Un colectivero de la línea 107 cambió insultos por aplausos

Un colectivero de la línea 107 cambió insultos por aplausos

Alteró el recorrido para llevar al hospital a una pasajera que se había descompuesto. El hombre afirmó que era su deber velar por la seguridad de la mujer. Al final, todos lo felicitaron por lo que había hecho. Video

SATISFECHOS. Los pasajeros se enojaron al comienzo, pero después felicitaron al chofer por su actitud. LA GACETA / JOSE INESTA SATISFECHOS. Los pasajeros se enojaron al comienzo, pero después felicitaron al chofer por su actitud. LA GACETA / JOSE INESTA
15 Julio 2009
Los pasajeros del interno 9 de la línea de colectivos 107 no olvidarán el viaje que les tocó vivir ayer al mediodía, cuando el chofer decidió modificar su recorrido habitual para que una persona descompuesta recibiera atención médica. La historia comenzó con quejas, pero terminó con aplausos que premiaron a un hombre que pasa la vida detrás de un volante.
Alrededor de las 13.30, el ómnibus se dirigía desde el centro de la capital hacia el barrio El Gráfico, de Las Talitas. De pronto los pasajeros se sorprendieron cuando advirtieron que el conductor, Dante Pérez, de 44 años, se había desviado del recorrido: se había dado cuenta que una mujer, a la que segundos antes le habían dado el asiento, estaba descompuesta.
A pesar de los gritos y de las quejas, Pérez no dudó ni un instante: giró por calle Marcos Paz, tomó por Rivadavia, para luego dirigirse por Santa Fe hasta la guardia del Hospital Centro de Salud. Una vez allí, varios pasajeros ayudaron a la mujer, Norma Iris Salguero, a bajar. Los médicos la atendieron rápidamente y la compensaron, ya que aparentemente le había bajado la presión.

"Era mi deber"
Mientras Salguero era asistida, LA GACETA dialogó con el chofer, quien sostuvo: "la señora necesitaba atención urgente; era mi deber llevarla a algún lugar donde la revisaran". Dentro del ómnibus, algunos pasajeros se lamentaban por el tiempo perdido, aunque la mayoría se mostró complacida por la reacción de Pérez.
Tras una espera de media hora, la mujer fue dada de alta. Cuando salió se sorprendió: el micro la estaba esperando en la puerta. Entonces, visiblemente emocionada, les habló a los pasajeros: "les agradezco a todos, porque aquí hay gente que va a sus casas o a cumplir con sus obligaciones, y yo los demoré. No sé qué me pasó; parece que me hubiera dormido y me desperté cuando me bajaban para recibir atención". Sobre la actitud del conductor, Salguero no tuvo más que palabras de elogio. "Demostró que es una muy buena persona, jamás hubiera esperado una acción así. Fue noble y solidario", agradeció. A modo de recompensa, Pérez recibió un cerrado aplauso de los que aún quedaban en el colectivo. Luego, sí, continuaron con su viaje.

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