Ganas de sexo

21 Ago 2016
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Ganas de sexo

Existen, como es sabido, numerosas investigaciones orientadas a analizar las diferencias en el impulso sexual entre hombres y mujeres. Muchas de ellas han concluido que la mayoría de los hombres –sobre todo cuando son jóvenes- se preocupan por el sexo más que las mujeres, priorizan las urgencias y cuestiones sexuales, se masturban con mayor frecuencia y, en la adolescencia, se excitan más veces por día. Ratificando estas conclusiones, se ha afirmado que las parejas gay suelen tener sexo con más asiduidad que otras parejas, al mismo tiempo que las lesbianas -en todas las etapas de su relación- lo hacen menos que el resto. Desde luego que estas generalizaciones resultan –previsiblemente- muy objetables, porque adscriben a la idea, totalmente errónea, de que las mujeres son menos sexuales que los hombres.

Deseo inadvertido 

La idea de que los hombres, comparados con las mujeres, están obsesionados con el sexo, puede obedecer en parte al hecho de que el deseo femenino pasa muchas veces inadvertido, incluso para las mismas mujeres. Esta desconexión se observa también respecto de los orgasmos: no son pocas las que dicen no tenerlos, porque esperan experimentar la publicitada explosión brusca de placer, lo cual les impide registrar sensaciones más sutiles, pero igualmente placenteras.

Otra razón por la que las mujeres pueden no darse cuenta de su propio deseo, se relaciona con el hecho de que los hombres tienden a tomar la iniciativa, por lo que muchas llegan a la sesión erótica antes de desearlo por ellas mismas (aunque, por supuesto, después se “enganchen” y disfruten). Sería algo así como comer antes de sentir hambre… eso explicaría que algunas raramente experimenten un intenso deseo de sexo.

Decir que no

En apariencia las mujeres rechazan tener sexo más frecuentemente que los hombres, pero esto tiene que ver con que, en realidad, los hombres piden sexo con más frecuencia que las mujeres. De modo que el porcentaje de rechazos es el mismo tanto en hombres como en mujeres.

Sin embargo -lo cual se vincula ante todo con una costumbre cultural- los hombres se molestan más por recibir negativas que las mujeres. Ellas, en cambio, sienten mayor malestar frente a las demandas del otro –cuando están sin ganas- que ellos en la misma situación. 

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.