11 Jul 2015
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Hace poco se estrenó en los cines “Sin hijos”, una comedia argentina que muestra el conflicto que vive Gabriel -separado y con una hija de ocho años- al reencontrarse con Vicky, un amor platónico de la adolescencia, quien le confiesa que jamás saldría con un hombre que tuviera hijos. Para no perderla, el personaje encarnado por Diego Peretti, decide mentir acerca de su situación. Y se lanza a un romance apasionado que lo obliga a hacer malabares para limpiar su casa periódicamente de todo rastro delator de la presencia de la niña.

Desde el humor, la película refleja, sin dudas, las dificultades que encuentran quienes están solos/as y tienen hijos, para compatibilizar la paternidad/maternidad con la formación de una nueva pareja. ¿Cuánto esperar para contarles sobre la nueva relación? ¿Cuándo es prudente que conozcan a esa persona? ¿Es conveniente que los hijos estén en la casa cuando él/ella se queda a dormir? Estas y otras preguntas constituyen dilemas frecuentes en padres y madres, porque expresan el amor y la preocupación genuina por el bienestar emocional de los que están creciendo.

Es común que los hijos estén más demandantes luego de una separación. No es de extrañar: atravesar este quiebre es doloroso y genera inseguridad y temor de sufrir, de un modo u otro, el abandono por parte las personas que más quieren. Por eso no está de más recordar que los chicos –al igual que los adultos- necesitan de un tiempo para superar la ruptura. Un período variable y que, por muchos motivos, no siempre coincide con el de los grandes.

Es evidente que existen diversos factores a considerar a la hora de decidir cómo manejar este tema: la edad de los chicos, el tiempo transcurrido desde la separación, el impacto que ésta ha tenido sobre ellos, el vínculo que guardan con el otro progenitor. Y, por supuesto, la seriedad de la nueva relación. En algunos casos la “nueva” persona es alguien ya conocido por la familia y esta situación puede requerir una adaptación especial.

Por otra parte, el ver por primera vez a un padre o madre comportarse de forma romántica con alguien diferente puede serles difícil al principio, sobre todo si en el fondo –algo muy frecuente- albergan la esperanza de una reconciliación. La empatía del adulto y su sensibilidad al respecto harán posible no caer en excesos innecesarios cuando todavía los chicos están atravesando el duelo de la pérdida.

Si bien no hay una regla aplicable a las múltiples variantes que pueden desplegarse en este tipo de situaciones familiares, no suele ser aconsejable presentarles a los chicos a personas con las que no hay demasiado compromiso o cuando todo indica que la relación tiene fecha de vencimiento. En caso contrario, lo recomendable es empezar por incluir a ese “alguien especial” como un/a amigo/a más. Invitarlo/a junto con otros, en grupo. En este sentido, un proceso gradual les permitirá a los hijos conocer e ir acostumbrándose a esa persona sin presiones, desde un lugar más relajado y menos amenazante. Es decir, aumentando las posibilidades de que, llegado el momento, estén en condiciones de aceptar, libremente y por sí mismos, las elecciones de sus padres.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.