes de que abriera el hotel. Según el joven, la Municipalidad no los obligó a embellecer el local, sino que lo hicieron por voluntad propia para ponerse a tono con el emprendimiento.

Si algunos vecinos ven las cosas con pocas expectativas, otros las ven con ninguna e incluso están enojados. Tal vez desilusionados. Como don Jorge, (de 75 años, no quiere que se publique su apellido), quien vive "hace mil años" en Las Piedras al 1.400: "aquí no ha habido ningún cambio. Sigue siendo el mismo quilombo y el mismo borracherío de antes. Cuando estaban todos los boliches al menos había más policías, pero ahora ni eso", concluye.

"Se ha vuelto muy complicado alquilar los locales comerciales" 

Los locales comerciales desocupados en el ex Abasto incrementan el aspecto desolado de la zona. Los boliches, cerrados cuando abrió el hotel, dejaron una gran oferta de propiedades, y los nuevos emprendimientos no llegan. "La zona no se está moviendo, es como comenzar de cero. Se ha vuelto muy complicado alquilar locales, cuando antes te los sacaban de las manos", señaló Jorgelina (pidió que no se publicara su apellido), administradora inmobiliaria. Ella tiene a su cargo el local de Miguel Lillo y Las Piedras, a un costo mensual de $20.000. "El precio es el mismo. Antes lo pagaban sin problemas, pero la zona tiene que hacerse de nuevo", analiza.

Aunque con menos pretensiones, el local de Miguel Lillo 418 también se encuentra con ese problema. Su administradora (pidió resguardo de su nombre), afirma que ha bajado el precio, y sigue sin alquilarlo. "Hay muchas consultas, pero antes de cerrar trato los mando a la Municipalidad a que consulten si pueden hacer lo que tienen en mente. No vuelven más", contó. Ese local tiene un precio de $6.000 mensuales. "Es menos que antes, pero la zona está muerta", afirmó. Ana Muñoz y Gastón di Marco instalaron hace seis meses una verdulería en Próspero Mena al 300. "Fue una odisea, la Municipalidad nos puso mil trabas. No querían que la abriéramos porque 'daba mal aspecto'. La abrimos, y nos caen inspecciones todas las semanas. Estamos en regla, entonces estamos tranquilos", contó di Marco. Luis Lobo Chaklián, subsecretario de Planificación Urbana, explicó que tienen en mente una renovación integral del Código de Planeamiento Urbano y que, eventualmente, se insertarán modificaciones en cuanto al uso de los locales de la zona. "Pero no es nuestra intención borrar sus características, que históricamente fue de verdulerías y afines. Sí queremos que sean cosas que estén bien instaladas y en regla", aseguró.

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