"En Africa, el sida se lleva a padres e hijos"

"En Africa, el sida se lleva a padres e hijos"

Es tucumana, médica de la UNT especializada en pediatría, y ha pasado casi dos años de su vida en Zimbabwe y en Somalia, tratando a chicos desnutridos e infectados con HIV.

LA GACETA/ANALIA JARAMILLO LA GACETA/ANALIA JARAMILLO
09 Noviembre 2008

Cuando Cecilia Pérez Acosta cuenta sus experiencias en Zimbabwe primero y en Somalía después, trabajando con la ONG Médicos sin Fronteras con chicos desnutridos o con VIH sida, las tragedias que parecían lejanas se vuelven más próximas, y su testimonio indica que es cierta las aseveración de que uno de los grandes problemas del siglo XXI es el de las masas de desplazados de los países africanos que deambulan con rumbo a la nada.

-¿Qué la motivó a incorporarse a Médicos Sin Fronteras?
- Cuando yo era chica vi una película sobre Africa; y me impresionó ver cómo sonreían esos chicos. Yo iba al Colegio del Huerto, pensaba que lo tenía todo, sin embargo era una niña triste. Desde entonces, siempre me resultó atractiva Africa. También me estimularon unos campamentos de trabajo que hicimos para rescatar la cultura calchaquí. Por ese proyecto, 80 universitarios de todo el país pudimos construir una escuela en Santa María, "Aurora en un mundo nuevo", que está hoy en la red turística. Estos campamentos me motivaron para trabajar en la cuestión social. Después, una vez que terminé pediatría, en 2003, me conecté con Médicos Sin Fronteras (MSF), y pasé por un riguroso proceso de selección. MSF trabaja con las crisis más urgentes, con las crisis agudas. En Argentina estuvieron en 2001, y después se fueron. En Bolivia trabajan con Chagas, en el Caribe con HIV, en Colombia con cuestiones relacionadas con la guerrilla. Pero el trabajo fuerte está en Africa.

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-Hablemos de su experiencia en Africa...
- Estuve un año y un mes en Zimbabwe, en una ciudad que se llama Bulawayo, que es como una pequeña Tucumán, trabajando con chicos con HIV sida. Aunque yo me había especializado en pediatría, fue muy shockeante al principio. Empezamos con 300 niños, y terminamos con una población de mil niños HIV positivos y con la enfermedad a cargo nuestro. Después volví a Tucumán, y fue muy difícil insertarme aquí. Me preguntaban por qué trabajaba en Africa y no en Tucumán. Pero cuando volví de Zimbabwe hacía reemplazos, que se pagan mal, o tarde. Son las leyes del mercado: hay muchos médicos, les paguemos como sea. Después me ofrecieron trabajo en Quimilí. Pero cuando uno se va, por ejemplo,a Quimilí, tiene que irse con familia.

- Se sintió sola en Quimilí, pero no en Africa?.
- Es que allí te sentís en familia, con todos tus colegas. Cuando salió el proyecto de desnutrición en Somalia, me anoté al acto. Ni siquiera averigüé cuál era el contexto. Armamos un equipo, en el cual tenía que haber un 10 % de expatriados y un 90 % de nacionales, a los que hubo que entrenar en tiempo récord. Estuve tres meses, pero me parecieron años.

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- ¿ Cómo explica la situación del Africa?
- Si se lee la historia de Africa, salvo Mandela, que luchó por su pueblo, todos los presidentes elegidos por el pueblo se vuelven más tiranos que los mismos colonizadores. Ahora salió en los medios que Mugabe mataba a los opositores, para perpetuarse en el poder. Pasó también en Kenia, donde hubo una gran matanza.

-¿Ha encontrado la respuesta a por qué sonreían los chicos africanos de su película de infancia?
- En Zimbabwe sí se veía gente triste. Han sido educados muy al estilo inglés. Por ejemplo, yo entrenaba en HIV sida a unos pocos jóvenes médicos, que mostraban un alto nivel de excelencia. Pero, lamentablemente, a ese residente médico que se formaba allí, Zimbabwe lo perdía. Porque tenía directamente pasaje a Londres o pasaba a Botswana, donde estaba mejor pago. El hospital era hermoso, con 260 camas, pero lo manejaban dos pediatras, con estudiantes de Medicina. Zimbabwe es un país muy rico, con una vegetación como la nuestra. Como ellos han sido educados muy a la inglesa, tienen conciencia del desarrollo, de la formación profesional. Tienen conciencia de lo que no se tiene, de lo que muchos de ellos han perdido. Eso lo veíamos en los profesionales que llegaban a trabajar con MSF.

-¿ Cuál era la tarea de MSF en el programa de HIV sida en Zimbabwe?
- Proveíamos la mitad de los medicamentos, y la mitad de los recursos humanos. La otra mitad la proveía el Estado. Hay ONG que entrenan, y después delegan el trabajo. No es nuestro caso. Nosotros trabajamos al lado del nacional (el idóneo del lugar de origen). Desde que entré al programa, siempre hice consultas, aparte de entrenar, de hacer reportes. Vivíamos todos juntos, en una misma casa, en Bulawayo.

-¿Qué perfil tenían los niños que ustedes atendían?
- El niño HIV positivo, cuando llega a nosotros, por lo general llega con la enfermedad. El 20 % llegaba con HIV , y el 80 % ya llegaba con la enfermedad. Nunca voy a olvidar el primer día que llegué a pediatría. En la sala de espera había 60 niños, con las mamás, o con las abuelas. Porque hay toda una generación de los padres que muere por sida, y las abuelas se están haciendo cargo. O vienen la madre y el padre a atenderse, en muy mal estado, y después viene el niño, a pediatría. Es muy triste. Hay cuestiones relativas a la cultura africana que contribuyen al aumento del sida. Hay una creencia en Africa que dice que si un hombre tiene sexo con una niña virgen, se cura. Entonces, están violando muchas niñas. Niñas menores de 10 años violadas, y HIV positivas. Había chicos de todos los sectores sociales. El contagio en un gran porcentaje es por relaciones sexuales. En la zona rural hay una gran población que emigra a Sudáfrica a trabajar, y hay una tradición de poligamia. Allí, la patria potestad la tiene el hombre. Muchos niños abandonaban el tratamiento porque el padre empezaba a pelear con la madre. La poligamia y el rechazo al uso de preservativos son dos factores que aportan al avance del sida en Africa.

- ¿ Qué pasó en Somalia?
- Estuve tres meses, pero me parecieron años. Estábamos en un lugar de confinamiento, con 45 grados de calor. El primer día tuvimos 49 niños desnutridos graves para atender, apenas abrimos. A los tres meses, terminamos con 400 niños en programa. Hay un reglamento y un programa estudiado por nutricionistas, que incluye una comida energética que se parece a nuestro Mantecol, pero que se derrite más Después se les da otra comida energética, y luego tratamos de incorporar comida local. Cuando empezamos a trabajar, nos dieron consignas, porque la población es musulmana, y las mujeres no podíamos circular solas. Trabajar en zonas de confinamiento es un tema muy complicado. Ver la cultura de la zona es entrar en el pasado, en una historia de luchas tribales, de jefes tribales que violan a una mujer , y que son juzgados sin tribunales, con un juicio a lo salomónico. Hay una gran influencia de Al Qaeda. Bosasso es una zona portuaria, ubicada frente a los países árabes. Son 35.000 personas viviendo en 19 campos de desplazados alrededor de la ciudad. Muchos van escapando de la guerra de Etiopía. Se van a vivir en asentamientos en los que no hay agua potable ni letrinas, en "casas" que son un cartón y una tela sostenido en cuatro palos. Muchos quieren cruzar a Yemen y hay verdaderas mafias que los dejan ahogarse en el mar. O les dan ácido cuando piden agua para beber.

- ¿Por qué abandonó Somalia la organización Médicos Sin Fronteras?
- Yo terminé el proyecto antes, volví a la Argentina, y me enteré de que una de mis compañeras, Pilar (Bauzá), otra argentina, había sido secuestrada. Nosotros sabíamos que estábamos amenazados de secuestro. Por eso eran tan estrictas las normas de seguridad. Estábamos confinadas en la casa, que también era oficina. O salíamos con el chofer, con los vidrios levantados para que no vieran que éramos blancas. Cuando ocurrió lo de Pilar, la consigna de MFS fue que no habláramos del tema porque corrían peligro nuestros otros compañeros que estaban en Somalía. El médico inglés con el que yo trabajé se salvó por poco, porque se fue una semana antes, y lo reemplazó la médica española a la que secuestraron con Pilar. Nosotros estábamos amenazados desde hacía mucho tiempo. Porque ellos nos intercambian por armas, o por tener presencia en la prensa internacional. Pero al mes de este episodio pusieron una bomba en uno de los coches nuestros, en otra sección de MSF, y murieron un médico keniata de 51 años y un logista francés de 29 años. Ahí es cuando MSF decide retirarse de la zona.

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