Arrebatos de pasión

30 Jul 2016
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Arrebatos de pasión

Es un hecho evidente que cuando las personas hacen el amor, utilizan ante todo el lenguaje corporal, no verbal. Pueden, desde luego, intercambiar algunas palabras: declaraciones románticas, preguntas para indagar si el otro está disfrutando, instrucciones para dar a conocer los propios gustos, por poner algunos ejemplos. Pero el foco no está en lo que se dice sino en lo que se hace. Es el cuerpo el que lleva la delantera, el que tiene la palabra. Por eso las relaciones sexuales tienen esa impronta salvaje y primitiva. Se parecen, en buena medida, a una lucha que, como tal, deja sus marcas.

El Kamasutra

El Kamasutra se detiene largamente en la “presión, marca o pellizco del cuerpo con las uñas”. Es decir, en los arañazos o rasguños que se practican mutuamente los amantes en una sesión erótica, cuando la pasión es intensa.

Vatsyayana señala que las partes más convenientes para este género de caricias son: “el cuello, las manos, los muslos, los senos, la espalda, los costados, las axilas, todo el pecho, los labios, el monte de Venus y todos los alrededores del Yoni, y las mejillas”. Enseña además que estas conductas pueden ser de ocho clases, según la forma de las señales que de ellas resultan: “sonora, media-luna, círculo, línea, garra de tigre, pata de pavo real, salto de liebre y hoja de loto azul”. 

El sabio hindú recalca la importancia de conocer las situaciones “en las que es dado entregarse a este género de manipulación”: “cuando hay cólera en el espíritu de la mujer, cuando se goza de ella por primera vez o se toma su virginidad, cuando se está a punto de separarse por algún tiempo, cuando se está dispuesto a partir a un país lejano y cuando se ha sufrido una gran pérdida de dinero”.

Con la minuciosidad característica de este manual milenario, se detalla cómo tienen que estar las uñas de los que quieran dejar su impronta en el cuerpo del otro: no deben tener “ni manchas, ni líneas”, deben lucir “limpias, brillantes, convexas, duras e intactas”.

Una marca poderosa

Vatsyayana advierte que no es conveniente dejar estas huellas en las mujeres casadas (casadas con otro hombre obviamente), aunque “se les pueden imprimir, en sus partes secretas, algunas marcas particulares, para recordar o acrecentar el amor”.

Al parecer, estas señales tienen una propiedad extremadamente afrodisíaca porque, “cuando un extraño advierte, aun desde lejos, a una joven con marcas de uñas en los senos, se siente dominado por ella” y, de igual manera, “un hombre que lleva huellas de uñas o de dientes en algunas partes de su cuerpo, conmueve el espíritu de una mujer, por firme que sea. Porque nada es tan poderoso para acrecentar el amor como las marcas de uñas o de mordidas”.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.