"Me siento orgullosa de ser una cantora popular"

"Me siento orgullosa de ser una cantora popular"

"La Negra" recuerda cómo ingresó al mundo del canto, relata el encuentro de su gran amor, describe el viejo ambiente del folclore y cuenta lo que extrañaba de Tucumán. "Es indudable que levantarse y no tener el Aconquija, es difícil", decía Mercedes Sosa en esta entrevista inédita.

LA GACETA/JOSE NUNO LA GACETA/JOSE NUNO
11 Octubre 2009
Un abrazo emocionado anudó una amistad el 5 de noviembre de 1982, cuando ella volvía del exilio envuelta en el dolor y la esperanza. Al día siguiente, su canto derramó un soplo de vida sobre los corazones tucumanos. Sentí esa noche que su canto era la voz aguerrida de la libertad hecha amor. Las charlas y entrevistas se estiraron a lo largo de 27 años, aromadas por los jazmines en casa de su mamá Ema en Barrio Jardín o en su departamento porteño, vecino del Obelisco. La última vez que la entrevisté fue en la tarde del 20 de diciembre de 2005, pocas horas antes de que actuara en la plaza Independencia. Estaba radiante, feliz, como quien dice: "entre, amigo, a mi corazón sin golpear". Una vidala se quebró en la madrugada del domingo 4 de octubre. Amasó con ternura el corazón de Mercedes Sosa y lo convirtió en tiempo. Abrazo de luz es su canto en la soledad de la muerte.

- A veces un hecho fortuito puede marcar el destino como el que te ocurrió a vos...
- Mi profesora de canto, Josefina Pesce de Medici, me dijo un día: "Che, Sosa, ¿no querés que te lleve para que estudiés canto clásico? Porque ella realmente comprendió mi voz. Y mi papá dijo: "No. La vamos a perder. Nosotros somos muy pobres, se va alejar de la familia". Luego, mucho tiempo después tuve que aprender canto. Resulta que mi papá y mi mamá eran peronistas. Se iban los 17 de octubre los trenes para Buenos Aires con gente peronista y mis padres se anotaron. Yo aproveché que faltó la profesora de Labores; el mismo día que la señora Pesce de Medici no fue, yo tuve que dar la nota para el Himno Nacional en la escuela San Martín. Entonces yo canté. Y una compañera me dijo: "Ché, Sosa, vamos al concurso 'Hoy canto yo' de Carlos del Corro, en LV 12. Nos fuimos y gané el concurso. De ahí para adelante canté en la radio. A mi mamá no le gustaba el ambiente folclórico. Yo no sé si ella pensaba que todos los artistas eran locos de la guerra o borrachos, pero ella no quería que cantara en la radio. Pero mi tío Pancho, un tío muy querido de la familia de mi abuela Leonor, le dijo: "Emita, dejala a la Martita que cante, a lo mejor eso le cambia la vida a ustedes". Y fue verdad nos cambió la vida a todos. Porque después mi papá consiguió un trabajo en el Ministerio de Trabajo y Previsión, donde jubilaban a la gente. Mi padre trabajaba antes en la sabalera, que es la chimenea del ingenio Concepción. Veintitrés noches seguidas fue a pedir trabajo, hasta que le dieron uno en el peor lugar del ingenio, pero era tanta la necesidad de que mi padre tuviera trabajo? Se iba caminando hasta el ingenio.

- ¿Cómo lo conociste a Oscar Matus?
- En una confitería que estaba en la calle 24 de Septiembre. Se enamoró de mí por cómo yo cantaba, porque era bonita, era jovencita también? Yo estaba de novia para casarme? pero me casé finalmente con él el 5 de julio del 57; ese 9 de julio cumplía los 21 años. Tuve a mi hijo Fabián recién el 20 de diciembre del 58; yo pensaba que no iba a poder tener hijos. ¿Qué me enamoró de Matus? Su obra maravillosa: El río y tú, Zamba de los humildes, La Zafrera, Nocturna... Era imposible no enamorarse de un hombre tan inteligente, pero que había tenido una mala escuela primaria, porque había estado en un orfanato, donde aprenden a leer pero no a escribir bien.

- ¿Cómo era el ambiente musical en ese entonces?
- Aquí, yo estuve con gente de folclore como el Ciego Pancho, Virgilio Carmona que era extraordinario guitarrista, Bernal, otro extraordinario guitarrista que después fue representante de Palito Ortega; mi tío Navarro... Entre ellos me hicieron el repertorio porque yo tenía una sola canción: Triste estoy, la zamba de Margarita Palacios. Y bueno, ahí comenzó mi carrera, larga, enormemente larga, con más éxitos que fracasos. No he tenido casi fracasos.

- En tu vida cotidiana, ¿qué extrañás de Tucumán?
- Lo que me hace falta de Tucumán es el paisaje. Es indudable que levantarse y no tener el Aconquija, es difícil. Luego también, las calles, la Muñecas, la Junín, la 25 de Mayo, la Laprida, donde estaba mi escuela primaria, el parque 9 de Julio... Lo raro, lo extraño es que no tenga amigos en Tucumán, como tengo, por ejemplo, en Mendoza. Yo me he ido muy jovencita de acá y no he tenido la cultura para tener contacto con la gente de El Cardón o la gente que me podía ayudar. Sola aprendí a leer a Herman Hesse, sin llegar a comprender casi El Lobo Estepario; después aprendí a leer novelas rusas, posiblemente porque ya estaba entrando en mi cabeza esa manera de pensar mía sobre los cambios que se producen en los países. Extraño las calles, la gente, las comidas... Cuando me cambié a Barrio Jardín era jovencita. La casa nos la dio por Ofempe el gobernador Fernando Riera, un hombre al cual toda mi vida le agradeceré. Treinta años demoró mi padre en pagar la casa. Pero mi primer contacto con Tucumán fue el parque 9 de Julio. He nacido en el pasaje San Roque 344; mis primeros juegos han sido la payana? el parque lo teníamos para nosotros. No hay niños casi que tengan esa dicha de tener un parque así para jugar, los juegos, los columpios? Los sábados y domingos nos sentíamos invadidos por los chicos, pero nosotros andábamos por otro lado del parque.

- Una cantora de folclore que avanzó sin prejuicios hacia otros géneros musicales...
- Yo no hago música pop, hago folclore. Lo fuerte mío es el folclore y es lo que amo también. Aunque he grabado con Charly García a quien quiero mucho y respeto como compositor y es muy amigo mío, esa es la otra Mercedes Sosa, la que ha tenido que ser porque era la voluntad, no sé, de mi destino, mi destino de ser una cantora popular. Me siento orgullosa de ser una cantora popular, de pensar en el pueblo, de saber que el pueblo sufre y le pagan mal. A veces mi padre no tenía trabajo y hemos tenido muchas carencias, pero los he tenido a los dos, gracias a Dios. Mi papá y mi mamá eran un ejemplo para nosotros. Y bueno, así ha sido la vida de nosotros, de mis tres hermanos que somos los que quedamos.
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Roberto Espinosa
- Escritor y periodista
de LA GACETA. Fue un amigo cercano
de Mercedes Sosa.

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