Cobos debió desempatar y rechazó el proyecto de retenciones

Cobos debió desempatar y rechazó el proyecto de retenciones

La Cámara vivió un dramático desenlace. El vicepresidente había pedido un cuarto intermedio, pero los legisladores se opusieron. Entonces llegó la definición más esperada: "mi voto no es positivo", sentenció. El tablero estaba 36 a 36.

UN ESCENARIO INESPERADO. La Cámara alta no ratificó la resolución 125; el vicepresidente se encargó de definir el desenlace. DYN UN ESCENARIO INESPERADO. La Cámara alta no ratificó la resolución 125; el vicepresidente se encargó de definir el desenlace. DYN
17 Julio 2008
BUENOS AIRES.- En uno de los más dramáticos trámites que recuerde la historia parlamentaria del país, el vicepresidente Julio Cobos hizo caer esta madrugada el proyecto de ley de retenciones móviles a las exportaciones de granos, provocándole al Gobierno nacional una derrota política de consecuencias imprevisibles.

"Que la historia me juzgue y me perdone si me equivoco"... Esas fueron las palabras finales del titular de la Cámara, antes de dar a conocer su pronunciamiento contrario a la iniciativa que pretendía ratificar el esquema anunciado el 11 de marzo pasado, cuando se desató una ola de protestas masivas en el sector agrario.

El mayor desafío que debió enfrentar el matrimonio conformado por la presidenta Cristina Fernández y por el ex presidente Néstor Kirchner en sus cinco años de gestión se dirimió en una votación cuyo resultado estuvo en duda en todo momento, con dos senadores indecisos que anunciaron su postura dentro del recinto.

La paridad provocó una situación pocas veces vista: el desempate de una votación en el parlamento y el hecho de que un vicepresidente vote en contra del Gobierno que él mismo integra. De hecho -según la agencia de noticias NA- cuando se veía venir el empate, desde el oficialismo se le habría ofrecido a Cobos "una salida elegante", consistente en retirarse y dejar la conducción en manos del presidente provisional del cuerpo, José Pampuro, quien en ese caso hubiese tenido doble voto y le hubiera permitido al Ejecutivo contar con la ansiada ley.

Si bien el vice no había anticipado su decisión públicamente, su crecientemente deteriorada relación con el kirchnerismo había sembrado dudas sobre su alineamiento. Y así fue.

En el discurso que pronunció, dijo que la sociedad no esperaba un desempate, sino un consenso, y pidió por eso a los senadores un cuarto intermedio en busca de un trato. Pero, paradójicamente, el único acuerdo que hubo entre las bancadas del Frente para la Victoria y de la oposición fue en exigirle que diera a conocer su sufragio de inmediato.

Entonces, llegó la definición más esperada. "La Presidenta de los argentinos nos va entender. Me va a entender. Porque no creo que sirva una ley que no dé la solución a este conflicto. La historia me juzgará. Mi voto no es positivo, mi voto es en contra", sentenció con gestos nerviosos, cuando faltaban pocos minutos para las 4.30.

Una sesión de más de 18 horas
La sesión había comenzado el miércoles a la mañana y duró más de 18 horas, pero durante su largo desarrollo pocos prestaban atención al debate. En realidad, todos estaban pendientes de la novedades respecto de los dos últimos votos por definir: el del justicialista catamarqueño Ramón Saadi y el del radical K santiagueño Emilio Rached.

El primero de ellos se pronunció a media tarde por el sí, pero el caso de Rached pareció escrito por un autor de novelas de suspenso. Primero llegó al Congreso cuando el debate llevaba cinco horas. Luego entró y salió un par de veces del palacio, sin indicar qué haría con su voto.

En el oficialismo se aseguraba que estaría con ellos, pero por la noche se reveló que se sumaría a la oposición.

En un recinto donde aún resonaban los ecos de los dos multitudinarios actos que se realizaron el martes pasado en la Capital Federal, a favor y en contra de la iniciativa, los voceros de un oficialismo mermado por la diáspora de varios legisladores justificaron con énfasis las bondades de este proyecto.

Con el mismo ardor, desde la oposición senadores de diferentes extracciones ideológicas cuestionaron el plan, tanto por el valor de las alícuotas, por considerarlas confiscatorias, como por la supuesta inconstitucionalidad del artículo dos que faculta al Poder Ejecutivo a modificarlas.

Finalmente, el tablero reflejó el empate: 36 votos a favor y 36 en contra de las retenciones. El escenario del desempate fue inevitable y Cobos jugó su carta más fuerte.

Como pocas veces en la historia parlamentaria (y nunca desde que los Kirchner llegaron al poder con el acompañamiento de cómodas mayorías en ambas cámaras) el oficialismo debió trabajar a destajo, no ya para conquistar votos ajenos sino para mantener los propios. LA GACETA.com ©

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