Un anillo colosal que moldeó la naturaleza

Un anillo colosal que moldeó la naturaleza

El "Puente del Indio" es uno de los atractivos de San Pedro de Colalao, especialmente para los expertos en montañismo. Ver Video

PARA EXPLORAR. En algunos tramos es necesario trepar por empinados muros de la montaña para recibir una recompensa natural en las alturas. LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL PARA EXPLORAR. En algunos tramos es necesario trepar por empinados muros de la montaña para recibir una recompensa natural en las alturas. LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL
09 Octubre 2009
De lejos parece un gigante anillo de piedra y de arena. Con el paso del tiempo, el agua y el viento se encargaron de erosionar la cumbre de la montaña hasta darle esa extraña forma casi circular. Está en lo más alto del cerro llamado "Diente Colorado" y se lo conoce como "Puente del Indio".
Hay dos maneras de llegar: a pie o a caballo, aunque en esta época del año es posible avanzar en vehículo por un trayecto pedregoso hasta dos kilómetros antes y empezar la cabalgata, que puede durar unos 50 minutos. A lo largo de ese recorrido se deben cruzar tres ríos (Las Tipas, La Angostura y Los Morteritos). En primavera no hay cauce de agua; sólo son tres alfombras de piedras deformes y filosas.
Lo más conveniente es cargar una mochila con alimentos, frutas y bebidas frescas para la aventura de ascender por las faldas de la montaña. Se recomienda un equipaje liviano, porque -a veces- también es necesario trepar por los muros empinados del cerro.
Como en el cine condicionado, esta excursión es prohibida para menores. Sólo adolescentes intrépidos y los adultos con experiencia en montañismo pueden llegar a destino y siempre en compañía de un guía de la zona. Algunos lugareños, nacidos y criados en San Pedro de Colalao, suelen avanzar por las sendas como si estuviesen en la avenida más ancha del mundo. Juan Carlos Mamaní, un lugareño que acompañó en la escapada a La Brújula, subió y bajó de la montaña sin mostrar signos de cansancio.
Desde el "Puente del Indio" se puede ver a la distancia una pequeña y precaria vivienda, que parece colgada en el medio del cerro. Es el humilde hogar de don Pedro Luca, un ermitaño con más de 70 años de soledad, que se dedica a criar cabras y unas cuantas vacas. Una vez por semana, Don Pedro baja a pie hasta la plaza de San Pedro de Colalao en busca de yerba y de azúcar para el mate. Luego, regresa con la carga en sus espaldas para internarse otra vez en la montaña, arriba, bien arriba, donde la naturaleza moldeó un puente singular que alguna vez cruzaron los indios colalao.

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