Masajes sensuales

03 Ene 2015
1

PARA RELAJARSE

En las parejas estables, sobre todo cuando ya llevan cierto tiempo, la inercia de la rutina puede empezar a sentirse también en la cama. Ocurre que, aunque las posibilidades sean infinitas, no es extraño que de a poco se vayan instalando rituales conocidos que tienden a repetirse en cada nuevo encuentro. Si bien es cierto que esta familiaridad es parte del atractivo de un vínculo entre dos que se conocen bien y se quieren, también es un hecho que en el sexo, lo demasiado predecible atenta contra el deseo. Por eso nunca se insistirá lo suficiente en la importancia de que las parejas se atrevan -al menos cada tanto- a explorar formas nuevas de dar y obtener placer. 

El sentido del tacto juega un papel fundamental en el terreno erótico. Sin embargo, muchos amantes suelen limitarse a estimular sólo algunas áreas específicas del cuerpo y, por lo general, bastante rápido, urgidos por alcanzar la meta del orgasmo. Los masajes constituyen una práctica recomendable para aquellos que desean descubrir sensaciones placenteras diferentes, mediante caricias no estrictamente genitales.

Para la realización de esta técnica es importante contar con la tranquilidad de estar solos, durante al menos una hora de privacidad asegurada. En un ambiente confortable, con iluminación cálida y una temperatura que permita estar con poca o ninguna ropa. Es propicio también incluir música suave, sahumerios o velas aromáticas y un baño previo: ayudan a relajarse y a entrar en clima. 

El objetivo principal de estos masajes es conectarse con el propio placer y conocer mejor al compañero o compañera. La tarea consiste entonces en acariciar, tocar, frotar, rascar, etc. diferentes zonas del cuerpo del otro, exceptuando los genitales y los pechos de la mujer: piernas y pies, caderas, nalgas, vientre, espalda, cuello, nuca, cabeza, cara, hombros, brazos, manos. Por turnos, en dos sesiones de quince minutos o una de media hora cada uno. El uso de aceites, lociones o cremas facilitan el masaje y lo hacen más placentero. 

Aunque puede presentarse la excitación sexual, no debe ser la meta del ejercicio; tampoco se trata de un “juego previo” al coito. Esto no quita que, como es lógico, la intimidad de estas caricias gravite en forma positiva en el plano erótico. Pero la idea es sintonizar en pareja con sensaciones nuevas y gratificantes. Y poder compartirlas -para así incrementar el placer- ya sea con palabras o con gestos. Lo ideal es que quien recibe el masaje logre abandonarse totalmente a sus propias sensaciones, conectado con el aquí y ahora. Apagar la mente y sus pensamientos constantes es casi imposible, pero al menos puede intentarse dejar pasar las ideas y fluir en la sensualidad de la experiencia.

Comentarios

Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.