"El antisemitismo es un fenómeno que está creciendo"

"El antisemitismo es un fenómeno que está creciendo"

Neiman, titular de la filial tucumana de la DAIA, relativizó que Tucumán esté en el segundo lugar de la lista de provincias con sentimientos antijudíos.

05 Octubre 2011
Que el 30 % de los argentinos tenga sentimientos antisemitas no sorprende a la comunidad judía tucumana. Al menos es lo que expresó el titula de la DAIA (Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas) local, Fabián Neiman.

"Lo que nos preocupa, más allá de la referencia a Tucumán, es que se trata de un fenómeno que está creciendo en el país, y que se ve también a nivel global", afirmó. Para el dirigente judío, esto se percibe desde el Holocausto en adelante, "porque ser antisemita ya no es políticamente correcto".

La aclaración la hizo porque el estudio que la entidad le encargó a la Universidad de Buenos Aires (UBA) ubica a Tucumán en el segundo lugar de las provincias con mayor antisemitismo del país, sólo superada por Mendoza.

Desde su punto de vista, "hay en muchos sectores una obsesión con los judíos, y está demostrado que el antisemitismo crece cuando hay líos en Medio Oriente, donde la interpretación suele ser maniquea, mostrando los buenos contra los malos, y los malos son necesariamente los judíos", analizó.

Origen histórico
El sentimiento antisemita, según Neiman, se acentuó desde 2006 con la guerra Israel-Hezbollah. "Acá se tomó de manera exacerbada, con un mensaje muy anti-israelí", señaló.

Para el dirigente de la DAIA, hay una responsabilidad de muchos medios de comunicación. "Vemos no hay una preocupación real por la vida de los ciudadanos de Medio Oriente, en comparación con la preocupación por si Israel es parte del conflicto; no hay equilibrio", resaltó.

Además, Neiman destacó que en los análisis que suelen hacerse "no se tiene en cuenta la pluralidad y amplitud que hay en la comunidad judía". Finalmente, remarcó que la encuesta realizada por la UBA demuestra que un 70 % de los argentinos acepta a los judíos sin discriminación. LA GACETA ©

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