"Yo no habría podido diseñar nada para Ground Zero" asegura César Pelli

"Yo no habría podido diseñar nada para Ground Zero" asegura César Pelli

El renombrado arquitecto tucumano dice que rechazó varias ofertas para trabajar en la reconstrucción del World Trade Center. En una entrevista, consideró que los atentados fueron dirigidos contra los centros del poder político, económico y militar de Estados Unidos. Video.

EL DISCIPULO Y EL MAESTRO. Aníbal Bellomio y César Pelli dialogan en el estudio Pelli Clarke Pelli, ubicado en la ciudad de New Haven, Connecticut. LA GACETA / IRENE BENITO (Enviada especial) EL DISCIPULO Y EL MAESTRO. Aníbal Bellomio y César Pelli dialogan en el estudio Pelli Clarke Pelli, ubicado en la ciudad de New Haven, Connecticut. LA GACETA / IRENE BENITO (Enviada especial)
Con una sonrisa llega, con otra se va. César Pelli (1926, San Miguel de Tucumán) suelta carcajadas cada dos por tres: por lo menos una al final de cada frase. Como a todo el mundo, la risa le sienta estupendamente. Esbelto, jovial, bronceado y elegante en su chaleco rústico, el arquitecto con fama global saluda con un apretón de manos y en seguida toma asiento en la cabecera de una de las salas del estudio Pelli Clarke Pelli, la usina arquitectónica de alto nivel que fundó en 1977, en New Haven, Connecticut (a dos horas en tren de Manhattan).

En ese ajetreado despacho trabajan alrededor de 90 profesionales. Y más que una firma de arquitectura parece un museo: por todas partes hay maquetas de proyectos, réplicas en pequeña escala de edificios fantásticos. Las piezas son tan bonitas que dan ganas de aparcar (por un rato) los planes periodísticos originales y ponerse a jugar. Pelli glosa las distintas ideas -realmente muy distintas unas de otras- y, cuando llega el momento de definir su impronta, subraya con firmeza: "mi estilo es no tener estilo. Busco que cada obra sea única".

En ese ámbito luminoso y moderno, exquisitamente rodeado por los edificios neogóticos de la célebre Universidad de Yale -Pelli fue decano de su Facultad de Arquitectura-, el autor de las famosas Torres Petronas y discípulo de Eduardo Sacriste y Jorge Vivanco analiza el destino trágico de las Torres Gemelas y la reconstrucción del World Trade Center (WTC).

Ante la mirada atenta de uno de sus colaboradores, el arquitecto tucumano Aníbal Bellomío, Pelli relata que, en su momento, fue invitado a presentar un proyecto. "Pero yo no habría podido diseñar nada para Ground Zero. Para crear, uno necesita entusiasmo y optimismo. Hubiese sido imposible ponerme en ese estado de ánimo: aquello no era para mí. Rechacé ofertas durante años", afirma con franqueza y en un español erosionado por la influencia del inglés.

El 11 de septiembre de 2001 Pelli estaba en Washington porque, en esos días, inauguraban una exposición de su obra. "Esa mañana encendí el televisor y encontré la imagen del colapso de las Torres Gemelas, un evento imposible de absorber, que parecía no real. Luego salí a la calle. Había un mar de coches: gente que huía por el ataque al Pentágono. En ese apuro, nadie hacía caso a los semáforos, de modo que cada esquina era un bollo de autos llegados de todas las direcciones. Por la tarde, ya no quedaba nadie en la ciudad. Ni un coche. Todo el que pudo, se fue de la ciudad", evoca. Y sonríe.

También recuerda a Minoru Yamasaki, el arquitecto que en la década de 1970 diseñó las Torres Gemelas, las más altas del mundo de aquella época y las más altas de Nueva York hasta el 11-S. El maestro conoció personalmente a Yamasaki, que tenía su estudio en Michigan, muy cerca del de Eero Saarine, donde Pelli comenzó su carrera. "Varias veces estuve en su casa. Las Gemelas fueron su obra más importante. En su momento se enojó conmigo por el diseño del World Financial Center (WFC). Me decía: ?a mí me aseguraron que nunca iba a haber nada al frente del WTC, que nada se iba a interponer entre él y el agua?. Pero, por ley, la torre más alta que nosotros hicimos no podía ser más alta que la mitad de las suyas. En consecuencia, el WFC sólo restó un pequeño protagonismo al WTC", medita. Y sonríe otra vez.

- Hubo mucha discusión sobre qué hacer con Ground Zero: gente que quería un parque, gente que quería el edificio más alto del mundo?

- Gente que quería reconstruir las Torres Gemelas de Yamasaki?

- ¿Qué opina de la solución elegida? (Un complejo de rascacielos con un monumento conmemorativo del 11-S)

- Es una buena solución, pero no una gran solución: quizá esta hubiese sido imposible dados los problemas políticos? ¡Tantos metieron su cuchara en esto! Me refiero a los sectores políticos tradicionales y a los grupos de presión que tuvieron una voz muy potente, como los parientes de los que murieron en el World Trade Center. Tal vez por el dolor de la pérdida, estos abrazaron una posición muy conservadora en lo estético y lo artístico. Y los concursos de propuestas no fueron bien hechos? Pero, dado todo ello, la solución es correcta.

- Las Torres Gemelas estaban expuestas a un ataque aéreo porque eran las más altas de Manhattan. ¿Los arquitectos que diseñan rascacielos pensaban en esa posibilidad antes del 11-S?

- No, no, para nada. Jamás se me hubiese ocurrido tal cosa. Y estoy seguro de que Yamasaki nunca imaginó algo así. Cuando sucedió el atentado, nosotros teníamos una torre muy alta en construcción en Hong Kong; nuestros clientes se reunieron para discutir si debíamos quitarle pisos pero, finalmente, decidieron seguir adelante con el proyecto original. Pensaron que a nadie le interesaría atacar su torre, que esta no iba a ser un símbolo de Hong Kong.

- ¿Qué significaban las Torres Gemelas?

- Lo interesante es que el ataque del 11-S incluyó también al Pentágono y que había un cuarto avión que finalmente cayó, que decían que iba dirigido a la Casa Blanca o al Capitolio. Fue un golpe dirigido a los centros del poder político, militar y económico de Estados Unidos. En su momento resultó inexplicable; esas cosas se comprendieron después. La caída de las Torres generó una gran confusión en todos los niveles.

- ¿Y por qué se desplomaron de ese modo?

- Con el tiempo se llegó a la conclusión de que en el colapso intervinieron una combinación de factores imposible de prever. Los aviones destrozaron y quemaron unos cuantos pisos. Ese daño en sí mismo no fue, al final, tan enorme, pero el fuego que generó la combustión de los papeles y los muebles derritió y ablandó las conexiones de la estructura. Y resulta que esta, que era de avanzada y muy inteligente, estaba hecha con elementos delgados. O sea, lo peor que podía pasar una vez ocurrido el atentado. Pero, ya le digo, eso fue absolutamente imprevisible. Inmediatamente consulté qué podría ocurrir si hubiese un ataque similar contra las Torres Petronas (1998) y me contestaron que algunos pisos habrían quedado destruidos y 10 o 20 personas habrían muerto y nada más, porque la estructura es de hormigón, lo mismo que las cajas de las escaleras de emergencia. De modo que en las Gemelas coincidió una estructura super liviana con un calor abrasador. Siete u ocho años después se entendió el rol que muebles y papeles jugaron en el desenlace.

- Regresemos al significado del 11-S. Muchas cosas cambiaron a partir de ese día. ¿Hubo algún giro en el campo de la arquitectura?

- Pensábamos que los inversores se iban a amedrentar, pero no sucedió. Sí cambió la vida de mucha gente. El efecto psicológico fue impresionante. El número de personas que perdieron la vida (alrededor de 3.000), no resultó tan alto como se creía, pero igual, el daño fue incalculable.

- Sí hubo, sin embargo, un incremento de medidas de seguridad en el ingreso a los rascacielos, en aeropuertos, en edificios públicos, etcétera.

- Los controles comenzaron mucho antes del 11-S. Quizá entre las décadas de 1960 y 1970, con las revueltas estudiantiles, cuando aparecen los ataques a embajadas. Hace 40 años, diseñé la embajada de Estados Unidos en Tokyo. Poco después, las autoridades decidieron agregar una garita inmensa en el lobby de entrada para controlar a todo el mundo. Para entonces, el edificio ya debía estar detrás de una cerca muy alta, las ventanas no podían ser demasiado grandes, las paredes necesitaban un grosor específico? Y estos requerimientos han aumentado. El diseño de embajadas se hizo muy difícil. Tanto es así que dos veces me pidieron proyectos y terminé diciendo "no, gracias".

- ¿Prefiere dedicar su tiempo a algo menos opresivo?

- Sí, lo de las embajadas es muy feo. Uno siente que está creando un búnker.

- Esos extremos hacen pensar en que quizá haga falta un movimiento inverso hacia edificios menos complicados de proteger?

- El problema no son los edificios, sino la gente y los documentos de identidad? Estaba pensando, usted debió venir hace un par de semanas, cuando andaba por aquí "Irene" (el huracán). Hizo un buen desastre: su nombre es famoso por eso (risas).

Comentarios