Sueño y sexo

09 Ago 2014
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Gentileza de http://www.diariorepublica.com/

Muchas veces el contenido de nuestros sueños resulta de lo más sorprendente. En ellos hacemos cosas insólitas o mágicas: volar, caminar sobre el agua, descubrir un tesoro o dirigir una red de espionaje. 

Los misterios de nuestro inconsciente nos conducen fantásticamente a otros tiempos y lugares, “voces y ámbitos”: los años de colegio, la casa de la infancia y hasta rincones del mundo a los que nunca hemos ido. Delirios nocturnos a los que estamos tan habituados y en los que pueden aparecer tanto celebridades como personas que no vemos hace mucho, que han fallecido o que, en la “vida real”, apenas conocemos. Algunos sueños nos generan angustia; otros nos producen alegría y también desconcierto, cuando no estupor. 

Desde luego que el sexo impregna más de una vez nuestros viajes oníricos. No es extraño: ya Freud postuló que los deseos encuentran una vía de expresión cuando dormimos y se relaja la censura de la vigilia. Pero también sabemos que sería salvaje interpretar nuestros sueños -eróticos o de otro tipo- de manera simple y literal: salvo en los niños muy pequeños, su contenido se presenta cargado de simbolismos que no son tan sencillos de desentrañar (de hecho, para muchos hombres de ciencia estas interpretaciones están teñidas de la subjetividad del que interpreta, por lo que no resultan demasiado confiables). 

Transgresor

Sin embargo y más allá de todo debate hay algo cierto: cuando el sexo se mete en nuestros sueños es común que lo haga de manera transgresora. Así, no es raro que en lugar de la pareja actual figuren antiguas relaciones, compañeros de trabajo, el marido o la mujer de alguien a quien queremos, un amigo, una persona del mismo sexo (en el caso de los heterosexuales) o más de un compañero a la vez… la creatividad de nuestro inconsciente es infinita y esto no debiera ser motivo de alarma. 

Por el contrario, los sueños eróticos pueden ser utilizados en favor de la pasión en la pareja. Y los que están solos debieran poder aceptarlos, con humor, como una manifestación de aquellos aspectos que no conocen de sí mismos. 

Mientras duermes

También desde lo fisiológico se verifican hechos nocturnos vinculados al sexo. Es normal, por ejemplo -como es sabido- que los hombres tengan varias erecciones mientras duermen. Las mismas ocurren en los períodos REM del sueño: es decir, en aquellos caracterizados por una intensa activación fisiológica, una profunda relajación muscular y por la presencia de movimientos oculares rápidos. 

Durante la pubertad estas erecciones van acompañadas de eyaculaciones involuntarias -“poluciones nocturnas”-, las cuales son responsables de los llamados “sueños húmedos”, sobre los que es importante instruir a los chicos que están creciendo. 

Estas reacciones se producen por la necesidad del organismo, en plena ebullición hormonal, de expulsar esperma cada cierto tiempo. Necesidad que irá disminuyendo hasta desaparecer a medida que el adolescente incremente su actividad sexual.

En el caso de los adultos, la aparición, frecuencia e intensidad de las erecciones nocturnas no guardan una relación con la actividad sexual. E incluso -a diferencia de los adolescentes- no están necesariamente ligadas a sueños eróticos. Más bien se piensa que de esta manera la sabia biología se encarga todos los días de oxigenar el pene y renovar sus tejidos, para así mantener el sistema en condiciones de funcionamiento óptimo. De hecho, estas manifestaciones involuntarias son un indicador valioso en el diagnóstico de las dificultades eréctiles: cuando su origen es orgánico, disminuyen o desaparecen, mientras que, frente a causas psicológicas, no se ven alteradas.

Las repuestas femeninas durante el sueño han sido menos estudiadas. Se observa una vasocongestión en los genitales y un aumento de la lubricación vaginal, coincidentes también con las fases de sueño REM y, al parecer, con el mismo objeto de mantener activa la función de los órganos sexuales.

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Psicóloga, sexóloga clínica y colaboradora de LA GACETA desde hace más de 10 años.